jueves, 31 de diciembre de 2009

OS DESEO LO MEJOR, PARA EL AÑO PRÓXIMO Y PARA SIEMPRE




Quedan unas horas para entrar en un nuevo año y no siento absolutamente nada por tal acontecimiento, que tiene a medio mundo preparando el festejo y al otro medio mirando como lo preparan. Todos han hecho planes. Yo no; me he dejado llevar y, como resultado, pasaré de un año a otro en la compañía de una sola persona, en el supuesto de que no tenga que trabajar, y no me importa absolutamente nada. No es que me dé igual sobrevivir al 2009, no, quiero vivir el 2010 y todos los demás, es que ya me di cuenta de que el tiempo es caprichoso, que por mucho que lo midamos en minutos, horas, días, meses, años…, se estira y encoje a su antojo: interminable cuando sufrimos y fugaz cuando somos felices. En realidad, ni siquiera existe, el tiempo, digo; somos nosotros, como individuos, los que tenemos los días contados y por eso inventamos el calendario. Se me ocurre que, si por un momento nos sintiéramos eternos, viviríamos sin prisas y sin miedo, porque en lo infinito todo ocurriría tarde o temprano y nada quedaría por hacer, ni nadie por amar. Dentro de todos nosotros hay algo que se niega a reconocer el tiempo, ese que nos obligará a despedirnos, porque no estamos hechos para el fin, porque aunque nuestra materia sea finita nuestro ser es infinito. Burlemos el tiempo, podemos, estamos preparados, y disfrutemos de cada instante de nuestra existencia como si ésta fuera eterna; creo que este es el secreto de la trascendencia. De todas formas, el último día del mes 12 a las 12 de la noche me tomaré las 12 uvas, y brindaré por todos los hombres de buena voluntad, esos que han aprendido a hacerle un guiño al tiempo y serían capaces de entregar su propia vida por una buena causa. La vida… ¡Qué cruel manera de contar el tiempo!



Estimados blogueros, os deseo, no sólo un feliz 2010, para vosotros y para el mundo quiero mucho más: os deseo feliz eternidad, os quiero felices para siempre.














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martes, 29 de diciembre de 2009

¿QUIÉN TIENE LA CULPA DE LOS DISPARATES DEL SISTEMA?

                     
                                                            



Vivimos en una sociedad contradictoria. En estos días, especialmente, nos llegan mensajes de todo tipo. Por un lado: que si compra el turrón más caro del mundo; ofertas de viajes a lugares exclusivos; este o aquel móvil, bueno, tienes que comprártelo, es lo último en tecnología; música, perfumes, maquinillas de afeitar, juguetes…, consume, consume y consume. Y por otro: acuérdate de los más desfavorecidos, de los que no tienen nada, de los enfermos, de los niños que mueren de hambre, de los que están privados de libertad… Creo que la sociedad en la que vivimos es la más absurda que ha conocido la historia del hombre. Nuestro comportamiento es un disparate: en verano nos pasamos horas y horas bajo el sol y luego paliamos sus efectos con mil potingues antienvejecimiento; nos sobrealimentamos, pasamos horas sentados, cogemos el coche para desplazarnos cien metros y después compensamos machacándonos hasta la extenuación en el gimnasio, preferimos pagar un buen gimnasio antes de renunciar a una sobredosis de chocolate o caminar un poco, y de paso paliar la polución; practicamos el tetris para guardar en el frigorífico todo lo que se nos ha antojado en el supermercado para luego tirar gran parte a la basura, eso sí, cuando nos cruzamos con un pedigüeño le damos, por lo menos, un euro, ¡pobrecillo! Podríamos seguir hasta aburrir a un campo de lechugas, nuestro absurdo modo de vida no tiene límites. Parece ser que yo, como vosotros, debo sentirme culpable por mi incoherente comportamiento. Pero son otros, unos pocos pero poderosos, los que manejan el cotarro; los que me enseñan la golosina día tras día, me cuentan lo sabrosa que está y lo feliz que me hará, me hacen desearla más que a nada en el mundo, consiguen que me esfuerce por conseguirla, me la venden, se embolsan pingües beneficios y después me hacen culpable, no sea que tanto desear me lleve a codiciar también sus bienes y su poder, buena forma de mantenerme a raya. Pero no lo soy, no soy culpable. Son otros los que manejan los hilos y nos mueven como marionetas; aunque quisiera, no podría dar todo lo que no me pertenece porque quedaría fuera de la sociedad que me ha tocado en suerte. Si quiero sobrevivir en mi mundo; tengo que estar a la altura de las exigencias; si viviera en Ruanda, por ejemplo, podría prescindir de ducharme a diario, tener la piel cuidada, ir a la peluquería, tener un coche que pase la i.t.v sin problemas, una casa decente con su correspondiente contribución anual, ropa variada, no tendría que hacer regalos en Navidad, etc. La solución no está en mi mano, está en que los poderes cambien el discurso y digan la verdad. Estoy segura de que somos muchos los que estamos preparados a renunciar, son los de siempre los que no están dispuestos, porque sus vidas dependen sólo de lo que tienen. Creo que lo mejor que podemos hacer para que estas injusticias se acaben algún día es vivir con desapego a lo material, tener siempre presente que nada nos pertenece, para cuando llegue el momento, que llegará, estar preparados y no comernos unos a otros.






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lunes, 28 de diciembre de 2009

EL ÁRBOL DE LAS COSAS QUE IMPORTAN






Hace diez años me regalaron mi primer árbol de Navidad. Ilusionada, al día siguiente me fui a un centro comercial para comprar los adornos, porque un árbol sin aderezos no me parecía lo propio. Había de todo, pero de todo: bolas de mil tamaños y colores, angelitos, casitas, regalitos, gorditos vestidos de rojo, cintas, campanitas… Me quedé mirando largo rato tanta oferta y, de súbito, tuve una revelación: nada de aquello significaba cosa alguna para mí, haría algo mejor. Compré dos cartulinas, una roja y otra verde muérdago, un par de rollos de cinta dorada y una gran caja de velitas azules. Corté la cartulina en trozos de 10X8 centímetros. A cada trozo le hice un agujerito y pasé por él un trozo de cinta. Luego, con un pedazo de la misma cartulina elaboré un cartel que decía: “Árbol de la cosas que importan”. La idea era adornar el árbol con los deseos de toda la familia, amigos y conocidos que lo quisieran. De manera que cada cual escribiría su deseo, lo colgaría en el árbol y encendería una vela azul simbolizando la luz y fuerza de su deseo. No puedo enumeraros los deseos que se han cumplido desde entonces, entre ellos algunos podrían calificarse de milagros. No es que yo crea en el “más allá”, más bien pienso que está “más acá” y creo en el Dios que llevamos todos dentro y que se manifiesta en nuestras bondades, al que cada cual puede llamar a su antojo: fuerza superior, energía… qué se yo; pero sí confío en la fuerza de los deseos, de las cosas que realmente anhelamos en la vida. Entre los muchos y variados deseos que cuelgan del “Árbol de las cosas que importan” cada año, nunca faltan dos: “Deseo salud espiritual, mental y corporal para todos los que amo” y “Deseo que se cumplan todos los deseos de este árbol”. Me hubiese encantado poner un árbol de las cosas que importan virtual, que no irreal, en este blog, para que pudierais colgar todos vuestros deseos, pero tengo pocas nociones de informática y no ha sido posible por el momento, tal vez el año próximo. De todas formas, podéis, si os apetece, poner en las opiniones vuestro mayor deseo. Para que os hagáis una idea, aquí tenéis una fotografía del “Árbol de las cosas que importan”. Las mariposas azules simbolizan los sueños imposibles.
¡Ah! Se me olvidaba, hasta uno de los pequeñines de la casa, que aún no sabe escribir, a modo de garabato, ha colgado este año su deseo; creo que desea un traje de bomberos; me parece que se le va a cumplir.







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domingo, 27 de diciembre de 2009

KOLMANSKOP

                                                                                               

                                                                             
            



Hoy quiero hablaros de la ciudad de Kolmanskop. A algunos de vosotros os sonará, porque la elegí como uno de los destinos del protagonista de mi última novela. Como ya os he dicho en alguna ocasión, los datos referentes al tiempo y al espacio donde se desarrolla la trama de “La última vuelta del scaife” son reales; fui muy escrupulosa en este sentido. Kolmanskop existe o, mejor dicho, existió. Fue fundada en 1908, en África del Sudoeste, hoy llamada Namibia, para albergar a los buscadores de diamantes. Como por aquel entonces Namibia era una colonia alemana, sus ocupantes quisieron construir una pequeña Baviera, con la intención de sentirse como en casa. Y lo consiguieron, o casi. En pleno desierto de Namibia se levantó un trocito de la Europa más moderna de la época. Y digo casi porque la realidad es que el desierto pujaba por borrarla de su territorio escupiendo arena sobre las construcciones para recuperar su libertad. Con el tiempo, sus habitantes comprendieron que semejante lucha contra el desierto era agotadora y terminaron abandonándola. Hoy, Kolmanskop es llamada “la ciudad fantasma del desierto”; sobre la arena apenas se atisban las plantas superiores de las lujosas mansiones que los nuevos ricos se construyeron aprincipios del siglo XX. De no ser por su interés turístico, el desierto ya se la habría tragado totalmente. Os dejo unas fotos muy curiosas, creo que a los que se han leído mi novela les sorprenderá que aún siga en pie, agonizante, pero en pie; y para los demás no deja de ser una curiosidad.



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sábado, 26 de diciembre de 2009

¿SOY SINCERA O TENGO MIL CARAS?

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Desde pequeña he oído frases como: “Ese no es de fiar, tiene dos caras”, “Sí, sí, con nosotros muy amable, pero…”, “Yo me muestro siempre como soy, delante y detrás”. Cuando escuchaba estas afirmaciones me sentía el ser más falso que pisara el firmamento. Porque yo no tenía dos, sino mil caras, y las que fuesen necesarias: la cara de hablar en público, la de estar con mis amigos, la que mostraba ante el chico que me gustaba, la que ponía en el baño del espejo, la que regalaba a mis abuelos… Todo dependía del momento y la compañía. Por ejemplo, jamás se me habría ocurrido hablarles a mis padres con el mismo lenguaje y desenfado que a mis amigos, o contarles las mismas cosas. Yo misma había presenciado cómo mi padre hablaba en la intimidad de su jefe con unas palabras y gestos muy distintos a los que usaba ante él. O incluso llegué a ver cómo mis mayores ocultaban algún dolor físico para no preocupar al resto de la familia. Se me ocurre que tal vez confundamos la sinceridad con la mala educación. He llegado a la conclusión de que aquello de “yo soy siempre el mismo” es sencillamente mentira y estúpido. A no ser que con ello queramos decir “yo intento ser siempre honesto contigo y darte lo mejor de mí”, cosa muy diferente. Creo que todos nacemos con un actor en potencia dentro de nosotros, mera supervivencia, desarrollarlo es una muestra de inteligencia y no de falsedad. Ya quisiera yo que muchos de los que fueron sinceros hubiesen contenido sus exabruptos para evitarme dolor. ¿No es esto un acto de amor? Con el tiempo me ha dado cuenta de que todas esas caras soy yo.



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viernes, 25 de diciembre de 2009

LA FAMILIA

Creo que hoy es un buen día para homenajear a la familia, a la de todos los que me visitáis y, en especial, a la mía. Ahí va mi homenaje y todo mi cariño.


Es la familia el lugar donde recibimos las primeras lecciones de la vida. Antes de venir al mundo nuestra familia ya nos está haciendo un hueco en el hogar y en el corazón. Nos prepara un lugar donde dormir, ropa de abrigo, un nombre y un montón de cariño contenido durante nueve interminables meses. Cuando venimos al mundo, durante días, todos los miembros de la familia no hablan de otra cosa que de nosotros. Cuidar un bebé es una tarea que requiere mucha generosidad y sacrificio. Y conforme vamos creciendo se ocupan de alimentarnos, cuidarnos cuando estamos enfermos, educarnos, vigilar nuestros juegos y comportamiento. Amándonos, nuestros mayores se hacen mejores personas, porque son conscientes que son nuestro modelo a seguir y que imitaremos cada paso que dan. Cuando crecemos y los sorprendemos empezando a demandar libertad, son tan generosos que se van apartando y nos vigilan de lejos para no perturbar la intimidad que exigimos. Después aceptan a nuestros amigos, nuestra música, nuestro primer amor… Lloran con nosotros nuestros fracasos y nos acogen cuando llegamos a casa destrozados por nuestro primer dolor amoroso o la traición de un amigo. Al final nos marchamos, y ellos no ayudan a hacer las maletas y nos acompañan a nuestro nuevo destino para despedirse, con el corazón encogido. Por todo esto, y mucho más, no hay nada como la familia. Me da lo mismo dos padres, o dos madres, o una madre, o un padre, o padres, abuelos y hermanos, o una tía…, tener una familia que nos ama es lo mejor que nos puede pasar, la garantía de nuestro futuro y de que la cadena sigue. Y, tal vez lo más importante, es la familia quien nos pone en el mundo y de la que depende que cuando nos marchemos dejemos éste mejor que lo encontramos. Ojalá todos viniéramos al mundo en una familia.







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miércoles, 23 de diciembre de 2009

LA NAVIDAD DE LOS OTROS






Hoy quiero hablaros de la Navidad. Mira tú que novedad en las fechas que estamos. Pero quiero hablaros sobre la Navidad de “los otros”, de aquellos que por un millón de razones siempre están al margen de todo lo bueno. Quiero romperme la garganta gritando por todos los que nos miran con anhelo. Intento, y apenas consigo, meterme en sus zapatos, imaginarme sola, enferma, encarcelada injustamente, sin lo mínimo para sobrevivir, asistiendo a la miseria física y psíquica de mis hijos… Es curioso, somos la especie más inteligente, con más medios a nuestro alcance, somos “lo más” de la creación, y, después de tanto listo pensando durante milenios, de tanto filósofo, de tanto progreso, de nuestra hermosísima Carta de los Derechos Humanos, de nuestro elogiado Derecho Romano…, no hay en el planeta una especie que practique la injusticia como nosotros. Quiero decirle al mundo que aquellos que nos miran desde las gradas, como si asistieran una obra teatral con una impecable puesta en escena, tienen igual derecho a nuestra luminosa Navidad. Que la realidad es que nuestra Navidad no podrá ser perfecta mientras seamos un isla en un mar de sufrimiento; porque no exsite ningún sistema cerrado; que, como decía Luther King, “mientras haya un solo hermano mío que sufra yo sufriré con él”, porque es la única manera de acabar con esta sinrazón: empatizando con nuestro mundo. Es necesario que tomemos conciencia de la desigualdad que provoca nuestro consumismo patológico; es hora de pasar a la acción, por ellos y por nosotros. A este ritmo, nadie sobrevivirá. Quisiera poder hacer algo, pero igual que vosotros, y “los otros”, estoy encerrada, prisionera de un sistema que ha levantado un muro para dividir al mundo. Quisiera que los que están al otro lado escucharan mis gritos: “No quiero ser cómplice de los facinerosos, ¡No! Quisiera tener alas y volar al otro lado. No estáis solos, mi corazón está con vosotros, es que mis amos no me dejan cruzar el maldito muro”. Yo, voy a vivir la navidad, y disfrutar de mi gente; sin olvidar ni por un instante a los del otro lado. El primer deseo que ponga este año en mi “Árbol de las cosas que importan” será que caiga el jodido muro.



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martes, 22 de diciembre de 2009

LA FELICIDAD Y EL PLACER

Dice el diccionario sobre la felicidad: estado de ánimo del que disfruta de lo que desea. Satisfacción, alegría, contento. A menudo confundimos felicidad con el placer, pero no hay que profundizar demasiado para darnos cuenta de que son cuestiones diferentes. La felicidad, podríamos decir, es el estado de aquella persona que se siente en armonía con su medio; que se ha adaptado al momento y lugar que le ha tocado vivir, o al que ha conseguido a base de lucha. Esto es, yo soy feliz en la medida en que estoy en paz con mis seres queridos, tengo mis necesidades cubiertas y vivo confiada en el futuro y en paz con el pasado. Esto debería ser así de sencillo, y alcanzable para cualquier persona. Pero no es así, un gran porcentaje de la humanidad es incapaz de alcanzar estos objetivos tan sencillos, es más, muchos han conseguido metas únicas e imposibles para la mayoría y su grado de infelicidad es bastante alto. Tal vez sea porque a ser feliz es algo que se aprende y que nos enseñan los responsables de nuestra formación desde niños. Son los gestos, comentarios, caricias, actitudes, coherencias entre palabra y hechos, manera de priorizar en las cuestiones del día a día…, en definitiva, hechos cotidianos y sencillos, lo que de verdad nos enseña a distinguir lo esencial de lo importante, y, en base a esto, en gran medida, cuando llegamos a la edad adulta y tenemos que empezar a tomar decisiones sobre cuestiones vitales, elegiremos con un amplio número de aciertos. No quiero decir que aquellas personas que hayan tenido una educación deficiente en este sentido no puedan optar a ser felices, todo dependerá de su grado de conciencia y voluntad. Pero cuando todo lo anterior falla y nos sentimos incapaces de llevar una vida plena, es cuando buscamos contrarrestar nuestra infelicidad buscando el placer, sin más pretensión que olvidar por momentos nuestras desdichas. Cuanto más nos refugiamos en placeres fugaces más nos cuesta volver a nuestra realidad. Entonces caemos en las adicciones. He oído muchas veces que la felicidad es un duende juguetón que aparece y desaparece a su antojo; pero yo creo que es un viejo sabio que sobrevive a los caprichos del duende. No tengo la receta de la felicidad, qué más quisiera yo, pero la conozco, y sé que cuando se marcha es porque la hemos espantado.






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domingo, 20 de diciembre de 2009

LA NOVELA, ¿SÓLO ENTRETENIMIENTO?

Intento imaginarme cómo sería ahora si eliminara de mi pasado todas novelas que he leído; qué parte de mí seguiría intacta. Si hubiese sufrido algún cambio en lo esencial: en mi actitud ante la vida, en mi relación con los que me rodean, en mi día a día, en mi vocación por ciertas disciplinas… Y me doy cuenta de que simplemente sería otra persona: no conocería al mismo nivel el sentir humano, no habría educado igual a mis hijos, no sabría de lugares en los que nunca estuve, no sería tan tolerante y comprensiva (aprendizaje básico para mi rebelde carácter), no sería escritora… La mayoría de los libros (incluidas las novelas) que cayeron en mis manos me enseñaron y formaron, casi siempre para bien, es decir, han sido parte de mi formación; pacientes maestros que se ajustaron a mi ritmo.


Después intento imaginar qué sería de mí en este momento si borrara de un plumazo todo lo que supuso simple diversión o recreo, y me veo la misma. Si acaso, este tiempo, que no considero siempre perdido, en muchas ocasiones me valió para paliar malos momentos y distenderme de las preocupaciones, o para descansar. En otras fue una mera pérdida de tiempo y, de haberlo dedicado a leer, por ejemplo, sí que hubiese intervenido en mi educación.

Por otro lado, qué duda cabe de que la formación o deformación de una persona va a depender en gran medida de su actitud ante cada situación. Es decir, si busco una novela, por ejemplo, que me entretenga, la encontraré; si busco una que justifique mi conducta, la encontraré; y si por el contrario busco una que me haga reflexionar y me aporte conocimientos, la encontraré. Se me ocurren en estos momentos algunas obras, que me cuido de nombrar para no levantar suspicacias, que se venden como rosquillas por estar bien promocionadas, incluso premiadas hasta la saciedad, que son simple y llanamente un insulto a los valores humanos, aunque entretengan e incluso te hagan reír. Hay otros títulos, compañeros de mesa de los anteriores, que te dejan sin pena ni gloria. Aprender y entretenerse no son verbos que no puedan ir de la mano, muy al contrario, aprender puede ser muy, pero que muy entretenido. Lo que ocurre es que lo fácil para el autor es escribir haciendo una descripción más o menos fiel de lo que tiene ante sus narices, sin pararse a reflexionar y denunciar las injusticias sociales que lo rodean, o escudriñar en la trastienda de lo obvio, de una forma más o menos sutil, eso dependerá de su estilo. No encuentro la diferencia entre este tipo de escritores y un periodista del corazón, que se limita a relatarnos chismes de su entorno, o a buscarlos desesperadamente, para tener algo que contar y ganarse el sueldo. Mero entretenimiento. Para mí todos ellos son amaestrados del sistema, y sus obras no aportan nada a la literatura universal, porque al final resulta que son voceros del poder o, en su defecto, que no dicen más que vaciedades o groserías. Con vuestro permiso, y pidiendo perdón de antemano, os trascribo literalmente una de las innumerables frases groseras y absurdas que se pueden encontrar en las “novelas” de uno de los más premiados escritores de nuestro país y miembro de la RAE, adivinen ustedes el sillón que ocupa, dice así: “Tengo la polla en su boca o ella tiene su boca en ella, puesto que ha sido su boca la que ha venido a encontrarla”. A parte de lo soez del lenguaje, no sólo no dice absolutamente nada, sino que además lo dice mal. Repito, esto no es anecdótico, es su manera de novelar. Lo que hace este señor no es literatura, ni es arte, ni aporta nada al ser humano; es mero entretenimiento, como jugar a la Wii. No tengo nada en contra de esta persona, cuidado, lo tengo en contra de los desmedidos halagos que le dedican los que se suponen están encargados de cuidar nuestra cultura. Y me da igual que esté archipremiado, archireconocido y que su curriculum sea más largo que un discurso de Fidel Castro. Yo, cuando me enfrento al mundo lo hago ávida de conocimientos y dispuesta a hacer una lenta digestión, por más que me lo quieran dar todo mascado. El arte en cualquiera de sus formas, tiene la obligación ineludible de ENSEÑARNOS el lado oculto de las cosas, con estilo y un lenguaje cuidado, en el caso de la literatura; el otro ya lo vemos nosotros con sólo abrir los ojos. Esto no es una opinión personal, no os equivoquéis, es el mero sentido del arte. Pero como yo soy una ignorante en vías de aprendizaje y no tengo aún credibilidad, he decidido poneros este video de Vargas Llosa, indiscutible creador de grandes obras, entre ellas novelas inolvidables, que es seguro os inspirará más confianza. Os sugiero que tengáis un poco de paciencia, veréis cómo explica lo anteriormente expuesto por mí, con mucha más sapiencia, como corresponde a su persona.








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sábado, 19 de diciembre de 2009

"La Cultura perdida" de Dan Brown

Ayer estuve en una gran superficie, para comprar regalos de navidad, ya sabéis, eso que todos hacemos en estas fechas, la mayoría, como no, por amor. Pues eso, que llegué toda dispuesta a comprar el regalo perfecto (bueno, bonito y barato) para cada una de las personas a las que quiero, no me fue mal, la verdad. Pero no es de esto de lo que quiero hablaros, que por otro lado puede parecer una apología del consumo. No. Quiero hablaros de la primera sorpresa que me llevé nada más pisar el gran almacén: una montaña inalcanzable de ejemplares de “El símbolo perdido” de Dan Brown; y veinte pasos más adelante, otra más; y a los treinta pasos, otra más… Me pareció un insulto y una tomadura de pelo para el cliente, que no puede caminar por los pasillos sin toparse con el dichoso cerro de libros; tanto para el cliente lector como para el que no lo es. Para el cliente lector, más que una molestia es un agravio en toda regla, constantemente tiene que esquivar el obstáculo mientras se hace una pregunta: ¿Debería leerme ese tocho? ¿Me estaré perdiendo algo? Naturalmente, el iluso lector, que no el otro, que ya se leyó “El código Da Vinci” y “Ángeles y Demonios”, como decía, el iluso lector cada vez que deja atrás una de estas montañas de celulosa se va sintiendo peor. Finalmente se para y coge uno, lee la sinopsis, promete, lo ojea, mira el precio… Veintidós euros por seiscientas páginas editadas de pena, pero… Lo importante es el contenido, se dice convenciéndose. ¡Ale! Otro que ha picado. ¡No puedo creerme lo que está pasando con nuestra cultura y, especialmente, con nuestra literatura! “El Símbolo perdido” no es que sea una mala novela, es que casi no llega a ser una novela; de esto podemos discutir en otro momento, no me faltan razones para pensar así de esta obra. Lo triste de todo esto es que por puro mercadeo y tratos y contratos entre editoriales y seudolibreros, los responsables de ilustrar al pueblo están llenando de serrín las mentes de aquellos que se lanzan a culturizarse con algo más que la televisión. No se pueden sembrar metros y metros cuadrados de las superficies más transitadas de nuestros comercios con semejantes bodrios, vendiéndolos como cultura. Ese espacio debería, cuanto menos, ser más variado, y ofrecernos más opciones. Me parece un atentado cultural esta competencia desleal. Todos los escritores deberíamos tener derecho a que nuestras obras fueran una opción para el lector; y después ser sometidos a las críticas, para bien o para mal. Dan Brown no tiene competencia: han comprado las mesas y estanterías de novedades para él, y a los críticos, y a los periódicos, y a las televisiones, y a las radios… Todos hablan maravillas, porque es la orden de… , cada cual ponga el nombre; y porque el paciente lector, en nuestros días, ¡no puede comparar! Me parece bien que escriba, faltaría más, si es lo que le gusta, y que le publiquen y promocionen, pero hasta aquí; comprar todo el mercado para un escritor de tercera me parece pura delincuencia.

A la izquierda, al comienzo de esta página, podéis pinchar la web de Regina Irae, en ella encontrareis una crítica sobre esta "novela", además de un enlace interesante sobre la misma.




Aquí os dejo un video promocional de una película que ilustra muy bien esta entrada: “Descubriendo a Forrester”. A aquellos que no la hayáis visto os la recomiendo encarecidamente, y a los que sí, no importa, es una buena obra, una vez no es suficiente.










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jueves, 17 de diciembre de 2009

ENTRE EL CORAZÓN Y LA RAZÓN

La anterior entrada ha dado lugar a que reorganizara mi agenda y postergara la que tenía preparada para hoy. Ha sido común entre las opiniones aludir al corazón al hablar de la mente. Especialmente una chica, Lidia, me ha inspirado para ver este tema de la manipulación de la mente desde otro punto de vista, es decir: ¿Es la manipulación de la mente inseparable de la del corazón? No. Rotundamente, no. En primer lugar, el corazón, no lo olvidemos, es un músculo, y como tal, ni siente ni padece, su función es impulsar la sangre al resto del organismo, y punto. Pero siguiendo la eterna metáfora, corazón—espíritu, tal vez podamos entendernos. Me decía Lidia que, aunque el tema era interesante, lo encontraba carente de sentimientos, es decir, que no había tocado su corazón; daba por hecho que la mente y el espíritu pueden separarse a voluntad. Permíteme decirte, Lidia, que estás del todo equivocada. No es posible dejarse el corazón en casa para irse a trabajar, ni tampoco dejarse la cabeza para pasear con tu amado o escribir una poesía. Recuerdo que, no hace tanto, en una entrevista de radio, la locutora se empeñaba en mantener que todos los escritores somos dicotómicos, que era imposible ser racional e imaginativo a la vez. Mis respetos a la locutora, que se empeño en que me decantara por una cosa u otra; pero, por más que me obligaba a mí misma a darle una respuesta, sólo acertaba a decir: “soy las dos cosas”, porque así es, para mí y para todo el mundo. Dejadme que os deje una frase de Gustave Flaubert, un artesano diestro e indiscutible de la literatura, que arroja luz a la confusión de Lidia, decía así: “Hay en mí, literariamente hablando, dos hombres distintos: uno, enamorado de las sonoridades de la frase y de las ideas más elevadas; otro, que busca y ahonda en lo verdadero todo lo que puede, que gusta de destacar el pequeño hecho tanto como el grande, que quisiera hacer sentir casi materialmente las cosas que reproduce”.

Os dejo este video, un fragmento bellísimo y muy emotivo de la película "Philadelphia" que después de tantos años todavía me hace estremecer. Os pregunto: ¿Quién de los dos es corazón y quién razón? Si Denzel Washington hubiera dejado su corazón en casa para ir a trabajar...  Y, por otro lado: ¿Es posible escribir una opera tan hermosa sólo con él corazón?















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miércoles, 16 de diciembre de 2009

LA MENTE, NUESTRO BIEN MÁS PRECIADO





No hay bien más preciado para el ser humano que su mente. Desde que nacemos empezamos a recibir estímulos sin descanso. Ante estos reaccionamos básicamente de dos maneras: recibimos o rechazamos, incorporándolos o no a nuestra vida, durante más o menos tiempo, o para siempre. Si algo me asusta es una mente relajada, esa que incorpora a su vida todo lo que encuentra según camina. Somos el resultado de nuestra mayor o menor capacidad de discriminar los incesantes mensajes que nos llegan. Poner en duda toda la información, aunque nos la vendan como indiscutible, es inteligente; pero además, hemos de indagar, y buscar la verdadera respuesta, esto es sabio. Pongamos un ejemplo práctico: los debates televisivos o radiofónicos. Dependiendo del canal o emisora que escuches las noticias, no es que tengan matices distintos, es que se contradicen. Son hombres y mujeres, gente a sueldo de un amo. Es nuestra obligación poner en marcha nuestra mente y encontrar la verdad. Hemos de mantenerla viva, engrasada, entrenada… Dispuesta a escuchar, sí, y a discriminar entre la verdad y la mentira. Sólo así dejaremos de caer en las garras de los manipuladores

Ya hemos hablado en este blog en varias ocasiones sobre "pensar por nosotros mísmos"; sobre la importancia de la reflexión para poder librarnos de manipulaciones maquiavélicas. Me gustaría que viérais este video atentamente, me parece una forma muy ilustrativa de recibir una lección que debería, tal vez, ser la más importante de nuestras vidas. Que lo disfruteis.




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lunes, 14 de diciembre de 2009

PARA ELI, LA AMISTAD

PARA ELI, Y TODOS LOS QUE CONOCEN LA AMISTAD






Casi todos tenemos un círculo de vecinos, compañeros, conocidos, familiares y amigos. No solemos confundir a unos con otros, menos en una de las combinaciones: conocidos y amigos. Incluimos a los conocidos en el grupo de los amigos con una facilidad pasmosa, nunca al revés, seguramente porque pensamos que tener muchos amigos confiere a nuestro carácter valores como la generosidad y la afabilidad; tener muchos amigos es “guay” y nos eleva socialmente. Pero yo, que he tenido la suerte de conocer la amistad, quiero echar por tierra esta mamarrachada. Conocidos son todos: la familia, los compañeros, los compañeros que conozco de mi familia, los vecinos, el tendero de la esquina…, y, por supuesto, los amigos. Pero la amistad es el único vínculo electo. De manera que no tiene nada que ver con el resto de conocidos. Yo elijo a mis amigos y ellos a mí. El carnet de amigo no se hace en una oficina, el algo que se consigue a base de tiempo y esfuerzo, y, sobre todo, de LEALTAD Y RESPETO.


Yo tengo dos buenas, o grandes, como queráis, amigas: Ana y Eli; aunque el círculo es pequeño está abierto y no dudo que aumente en lo que me reste de vida.

Hoy quiero hablaros de mi amiga Eli. Ella es fiel, paciente, atenta, cariñosa, respetuosa, perseverante, sacrificada, compasiva… Pero no es por esto que es mi amiga, lo es porque todas estas cualidades me las regala a mí. Es justo que dedique esta entrada a la amistad y la represente en ella. Siempre ha estado a mi lado y, aunque vivimos a kilómetros de distancia, sé que no me olvida. Ha compartido conmigo los buenos y los malos momentos, y ha sabido darme lo que necesitaba en cada momento, aunque a veces no fuese lo que esperaba. Nos conocimos hace veinticinco años, y ni el tiempo ni la distancia nos ha separado, creo que el mérito es de ella. Esta semana me ha dado una gran prueba de amistad y quiero agradecérselo de la mejor manera que sé: escribiendo. GRACIAS AMIGA, por tanto, tengo miedo de no estar a tu altura cuando tú me necesites; eso debe ser porque te quiero, ¿no?




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domingo, 13 de diciembre de 2009

¿EL AMOR? ¿QUÉ ES ESO?

Se aproximan unas fechas que tienen, o deberían tener, un significado especial en el mundo cristiano u occidental, como queráis. Se supone que de alguna manera tomamos conciencia de todos los afectos y desafectos que nos rodean y, por arte de birlibirloque nos sentimos henchidos de amor por los demás. Esto está muy bien, quién lo duda. Pero para muchos la realidad es muy distinta: la suegra, la nuera, el cuñado borde que siempre la lía parda el día de Nochebuena, el abuelo… ¿Cómo nos vamos a cenar casa de mi cuñada si al abuelo hay que acostarlo a las nueve? Bien, hablemos del amor, que no de necesidad, dependencia o sexo, nada que ver; hablemos de amor del bueno. En los últimos tiempos esta palabra se ha desvirtuado, hemos limitado el amor a la pareja, es más, en muchas ocasiones lo hemos asociado al mero sexo. Hemos de recuperar su verdadero sentido y significado; su infinita proyección. Yo he llegado a la conclusión de que no quiero que la gente me ame, no, prefiero mil veces que todos aquellos que dicen amarme sean amor. Esto hará que me sienta libre y segura. Esta mañana hice una llamada a una vieja amiga, a la que aprecio por muchos motivos. Ella siempre dice de sí misma que es una inculta, que apenas aprendió a escribir y leer; pero es inteligente y sabia como la que más. Hablando de amor me decía por teléfono: “Mercedes, el ser humano está muy confundido, confunde el amor con el enamoramiento, y ya lo dice la misma palabra: enamora—miento. El amor es mucho más, es sosegado, paciente, comprensivo, cariñoso, compasivo… El amor está dentro de ti y se derrama por donde vas, no se para en un lugar concreto ni se reserva para una sola persona. El amor es”. ¿Es o no es sabia?


Os dejo un video que describe muy bien el amor. No es que este padre amara a su hijo, cosa indudable, es que era amor.








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EL MERCADO LITERARIO

Hoy quiero hablaros del mercado literario de nuestros días, que puede extenderse a cualquier disciplina del arte. Cuando yo me decidí a publicar mi primera novela, hace más de cinco años, di por hecho que publicar o no dependía sólo de la calidad de mi texto. Empecé a mandar mi novela a todas aquellas editoriales que pensé se adecuaban al tema de mi obra. Así empezó mi calvario y, poco a poco, comprendí que este mundo no es más que una cuestión de pérdidas y beneficios, como cualquier otro. Durante más de un año no recibí respuesta alguna, no porque no les gustara mi novela, es que no se molestaban en leer ni la primera página; aunque esto lo supe tiempo después. Finalmente, para mi sorpresa, un día recibí una llamada telefónica de una pequeña editorial interesada en publicarme y un informe literario favorable por correo. Antes de que pudiera firmar mi contrato, apareció otra editorial, ésta más grande y con gran número de autores en su haber. Me decidí por la segunda. Craso error. Sacaron el texto si pasar por un corrector literario, jamás me informaron de las ventas, imprimieron una edición nueva incluyendo unos ejercicios para escolares sin mi participación, jamás recibí mis derechos de autor… Así es este mundo para los escritores que estamos al margen del sistema, que, como artistas, somos una mayoría. Mi segunda obra la publiqué más consciente y sin esperar gran cosa; estoy en pleno proceso de promoción. Sé que es prácticamente imposible que mi libro llegue a un número aceptable de lectores. He sabido que las grandes editoriales pagan a los libreros una especie de alquiler por las mesas de novedades y las estanterías más visibles. Los escritores del sistema, aproximadamente una docena, tiene aseguradas las superventas de sus libros antes de escribirlos, y una alta posibilidad de ser bestsellerados si la obra encargada cumple las expectativas de la editorial. También sé que mandar mis manuscritos a un premio literario es una pérdida de tiempo; los grandes premios están adjudicados antes del fallo del jurado. Este es nuestro panorama literario, un mero mercadeo. Por todo esto animo al paciente lector a ser algo más selecto en la elección de sus lecturas, a que cuando entre en una librería dé un paso más allá de la mesa de novedades, que busque, indague, que se lea las sinopsis, que no se deje llevar por el nombre del autor y que se arriesgue; las posibilidades de encontrarse con una grata sorpresa son muy altas, además de ayudar a otros escritores a expandir su obra.


En el video que tenéis a continuación veréis que hasta las máquinas vetan a los escritores nóveles.






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sábado, 12 de diciembre de 2009

DE VUELTA




He vuelto; abrumada, emocionada, motivada…, y mucho más tranquila. Las dos presentaciones en Granada fueron magníficas. Estuve muy bien acompañada, tanto por mis presentadores, Andrés Cárdenas y Miguel Arnas, como por mis familiares, amigos y nuevos lectores. No puedo quejarme, mi tierra me recibió como lo deseaba. Ahora a esperar; en Granada ya tienen mi libro, las reacciones empezarán a sucederse en unas semanas. Granada y sus gentes cumplieron de sobra mis expectativas, ¿cumpliré yo las suyas?


En cuanto tenga documentos gráficos de los actos os los pondré en el blog. Gracias a todos por desearme lo mejor.







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viernes, 11 de diciembre de 2009

"LA ÚLTIMA VUELTA DEL SCAIFE" UN MENSAJE RECONCILIADOR

A raíz de la opinión de un lector anónimo, que podéis leer a continuación, me he decido a poner esta entrada, que creo muy oportuna por dos importantes razones: en primer lugar dicho lector me ha sorprendido con un comentario que describe a la perfección la esencia de mi novela; y segundo, pero no menos importante, pienso que es muy acertado en la situación actual de las relaciones del ser humano, que parecen estancadas y faltas de esperanza. La opinión referida me parece un mensaje de aliento y una puerta abierta al mundo.

COMENTARIO DEL ANÓNIMO

Esta novela propone una solución audaz y valiente al declive de nuestra civilización.


Estoy de acuerdo con que la solución pasa por el encuentro de las dos grandes religiones, judia y cristiana.

Como en la novela, debe producirse una fusión, espiritual claro está, entre Josué que representa al judaismo y Carlos que lo es del cristianismo. El resultado será el tercer gran personaje de esta novela, Kuaima, que representa la purera y paz. Cuando Josué adquiere la espiritualidad de Kuaima, como consecuencia de la relación con Carlos, aquel alcanza un estado de sabiduría que le permite enfrentarse a las atrocidades del nazismo y a los reveses de la vida desde la optica del perdon y la compresión.

Enhorabuena



11 de diciembre de 2009 11:39



OS DEJO UN EJEMPLO VIVO DE RECONCILIACIÓN.
De alguna manera, Nelson está representado en mi novela por uno de sus protagonistas.




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martes, 8 de diciembre de 2009

PRESENTACIÓN DE "LA ÚLTIMA VUELTA DEL SCAIFE" EN EL BLOG





Blogueros, me voy tres días a Granada, a presentar mi libro en esta ciudad que me vio nacer. Como sé que algunos de vosotros quisiérais acompañarme y os lo impide la distancia, os dejo esta peculiar presentación en la red. Si Dios quiere, estaré de vuelta en el blog el sábado y os contaré.

Antes de nada quiero daros las gracias por estar ahí. Yo siempre digo que los lectores son la voz del escritor y que sin ellos este oficio carece de sentido. Vosotros sois mi voz en la red. Sé que a la mayoría os supones un esfuerzo asistir a esta curiosa prensentación y que tendréis quehaceres pendientes; por ello quiero deciros que confío en esta novlea y que, aquellos que decidáis leerla, os sentireis recompensados.
La imagen que encabeza esta entrada, a pesar de lo que pueda parecer, tiene mucho que ver con el argumento de mi libro: son unos garimperios buscando diamantes en el aluvión de un río.

SOBRE MÍ


Como algunos de vosotros sabéis fui a la universidad para estudiar medicina, pero afortunadamente dejé la carrera a tiempo; mi vocación eran el arte y las letras. De manera que además de atender a mi familia, durante años he dedicado todo mi tiempo libre a formarme de una manera autodidacta en lo que siempre me ha gustado: la pintura y la literatura. Finalmente me decidí por la literatura, porque pienso que es la disciplina artística que más se adapta a mi forma de ser. Creo que el novelista es alguien consciente de que no podrá realizar todos sus sueños en su breve existencia, y que no se resigna, de manera que los hace realidad sobre el papel; escribir es una forma de vivir más. El escritor de novelas es alguien que por falta de medios, tiempo o simple cobardía utiliza la imaginación y la tinta para viajar en el tiempo y el espacio, capaz de vivir mil aventuras sin moverse de su asiento. Pero no es suficiente la imaginación, este es un oficio de artesanos que hay que cultivar, porque a escribir se aprende escribiendo, y, por supuesto, leyendo. Creo que escribo desde que aprendí. Primero pequeños cuentos, después relatos, mi diario, poesías de adolescente… Mi primer libro lo escribí con quince años, espero que nunca vea la luz. Pero fue después de leer a grandes novelistas del siglo XIX y XX cuando me decidí a novelar pensando en un posible lector. Ellos, y sus maravillosas novelas, fueron mis maestros. Creo que leer a Virginia Woolf, a Jean Austen, a Herman Hesse, a Miguel Delibes o a Vladimir Nabokov ha sido lo que de verdad me ha llevado a escribir “La última vuelta del scaife” y a estar hoy aquí.

ARGUMENTO DE "LA ÚLTIMA VUELTA DEL SCAIFE"

Sobre el argumento de mi novela os diré que nació de una idea muy clara: yo quería demostrar que era posible entablar una fuerte amistad entre personas de distinto origen, cultura y religión. Para ello decidí tomar como protagonista a un judío ortodoxo que sale de Alemania buscando la fortuna que le permitirá casarse con la mujer que ama. Aunque la novela arranca con un amor imposible, que se mantiene hasta la última página, tengo que deciros que esta relación es casi una excusa para hacer viajar a Josué durante prácticamente toda su vida, y así ponerlo en las situaciones más adversas que pueda encontrarse un hombre. Desde el mismo instante que Josué sale de su hogar se da cuenta de la dificultad que supone llevar a cabo sus dogmas y ritos judíos en tierras tan extrañas como África del Sudoeste, hoy llamada Namibia. Desde niño le habían inculcado que su religión era el único camino para un hombre de bien, pero a través de los dos amigos que se encuentra en su largo viaje se da cuenta que el camino es el que cada cual tiene bajo sus pies. Podría decirse que “La última vuelta del scaife” es la historia de amor de un hombre con el mundo, en sus diferentes formas.

DOCUMENTACIÓN

La narración se desarrolla a lo largo de casi todo el siglo XX y en varios países, esto me llevó mucho tiempo de documentación; de los dos años que me supuso escribir mi obra, uno y medio lo dediqué a documentarme, consultando en las más diversas fuentes, como libros, documentales, internet, incluso estuve en Berlín visitando el campo de concentración de hombres de Sachsenhaunsen, una construcción muy parecida y cercana al campo de concentración de mujeres de Ravensbruck que aparece en mi libro y que a finales de la guerra se convirtió en un campo de exterminio en toda regla. Allí pude comprobar en persona la fidelidad de lo que había escrito. A veces los detalles más nimios pueden suponer semanas de trabajo, como encontrar una carta de arresto de la Gestapo o un buque de carga y pasaje de primeros del siglo pasado. Aunque no me interesaba en absoluto informar al lector sobre este tipo de cuestiones, quería dar verosimilitud al relato y conocer, por ejemplo, cómo atravesaba el atlántico un pasajero de tercera clase de la época. Mucha de la información que necesité fue fácil de encontrar, como todo lo referente al pueblo judío, otra cosa fue informarme de las costumbres y la historia del pueblo himba. Pero tranquilos, de los dos mil folios que acumulé en mi tarea sólo encontraréis apenas un cinco por ciento de datos, en ningún caso quería hacer un tratado o un libro de texto, sólo quería ser honesta y que todos los datos históricos y lugares estuviesen contrastados. La historia es fabulada, pero el escenario y los acontecimientos existieron. Novelar es un arte, y como tal es un reto para el escritor, que tiene que levantar una realidad paralela ante el lector, de manera que en ningún momento se sienta defraudado y viva cada página con avidez. Yo siempre digo que una novela es una maravillosa mentira que ante el lector se muestra real y viva. Como cuando vamos al cine, de ante mano sabemos que los que nos ofrezca la gran pantalla es fruto de la fantasía del director y el guionista, pero una vez en la butaca nos sentimos parte de la historia que estamos viendo; de lo contrarío, algo ha fallado. En la novela las imágenes se construyen sólo enlazando palabras y el riesgo de que al autor el relato se le vaya de las manos y pierda el interés del lector es mucho mayor.

PERSONAJES

Posiblemente de lo que más orgullosa me siento es de los personajes. Antes de poner la primera palabra en mi libreta ya conocía a los tres protagonistas principales como si fueran amigos de toda la vida: cómo caminaban, cómo pensaban, su pasado, cómo reaccionaban ante cualquier situación… Vivieron tanto tiempo en mi mente que finalmente no sabía si yo los conocía más a ellos o ellos a mí. Tenían una personalidad tan marcada que no había llegado a escribir la página cien cuando decidieron tomar las riendas de la obra y hablar por sí mismos; creo que a esto lo llaman “la rebelión de los personajes”. Cada uno se encarga de representar en la novela aspectos muy distintos del ser humano: Josué representa la esclavitud de la cultura, Carlos la de las clases sociales y Kuima la esclavitud física. Y cada uno aporta también las sombras y luces del espíritu, como la lealtad, la traición, el humor, la soberbia, la generosidad, la esperanza o la desesperación. De los tres, reconozco tener especial debilidad por Carlos, tal vez porque es granadino y me ha dado la oportunidad de escribir en mi obra sobre esta tierra que tanto añoro, o porque se ha encargado dar un toque de frescura y humor al relato, que el lector agradecerá mucho en una obra que por momentos puede llegar a resultar muy dura.

Espero que todos aquellos que os decidáis a leerla las disfrutéis al menos la mitad de lo que yo lo hice escribiéndola. Si alguno tenéis alguna duda o pregunta adelante.

De nuevo os doy las gracias por vuestra paciencia y entrega, y os animo a leer esta novela, creo que os dará buenos ratos de compañía y os enseñará la cara oculta de algunas cuestiones que muchas veces damos por establecidas.
Hasta el sábado amigos.



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La última vuelta del scaife




Como varios de vosotros me habéis preguntado dónde podéis comprar mi libro, os dejo algunos enlaces para adquirirlo por internet. Aunque aquellos que tengáis Casa del Libro en vuestra ciudad lo podéis comprar en esta establecimiento. Además, podéis preguntar por él en vuestra librería más cercana y pedir que os lo traigan. Gracias por vuestro interés.

http://www.libreriaproteo.com/cgi_buscador.php?cadena=la+ultima+vuelta+del+scaife&buscador=
http://www.edicionesirreverentes.com/narrativa/UltimaVueltaScaife.htmhttp://www.casadellibro.com/libro-la-ultima-vuelta-de-scaife/1565262/2900001345055http://www.diegomarin.com/buscador_resultados.cfm?id_materia=1http://www.librerialuces.com/libro/LA_ÚLTIMA_VUELTA_DEL_SCAIFE/isbn/978-84-96959-42-2




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lunes, 7 de diciembre de 2009

LA ESCLAVITUD

ESTE VIDEO PUEDE HERIR TU SENSIBILIDAD, TÚ ELIGES VERLO O NO.





Hace unos días, casi por azar, me vi participando en una tertulia de radio sobre la esclavitud, el 2 de diciembre. Yo no sabía que era el Día internacional de la Abolición de la Esclavitud, llegué a la radio pensando que lo único que tenía que hacer era hablar de mi libro, como dijo Umbral aquel día en un programa de Mercedes Milá. Pero la directora del programa me pidió que me quedara, y lo hice. Aquellos que me hayáis leído o me estéis leyendo sabréis que es un tema que trato especialmente en mi última novela, de manera que pensé que quizás podría aportar algo. Resultó que la tertulia se convirtió en un discusión sobre las diferentes formas de esclavitud que vivimos los ciudadanos del primer mundo; que si los horarios, el trabajo, la familia… Finalmente en lugar de hablar de la esclavitud, conversamos, bajo mi punto de vista, de algo muy distinto, como si en nuestros días no hubiese seres humanos que verdaderamente sufren la esclavitud. El diccionario dice claramente que esclavitud es el estado del esclavo, del que pertenece a un dueño. No nos equivoquemos, ninguno de nosotros hemos sufrido las esclavitud, si acaso somos “esclavos voluntarios”. El verdadero esclavo no puede elegir, no puede escapar de un amo explotador que lo mantiene en condiciones inhumanas. Esto existe en nuestros días: en Centroamérica, en Sudamérica, en África, en China… ¡En España! ¿O es que podemos compararnos con las mujeres que vienen a nuestro país pensando en una vida mejor y acaban obligadas a prostituirse por un plato de comida, maltratadas de todas las formas inimaginables por un amo? ¿O a todos los pequeños que trabajan con sus manitas para multinacionales, con nuestro beneplácito y agradecimiento, por un plato de arroz y un techo que los resguarde del relente? ¿O a los niños soldados que después de asesinar a su familia son raptados por los mismos asesinos para luchar por la causa que los dejó huérfanos? No, señores y señoras (o señoras y señores, que ahora hay que andarse con pie de plomo con esto de la ley de paridad), ninguno de nosotros somos esclavos, somos adictos al consumo y a la queja fácil, estamos enganchados a los vicios del cuerpo, por eso no vemos más allá de nuestras narices. El esclavo, señores y señoras, o viceversa, sólo tiene dos opciones: u obedece al amo o pierde la vida.



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domingo, 6 de diciembre de 2009

¿LOBOS O CORDEROS?

Estas son unas de las imágenes más bellas que nos ha regalado el cine. La fotografía es magnífica y la música una buena compañía mientras leéis.





Hoy quiero hablaros de un tema que seguro a muchos les ha hecho pensar en algún momento de su vida y que trato de manera muy especial en el desenlace de mi última novela publicada: Lobos o corderos. Los seres humanos nos posicionamos sin fisuras ante una injusticia, es decir, cuando tenemos noticia de que alguien está sufriendo a manos de otro no dudamos en ponernos a favor de la víctima y condenamos fervientemente al verdugo. Lógico, enseguida nuestro yo más humano sale a flote y nos indignamos. Todos estamos dotados de una mayor o menor sensibilidad que nos hace reaccionar ante el sufrimiento de nuestro prójimo. Pero yo me pregunto: ¿Está la humanidad claramente dividida entre lobos y corderos? Si echamos la vista atrás y la fijamos en uno de los acontecimientos más dantescos de nuestro pasado reciente, como es la ocupación nazi, se nos pone el vello de punta y enseguida encontramos en los hechos dos grupos muy definidos: los corderos y los lobos, o lo que es lo mismo, los judíos y los alemanes. Se escapa a nuestra comprensión que todo un país fuese cuanto menos cómplice de un loco y sus secuaces; que perpetrara las más horrendas torturas contra todo un pueblo y llegara a asesinar a seis millones de judíos. Y se nos hace incomprensible tales atrocidades porque la mayoría de nosotros somos en potencia buenas personas. Pero yo quiero lanzar unas preguntas al mundo que me he hecho a mí misma mil veces:


—¿Qué pasaría si de repente perdiéramos nuestro trabajo?

—¿Qué pasaría si tuviésemos que empezar a vender lo que hemos conseguido a base de esfuerzo durante toda nuestra vida?

—¿Qué pasaría si lo poco que ganamos trabajando fuese para entregárselo a otros mientras convivimos con el hambre de nuestros hijos?

—¿Qué pasaría si la única esperanza que nos quedara fuese alguien que nos promete recuperar lo que nos han robado?

—¿Qué pasaría si ese líder nos dijera día tras día lo que estamos deseando escuchar?

—¿Qué pasaría una vez que el líder se hiciese con el mando del país y la única forma de sobrevivir fuese seguirlo?

—¿Qué pasaría si realmente dicho líder me estuviese devolviendo la “dignidad” que me robo la miseria?

—¿Qué pasaría si ponerse del lado de las víctimas supusiese arriesgar la vida de nuestros hijos?

—Y por último: ¿Seríamos lobos o corderos?





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viernes, 4 de diciembre de 2009

LAS RELIGIONES





Siguiendo en mi empeño de complicarme la vida, hoy quiero hablaros de las religiones. Siempre me ha gustado mojar en salsas espesas, no os cuento mis sufridas digestiones.


Consultemos el diccionario. Religión: Conjunto de normas, dogmas y prácticas relativas a una divinidad. Por otro lado: Cada una de las diferentes doctrinas según dichas creencias.

Quién no ha reparado alguna vez en esta cuestión; prácticamente la totalidad del planeta pertenece a una. Todas ellas, o más bien sus dirigentes, aseguran que son el único camino a la salvación, y que se hace imprescindible cumplir sus dogmas. Francamente, a mí lo de la salvación me interesa especialmente, porque saber que mi existencia tiene los días contados o, peor aún, la de mis hijos, lo llevo fatal. De manera que llegué a pensar que, dado que no hay manera de saber cuál de ellas es la acertada, lo mejor era profesarlas todas; imposible, por muchas razones, como por ejemplo lo lejos que quedaba de mi domicilio la sinagoga más cercana, pero sobre todo porque los dogmas de unas son contrarios en muchas ocasiones a los del resto. Después de dar al tema más vueltas que una noria, me di cuenta de aquello de que no se puede servir a dos señores a la vez, y decidí que, para no menospreciar a ninguna, lo mejor era seguir la mía propia, que, aunque llena de dudas, intento profesar lo más posible y espero fervientemente que me sirva para la salvación eterna. Para aquellos que como yo en cuestiones religiosas se sientan en tierra de nadie, os cuento los dogmas resultantes de la mía después de muchas reflexiones; aunque se aceptan sugerencias.

Dogmas válidos para todas esas personas que como yo creen fervientemente en Dios pero dudan de los hombres:

—Nacida católica por gracia del estado de turno y del agua que le vertió algún miembro de la curia.

—No católico a partir de la adolescencia, porque de ninguna manera lo siente.

—Cree en Dios, y cree porque si hubiese constancia no le haría falta, de manera que no puede explicar el porqué, pero así lo siente y lo vive.

—Practicante, porque necesita visitar el templo y la presencia de Dios en los momentos más importantes de su vida.

—Cristiana hasta la médula, porque después de leer el nuevo testamento varias veces no ha encontrado la más mínima fisura en la persona de Jesús y porque resumió todos sus sermones diciendo algo que ella cree a pie juntillas: “Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.

—No soporta que en Semana Santa el tráfico de su ciudad se pare para dejar pasar a unos muñequitos vestidos de lujo; para divertir al populacho ya está el carnaval.

—Siente y vive la navidad con autenticidad, porque como cristiana no hay un aniversario más importante que la noche buena. Lo del disparo del consumo en tales fechas es otra cuestión.

De manera que, teniendo en cuenta estas premisas y resumiendo, ha resultado que soy una persona creyente, practicante y no católica; que no católica no practicante, como se consideran la inmensa mayoría de los españoles.





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jueves, 3 de diciembre de 2009

"Lolita" Vladimir Nabokov




He pensado que, dado que mi blog intenta ser un hibrido entre cuestiones literarias y vitales, de cuando en cuando, os daré mi punto de vista sobre alguno de los libros que haya terminado de leer. Por supuesto, no soy una experta en críticas literarias, pero eso tampoco importa mucho, lo cierto es que de todos los críticos que nos aconsejan con sus reseñas en los mejores diarios del país, uno de cada diez escribe desde el conocimiento y la objetividad; el resto son voceros del sistema de turno, y esto último sí que es información veraz y demostrable. Pero esto es otra historia. Hablemos de “Lolita”, de Vladimir Nabokov.


Seguramente muchos de vosotros habréis visto la versión cinematográfica de “Lolita” y conozcáis su argumento y trama mejor que yo, que no he tenido la oportunidad, la visualización de las imágenes en una gran pantalla ahorra muchos quebraderos de cabeza. Por otro lado, el hecho de que yo sólo conozca la versión literaria me confiere cierto privilegio al analizar el texto, ya que no estoy “contaminada” por los cambios propios de la adaptación al guión.

Vladimir Nabokov publicó “Lolita” en 1955. Fue prohibida en Francia y en Inglaterra, y tardó tres años en ser aceptada en Estados Unidos, porque fue tachada de “escandalosa” e “inmoral”. No es cierto, nada hay en esta obra que pueda llevarnos al escándalo ni que hiera nuestra moral. Aunque el argumento es cuanto menos duro y polémico, ya que nos narra una historia de amor entre un padre y su hija, entiendo que no es justo que en su momento consideraran la novela una apología del incesto; por muchos motivos, pero principalmente porque Lolita no era hija carnal de Humbert Humbert, sino la hija que su esposa aporta al matrimonio. Ciertamente la relación de un cuarentón con una niña (su nínfula, como la llamaba Humbert Humbert), nos pone de antemano los vellos de punta. Pero Vladimir no justifica en modo alguno esta chirriante relación, como magnífico escritor, él sólo expone una historia muy polémica y creíble desde el punto de vista del protagonista, Humbert Humbert, que no es más que un hombre que vive torturado por una abominable debilidad que lo mantiene obsesionado durante toda su vida adulta. Vladimir Nabokov mantiene en su novela, de principio a fin, un lenguaje exquisito y para nada hiriente, dirige su pluma con tal elegancia y exquisitez que por muy sensible que sea el leyendo al citado tema puede deslizar su vista desde la primera a la última página sin sentirse herido en su moral; ya quisieran muchos escritores de novela erótica que sus obras se pareciesen siquiera a esta que nos ocupa, cuando la mayoría no pasan de escribir meros relatos pornográficos, que no novelas.

Por consideración a aquellos que aún no conozcan la obra, no voy a destripar la trama ni el argumento, sólo quiero destacar que “Lolita” es una obra universal que no sufrirá el paso del tiempo; que es un ejercicio literario brillante por su perfecta técnica gramatical, su escogida adjetivación y por su elegante estilo y ritmo; y que novelísticamente es una obra escrita con una fina inteligencia que demuestran la autoironía y lirismo de Humbert Humbert, el narrador y protagonista masculino. A todo esto habría que añadir que es una de las novelas más cultas del siglo XX, podría decirse que “Lolita” es un paradigma de novela. Sin olvidar que, como obra de arte, seduce al lector de principio a fin.





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martes, 1 de diciembre de 2009

BUSCANDO EL CAMINO

Alguien dijo: “El camino que buscamos está bajo nuestros pies”


Hay una película que ha visto casi todo el mundo: “La lista de Schindler”; aunque tengo que aclarar que yo pertenezco a ese grupo que fue incapaz de visualizar ciertas escenas, no sé si por cobarde o por sensible. He elegido una escena muy concreta que ilustra muy bien el tema que nos ocupa en estos días. ¡Y la he encontrado! Durante todo el estremecedor proceso que sufre la Alemania nazi, Schindler intenta ayudar a los judíos desde su privilegiada posición, y realmente lo consigue. Hasta aquí podemos considerar al protagonista un héroe, mucho más que la mayoría de los alemanes que ocupaban puestos parecidos. Pero es en el momento que vemos en el video cuando realmente se muestra más humano, curiosamente en el que más se llena de dudas y más culpable se siente. Es este el ejemplo de un hombre que ama profundamente al mundo, y que después de todo lo que había hecho y arriesgado, siente que no fue suficiente. No encuentro una forma más clara de mostrar a un hombre en el camino de la sabiduría; un hombre que no se vanagloria de sus buenas acciones, sino que llora por las que dejó pasar.

domingo, 29 de noviembre de 2009

NO ENVIDIO MÁS QUE LA SABIDURÍA




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Tiene la palabra “cultura” dos acepciones muy distintas y que solemos confundir con facilidad, aunque aparentemente conectadas. Por un lado nos indica el conjunto de conocimientos que posee cualquier persona, pocos o muchos; y por otro las costumbres y modos de vida de un grupo social. De manera que podríamos decir que todos los seres humanos pertenecen, y por tanto poseen, una determinada cultura por el hecho de ser nacidos, y otra que será adquirida durante la suma de sus días. Todos entendemos que una persona culta es aquella que tiene muchos conocimientos y por tanto una gran cultura. Hasta aquí no creo que exista mucha confusión. Sin embargo, solemos confundir al intelectual con el culto. Pues no, no es lo mismo. Mientras la sapiencia del culto se alimenta de los conocimientos ya escritos, la del intelectual lo hace del discurrir de sus neuronas. Esto es, el culto puede llegar a ser una enciclopedia viva, pero el intelectual, como libre pensador, tiende a poner en cuestión todo lo establecido y como resultado aprobará o no lo aprendido, o aportará nuevos conocimientos. El sabio en cambio, es un intelectual más elevado, que después de observar y sentir su mundo, reflexiona y siempre discierne entre el bien y el mal, y actúa con bondad y justicia. Por ello no envidio los bienes ajenos, ni los títulos, ni la belleza, ni el poder, ni la cultura, ni… Porque todo es vanidad. No envidio más que la SABIDURÍA.

sábado, 28 de noviembre de 2009

ORGULLO Y PREJUICIO




A menudo he escuchado a mi alrededor la frase “me siento orgulloso de”, de ser español, o andaluz, o madrileño, o… Y claro, yo, que esto de no dejar pasar ni una se está convirtiendo en una patología, me pregunto: ¿Por qué? No recuerdo bien mi estancia en el vientre materno, pero de haber podido, hubiese elegido nacer en Finlandia, por ejemplo. No sé por qué, me encanta el clima frío. Supongo que todo lo que lloré al nacer fue de mero cabreo, nací en el sur de España. No creo que nada de aquello que no suponga una decisión o esfuerzo por nuestra parte sea motivo de orgullo. Es más, como muy bien expone Jean Austen en su no vela, el orgullo implica prejuicio. Quiero decir que el hecho de sentirse orgulloso de pertenecer a un lugar concreto implica irremediablemente tener prejuicios contra el resto. Yo desde luego no me siento orgullosa de ser, ni europea, ni española, ni andaluza. Dice el diccionario, orgullo: satisfacción personal que se experimenta por algo propio o relativo a uno mismo y que se considera valioso. Tampoco es que la RAE se haya estrujado la valiosa masa gris que alberga para definir el orgullo, pero queda claro que no tiene más valía ser francés que sudafricano.




Con la premisa de que podemos sentirnos orgullosos de cualquier cosa sin que suponga esfuerzo alguno por nuestra parte, enseñamos como pavos en celo nuestro coche, nuestra casa, nuestros vestidos, nuestros títulos, nuestra belleza… Cada vez que nos identificamos con semejantes atributos, totalmente circunstanciales, levantamos un muro a nuestro alrededor que nos impide sentir, no digo conocer, esto sería muy discutible, nuestro mundo. Y yo me preguntó, y preguntó al paciente lector: ¡¿POR QUÉ?! ¿Qué beneficios nos aporta finalmente este vacuo orgullo? ¿Por qué seguimos meándonos como perros por las esquinas para marcar nuestro territorio?

viernes, 27 de noviembre de 2009

Una Vida Ejemplar (Vicente Ferrer)




El escueto sondeo de opiniones que arroja este humilde blog, me hace darme cuenta de que es tal vez la falta de esperanza lo que nos tiene estancados, muy posiblemente porque tenemos miedo a perder las ventajas que disfrutamos frente a esas dos terceras partes del mundo que sí nos miran esperanzados, porque esperan, sueñan y anhelan que finalmente nosotros demos ese paso que los salvara de su atroz sufrimiento. Nos equivocamos al pensar que perder ventaja sería perder de alguna forma nuestra felicidad, cuanta más gente feliz nos rodee, más felices seremos todos; cuanta más gente culta y preparada pueble la tierra, más cultura para el conjunto; cuanto más lejos llegue la tecnología, más posibilidades habrá de resolver los problemas mundiales. Resulta muy fácil decir que no podemos cambiar las cosas desde el lado más privilegiado del mundo; imaginaros qué les quedaría al resto si ni siquiera creyeran. Me prohíbo pensar, ni por un segundo, que el hecho de que en la corta historia del hombre aún no haya surgido una solución para erradicar las miserias corporales y espirituales de la globalidad, ésta posibilidad no exista y en un futuro no sea posible. Fijaos que América no existía antes del 1492, ¡mentira! Sólo fue necesario que un hombre creyera (explicado a groso modo, que ya sé lo que estaréis pensando algunos), para que apareciera en nuestro planeta ese hermoso continente. Nada es posible si no alzamos la vista más allá del horizonte y seguimos mirándonos el ombligo. Y os digo que llegará el día en que nuestra generosidad se imponga, porque está en nosotros; aunque tengamos que reducir nuestros sueldos y frenar nuestras ansias de consumo. Llegará el día en que el hombre experimente que la tranquilidad de saber que su prójimo tiene sus mismas oportunidades no es comparable a poseer cuatro viviendas o dos coches de lujo; que nos han mentido, que no es cierto que necesitemos acumular bienes para asegurarnos la felicidad, que es lo único que importa; que nos han mentido los de siempre, los que saben que mientras consumamos ellos seguirán obteniendo pingües beneficios, y como consecuencia el poder.


Tuve la suerte de ver, por casualidad, la última aparición en Televisión Española que le concedieron a Vicente Ferrer, sospecho por qué no lo invitaron más, dos o tres años más tarde murió. En aquella intervención dijo algo que molestó enormemente a los “poderes”, la gente honesta y sincera suele ser muy molesta. No lo recuerdo literalmente, pero creedme que no fabulo en absoluto al reproducir sus declaraciones. Más o menos habló así: “El mundo está dividido en dos grupos: el A y el B. En el grupo A están todos los que tienen el poder y el dinero y sus discípulos, y en el grupo B estamos todos los demás. Los del grupo A ponen especial esfuerzo e interés en hacernos pensar que los necesitamos para organizarnos y sobrevivir en este mundo; pero no es cierto, ¡son ellos los que nos necesitan a nosotros!, que somos los que trabajamos y luchamos para dar lo mejor de nosotros a los demás cada día. Sus declaraciones siempre hacían mucho daño, sobre todo porque era un ejemplo vivo y estaban llenas de contenido. Él creyó en una India mejor, y porque creyó, se fue dejándola notablemente mejor.

En el siguiente video salen entremezcladas algunas imagenes de Jesucristo, supongo que quien lo ha hecho ha creído conveniente que de alguna manera quedará claro el espíritu cristiano de Vicente. Es triste tener que explicarme, pero es lo que toca en este momento histórico laicista que vivimos, de manera que aclaro que no hay ningún intento por mi parte de adoctrinamiento solapado, y que, de haber podido, las habría quitado para evitar suspicacias que puedan desvirtuar el mensaje, aunque me sienta cristiana hasta el tuétano.

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jueves, 26 de noviembre de 2009

Esencial, importante y superfluo




Como lo prometido es deuda, aunque he hecho un alto en el camino para contestar a un bloguero díscolo, aquí os dejo lo que objetivamente considero esencial, importante y superfluo en la vida de un ser humano; aunque, por supuesto, no deja de ser una visión personal.


Sobre la alimentación:

Esencial: Es esencial que todos los nacidos de nuestra especie en la tierra nazcan con las garantías de que serán provistos de una alimentación sana y variada durante toda su vida.

Importante: Es importante todos tengamos derecho a deleitarnos con el sentido del paladar. No se trata sólo de llenar el estómago con inteligencia; todos queremos probar, a partes iguales, el jamón de Jabugo.

Superfluo: es una pérdida injustificada de energía que haya lugares donde para comerte un buen solomillo tiren la res entera, por poner un ejemplo. Todos tenemos derecho a comer lo mejor de la res de vez en cuando y el deber de aprovechar el resto.

Sobre la vivienda:

Esencial: Es completamente inhumano que haya un solo individuo sin vivienda. Todos debemos dormir bajo un techo seguro y privado donde resguardarnos y desarrollar nuestro ambiente familiar.

Importante: Es interesante que nuestro hogar esté provisto de enseres que nos faciliten la vida, acordes con el momento tecnológico que vivimos.

Superfluo: Resulta una canallada que nuestro sistema de consumo nos haya obligado a asegurar nuestro futuro invirtiendo en ladrillo. Una vivienda por familia es suficiente. No se puede consentir que un solo individuo posea bloques de pisos enteros, vacios, mientras hay familias que no pueden pagar la hipoteca. Esto, señores y señoras, es de juzgado de guardia, y debemos resolverlo cuanto antes.

Sobre el trabajo:

Esencial: No puede haber ni un adulto buscando trabajo y mucho menos viviendo del cuento. Trabajar es un derecho y una obligación.

Importante: Todos los seres humanos deberían hacer un trabajo adecuado a sus capacidades. No tiene sentido realizar un trabajo sin vocación.

Superfluo: No se puede consentir una sobrevaloración del trabajo; cobrar millones de euros por jugar al futbol (lo siento por los futboleros) o por dirigir un banco, es una de las peores lacras de nuestra sociedad.

Sobre la educación:

Esencial: Es esencial que todos los seres humanos tengan acceso a una educación básica. No puede haber ni un solo individuo si derecho a la escolarización o, si mostrara actitudes, a la formación universitaria.

Importante: Es importante poner al alcance de todos los hombres y mujeres las herramientas necesarias para alcanzar la excelencia en la disciplina en la que destaquen.

Superfluo: Es totalmente superfluo y estúpido gastar la escasa energía de la que disponemos en formar a estudiantes universitarios que adolecen de vocación y capacidad, por el solo hecho de ser “hijos de”. La educación es un bien necesario y caro, no se puede desperdiciar.

Sobre el trasporte:

Esencial: es vital que todos podamos desplazarnos al colegio o trabajo, por ejemplo, de la forma más segura y rápida posible. No se puede consentir que en los tiempos en que vivimos todavía haya niños que para ir a la escuela tengan que caminar dos horas, a veces sin zapatos.

Importante: es importante que todos los individuos tengamos acceso a cualquier punto del planeta, y no sólo unos cuantos.

Superfluo: es para darse de mamporrazos que cuatro pijos, siempre los mismos, se dediquen a dar vueltas por todo el planeta, con trasporte privado, por mero aburrimiento.

Sobre la salud:

Esencial: no debe haber ni un solo individuo que no tenga las garantías sanitarias básicas garantizadas.

Importante: que los últimos avances en medicina cubran a todos los habitantes del planeta por igual y que vivir en el tercer mundo no sea una desventaja médica.

Superfluo: es totalmente superfluo que haya un alto porcentaje de personas que usan la medicina para esculpirse el cuerpo a su antojo.

Lo mejor de todo es que, si elimináramos los gastos superfluos toda nuestra especie tendría garantizado lo esencial y lo importante. Seguro que a vosotros se os ocurren mil ideas más. Las espero. En la próxima entrada expondré la posible solución al reparto injusto; quién sabe si alguien nos lee y toma nota, al fin y al cabo este blog está dentro de la red más universal conocida hasta el momento.





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miércoles, 25 de noviembre de 2009

TENGO QUE CONTESTARLE A CURRO



A raíz de la opinión que ha puesto en el blog sobre la anterior entrada nuestro estimado Curro, he decidido dedicarle estas palabras abiertamente. No tengo miedo del capitalismo, ni me escondo de nada; soy un ser humano que duda de casi todo, pero de lo que estoy convencida voy para delante, pese a quien pese.


Para Curro:

Estimado Curro, no salgo de mi estupor, por muchas razones, pero especialmente por tu falta de confianza en que las cosas pueden cambiar, que demuestras colgando etiquetas sin ton ni son a catalanes y andaluces, por ejemplo. Soy andaluza, y toda mi familia, y tengo que decir (aunque no me gusta personalizar, porque creo que es tan nefasto como generalizar) que en mi larga familia no conozco a nadie, ¡a nadie!, quede claro, que se gaste el dinero en palmas y vino. Y no sólo mi familia, sino toda la gente que me ha rodeado y me rodea. Desde pequeña he visto a mis mayores trabajar de sol a sol para sacar adelante a su familia. Hay en ella, mi familia, andaluza, ejemplos dignos de admiración. Tanto mis padres como mis hermanos, no hacen otra cosa que trabajar. En mi casa por ejemplo, todos andaluces, no hay ningún miembro que se dedique a malgastar el dinero en palmas y vino. Todos, absolutamente todos, luchamos desde que sale el sol. Mi marido y mis hijos se ganan la vida trabajando como condenados. Y yo, que soy un alma inquieta, desde que se fueron mis hijos, me dedico a formarme y a dar de mí lo mejor, y por no tomar, no tomo ni café con las amigas; aunque en este momento me vendría muy bien una tila con una de mis mejores amigas. Fíjate que, tanto mi marido como yo, hemos empleado el dinero que “sobraba” en educar a nuestros hijos lo mejor posible, porque sabemos que es nuestra responsabilidad dejar este mundo mejor de lo que lo encontramos, y somos conscientes de que esta es la mejor manera. Jamás nos ha ayudado el estado ni en una peseta, al revés, si podía nos ahogaba aún más. Y, si se da la ocasión, porque hay algo que celebrar, como la graduación de un hijo, o la llegada de un nuevo miembro a la familia, damos palmas como locos, ¡en domingo!, que es cuando descansamos, y no necesariamente con vino. Me duele especialmente tu opinión sobre los andaluces, pero quiero decirte que también me duelen los catalanes, porque no tengo la menor duda de que, seas del lugar del mundo que seas, como ser humano, la mayoría sabemos que la importancia del dinero es siempre relativa. Tengo y he tenido amigos catalanes, no sé tú.

Otra cosa: no soy ni roja, ni verde, ni azul, ni leches; soy un ser humano que sufre cuando su prójimo sufre, y que espera y desea que todos los de su especie duerman cada noche tranquilos, porque todo está como debe ser.






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