viernes, 31 de diciembre de 2010

La ley de la atracción y los deseos para el futuro



Entrada publicada por Jose C.





Seguramente habréis oído hablar de ella, pues en los últimos tiempos hay cierto empeño divulgar esta capacidad. Es algo que venimos utilizando desde siempre -que yo sepa- pero a menudo de manera inconsciente. Por ejemplo, la expresión "ojalá me toque la lotería" u "ojalá consiga ese trabajo" y tantas cosas de este tipo. También los hay deseos malsanos como "mal rayo te parta" o "por ahí te pudras" y montones de combinaciones lingüísticas que todos conocemos en este sentido. No recuerdo a nadie, por muy escéptico que se autodefina, que en ningún momento haya invocado algún tipo de deseo. Es por tanto esto de desear y esperar que se manifieste tal deseo, algo intrínseco en el ser humano.




Para mi es una ley incompleta, pues entiendo que se ha extraído de la ley (llamémosla universal) de causa - efecto, también denominada de otras formas equivalentes, y que no es más que electromagnetismo, que parece estar presente en todo lo que se mueve en el universo, tanto a nivel físico como metafísico. Considerar solo la atracción en esta ley es ignorar el paquete completo de consecuencias, afectadas también por la repulsión o rechazo, que queramos o no va unida. Es decir, si formulamos adecuadamente un deseo negativo para alguien, por el efecto correspondiente esta persona tendrá una emoción-experiencia negativa, que de alguna manera proyectará a su entorno y acabará volviendo hacia nosotros, ya sea por caminos directos o al alcanzarnos en su deambular por el universo. Del mismo modo, si formulamos un deseo positivo para nosotros mismos pero que pueda repercutir de alguna manera en perjuicio de alguien, se ocasionará un efecto repulsivo que nos vendrá de vuelta.




Visto así, desde la convicción de que el universo no funciona de manera fortuita o caprichosa, convencido por tanto de que lo que ha de pasar depende de como pensemos y actuemos en el presente, me propongo para 2011 y en adelante desear tanto para mi como para el resto de seres inteligentes, que además tenemos la facultad de crear conscientemente, reflexionar sobre nuestros actos, costumbres y pensamientos mas o menos automáticos, al objeto de contener nuestros impulsos de repulsión ante las situaciones que vivimos y pararnos a valorar si lo que estamos pensando, realmente será para propio beneficio aún cuando se tome consciencia de que perjudicará a otro, y así por ejemplo, tener presente que hay muchos seres en la tierra, hermanos, que no pueden participar en estos espacios, ya no porque no tengan medios, sino porque dedican su existencia a subsistir, tratando de vencer retos tan elementales como el hambre y la enfermedad, valorando si en estas décadas de crecimiento económico y de bienestar social ha habido algún beneficio para ellos o reducción alguna de este mal, mientras luchamos por nuestros deseos de mejora sin considerar a quienes se quedan atrás. Me parece algo fundamental para poder hacer realidad nuestros deseos más profundos y más aún en los tiempos que vivimos, en los que se prevé un importante cambio en el que deberemos participar con nuestra mejor voluntad. Recordad que todo se mueve y se manifiesta como energía, que no se destruye y que, lo creamos o no, nosotros la canalizamos y la dirigimos.

Así pues, deseo un ¡FELIZ 2011! y sucesivos, y que nuestros propósitos estén cargados de energía para proyectar amor hacia nosotros mismos, nuestros seres más queridos y hacia la humanidad, que de seguro, así nos irá mucho mejor.



Finalizo este texto señalando también algo muy importante, el agradecimiento, y en concreto el mío hacia tod@s vosotr@s por estar ahí, acompañando con vuestras visitas y comentarios y especialmente a Ángeles y Mercedes por dispensarme un hueco en este blog compartido por tanta buena gente.

Abrazos,

Jose C.




contador

martes, 28 de diciembre de 2010

EXTERIORES

Autora del texto Ángeles Hernández Encinas


 Nadie bailaba como ella. En público se transfiguraba y era un cisne de cuello largo que se deslizaba sobre el escenario como si fuera un remanso de agua. Sus manos estaban vivas, sus brazos adquirían la tersura y volumen de alas al viento y con las piernas giraba, saltaba, cabrioleaba y hasta volaba. En cada escenario, en cada nueva ciudad de norte o sur, oriente u occidente, conseguía llegar al corazón y a la sensibilidad de los más exigentes y también de los más tolerantes; todos le regalaban miles de aplausos, cientos de ovaciones, calurosos y enfervorecidos vítores.

Captaba el favor de los otros también fuera de la escena, lo mismo cuando lucía modelos de “haute couture” que en ella brillaban con luz cegadora, que llevando unos jeans y una sudadera. La cámara la amaba y con la prensa tenía una relación siempre lisonjera. Nadie sabía su edad exacta y ella aseguraba que, ni más ni menos que, la del personaje que representaba en cada momento.

Sin embargo, su vida privada era absolutamente desconocida. Blindada a cualquier mirada había logrado, gracias a su habilidad con los medios, un muro de silencio absoluto cuyo misterio aumentaba el encanto y respeto que inspiraba. Sólo ella sabía que al traspasar el umbral de su búnker de acero, la soledad más sola, la tristeza más profunda y la decrepitud más decadente, la convertían en un ser miserable, irreconocible incluso para las personas que, de manera mercenaria, se dedicaban al cuidado de su persona y de sus bienes. 

Su existencia únicamente tenía sentido en el aplauso y el reconocimiento. Necesitaba ese alimento ya que de sí misma nada amaba.

jueves, 23 de diciembre de 2010

NOCHEBUENA PRIVADA

Autora: Ángeles Hernández Encinas

 

Cuando nuestra madre, con 38 años y cuatro hijos ya criados, supo que estaba embarazada, se llevó un pequeño disgusto.  Ahora que solamente falta un mes para el nacimiento de la criatura,  está estupenda: tan guapa como siempre su cara radiante sonríe a todas horas, esperando  impaciente que llegue el momento. A papá también  le notamos  muy contento, se le cae la baba cuando mira a su esposa y a todos nos cuenta lo bonita que va a ser la niña nueva.  Pero los más ilusionados somos nosotros, los hermanos mayores, soñando  con  cariños de azúcar y miel y con darle tantos mimos  que nos la vamos a comer a besos.


En casa todo está preparado, la cuna chiquita cubierta de puntillas y lazos, pañales, polainas, arrullos, peleles, patucos, baberos, y un precioso traje de cristianar de organdí y encaje. Todavía no estamos seguros de cómo se va a llamar,  de momento es simplemente “la niña”.

 

Estamos en fiestas,  mañana  es Nochebuena y hoy, después de oscurecer,  los dos mayores hemos salido  con los amigos a cantar villancicos y rondar  por las calles,  como  es costumbre en nuestro pueblo.  A las once ya es hora de recogerse y tomamos rumbo a casa. Pocos metros antes de nuestro destino encontramos a nuestros padres caminando en dirección contraria. La noche de invierno está templada, el paseo es agradable y nos explican que van  a acercarse tranquilamente hasta la clínica del Jardincillo,  para que miren a mamá que está un poco "revuelta".

 
Hora y media más tarde, cuando ya empezamos a estar preocupados, regresa papá solo. Viene con prisas y con la alegría iluminando sus rasgos serenos y su amplia frente.

- ¿Qué tal mamá? ¿Dónde está? -preguntamos ansiosos.

- Está con la niña- contesta  algo despistado.

- ¿Es que ya ha nacido?, ¿tan pronto?, pero ¿y mamá? -inquirimos otra vez. 

-¿Mamá?, bien, muy bien, todo ha ido muy rápido, perfecto. Vengo a por la ropa y las cosas. Belén, la niña se llama Belén que ya estamos a veinticuatro, es preciosa, chiquitita, muy bien hecha –nos informa  a modo de telegrama nuestro progenitor que, como rabo de lagartija, se mueve por toda la casa rebuscando.

 

Por la noche, en la cena de  “La Nochebuena”  estamos todos. Los padres, los cuatro de siempre y la niña Belén, redondita la cara, chiquitas las manitas, muy preciosa. Nochebuena especial con nacimiento privado.  Noche-buena, noche maravillosa.


lunes, 20 de diciembre de 2010

NO TE SUPE PERDER" , DE SALVADOR NAVARRO

Autora de la Reseña: Ángeles Hernández Encinas 

Salvador Navarro nació en el año 1967 , en un barrio de clase media de una Sevilla que aún veía la tele en blanco y negro. Después del Bachillerato en un colegio religioso, estudió Ingeniería Industrial y con la universidad casi concluída ”la mili” fue la ocasión para lanzarse a escribir su primera novela, "Tres", nunca publicada pero fundamental para saber que jamás dejaría de contar historias. Terminada la carrera empezó a trabajar en Renault con mucha teoría en la cabeza y poca idea de lo que era la industria. Dice S.N. “allí me hice como hombre, me di valor como persona y encontré una base profesional para construir una vida más que digna” Por esa época tuvo ocasión de ponerse en contacto con la editorial Jamais responsable de la primera publicación de una de sus historias, "Eres lo único que tengo, niña" (2002). Después vendrían  “Rosa O” (2004) y “Andrea no está loca” (2008). En Junio de 2010 se editó “No te supe perder” su mejor novela, finalista del XIX Premio Internacional de Novela Luis Berenguer.  En la actualidad tiene muy avanzada su próxima obra en la que habla  del amor en su vertiente más generosa.

El libro que hoy comentamos, llegó a mis mano por azar, recomendado en las jornadas literarias "Ábrete libro" por el propio autor, un sevillano que se gana la vida como ingeniero industrial. Aunque quizás nada es casualidad y estaba previsto que, la cuarta novela de Salvador Navarro, fuera una de las lecturas que más me conmovieran  en este año que acaba. “No te supe perder” es, en mi humilde opinión de lectora, simple aficionada pero entusiasta y plural, una novela de las que dejan huella.

El maltrato de género, casi siempre abordado desde una sola perspectiva, nos es mostrado aquí como un problema complejo, multicausal, en ocasiones difícil de identificar o de prever, que puede asustar incluso al propio maltratador y que muchas veces tiene un componente cultural de aguante, consentimiento y tolerancia. Se presenta de una manera muy acertada, clara, concisa y específica, pero también sin el morbo negativo  de escenas  desagradables, burdas o sensacionalistas.
 
El autor domina los diálogos y la caracterización psicológica y biografía de todos los personajes que, de forma cuasi coral, intervienen en la obra, mostrando con ello un profundo conocimiento del alma humana, polifacética, contradictoria y capaz de todo lo bueno y todo lo malo. Entre esta amalgama de personajes perfectamente definidos, cuyas vidas se entrecruzan para dar lugar a la tupida y sin embargo transparente red que conforma esta historia, quiero destacar a Marga, Lucía, Roberto, Jordi el Pirata, Lola, Rocco y al nexo de unión entre ellos y eje en torno al que todo gira: Yann. Este coprotagonismo permite, según palabras del propio Salvador Navarro, “ tener muchos prismas, no sólo para poder tratar el tema del maltrato, sino también para abordar relaciones emocionales secundarias que me parecían fundamentales en la trama”.

Desde el punto de vista de la estructura narrativa y dado el gran número de actores, la obra está diseñada de manera muy cuidadosa, dividida en capítulos con el nombre de los personajes y delimitando periodos concretos de tiempo, para facilitar la localización de los diferentes ambientes y el desarrollo de la trama.

No es mi intención en esta reseña contar el argumento ni desentrañar los secretos que ha de ir descubriendo el lector, por eso me permito citar dos detalles, especialmente curiosos, que no influyen en el mismo: la existencia de una historia dentro de la historia en forma de obra de teatro, “Craneoterapias“, y la magnífica descripción de los lugares en los que se desarrolla la acción, Sevilla y la costa este de Cádiz.

Leyendo esta prosa profunda y de alta calidad he experimentado la emoción que se siente ante una obra de arte. Pueden parecer exageradas mis apreciaciones, subjetivas, y por tanto, no aptas para sentar cátedra, pero sé lo que me gusta y por qué. Con ese convencimiento, recomiendo encarecidamente su lectura, a todos los que amen la buena literatura y disfruten con ella.

FICHA TÉCNICA  
Título: "No te supe perder"
Autor: Salvador Navarro.
Editorial: Guadarrama  (2010)

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Belleza, espiritualidad y sexo.


Entrada publicada por Jose C.



La creación no deja de sorprenderme, en especial en la línea del humano, porque si es cierto que la naturaleza guarda aún muchos secretos, también lo es que la capacidad creativa de la mente parece inagotable.

Lo que os voy a contar hoy es una curiosa novedad que entraría en la sección de cotilleos, aunque una vez terminado mi análisis personal no queda como una innovación creativa humana, pues la considero como una versión adaptada a nivel popular de los rituales elitistas secretos que nos sugieren las teorías conspirativas.

Hace poco, hablando con una amiga inquieta por el conocimiento de la verdad, me contaba uno de sus episodios vividos en su viaje hacia el saber. Le ofrecieron asistir a una reunión (en esta ocasión, exclusivamente femenina) en la que se realizaba la presentación de una serie de sesiones esotéricas que conformarían un curso y por el que tendría que pagar una considerable cantidad de euros. La presentación se celebró en un local reservado de un centro de estética, convenientemente aislado y acondicionado para estos menesteres, con velas, flores e imágenes de maestros ascendidos, reconocidos por el movimiento Nueva Era y decorados a modo de pequeños altares. Para sorpresa de mi amiga y como preámbulo, fueron expuestos una serie de utensilios "tupper sex" para la apreciación de las asistentes, evidenciando la capacidad humana sobre el aprovechamiento de recursos, sobre todo en cuanto a negocio se refiere. También hubo café e infusiones. Rebasado el preámbulo, entraron en materia con una serie de conceptos recibidos de los mencionados maestros, que ofrecen caminos para descubrir los enigmas de la vida. Conforme avanzaba la presentación, mi amiga, con la lógica intención de enterarse de lo que realmente se ofrecía, no perdía oportunidad de preguntar sobre las dudas que le iban aconteciendo y cuyas respuestas no le resultaron satisfactorias, pero al terminar la reunión y aprovechando las despedidas, la ponente le habló sobre el estado de un ser querido fallecido, hecho que supuestamente no debía conocer y que ponía de manifiesto su poder para canalizar mensajes del mas allá.

No lo se, pero si fue una visión real de la vidente o un montaje, para mi es lo de menos. Estoy convencido de que las canalizaciones existen, pero lo importante es discernir hacia donde les llevan a las personas que recurren a las de este tipo, y aún más, que es lo que buscan. Me basta analizar el entramado de adornos de estas experiencias para comprender que se trata de un atajo espiritual que reconduce a una realidad equivalente a la que vive el explorador, aunque posiblemente menos densa. Al ser humano le pierden muchas cosas y una de ellas es la pereza por la introspección, que le puede dar la respuesta a tantas cosas que no puede encontrar buscando fuera; pero no le da tanta pereza hacer uso de sus debilidades para hacer negocio y de paso hacer proselitismo para esta enigmática densidad, cosa que al parecer es tan deseada por los maestros de este movimiento espiritual. Para mí, el amor verdadero es el camino y comprender esto supone el principio de nuestra lucha.


Abrazos,

Jose C.




contador

lunes, 13 de diciembre de 2010

Entrevista Manuel Ariza Canales


Mientras la autora titular de este vuestro blog continúa concentrada en su nuevo trabajo, os dejamos hoy una interesante entrevista realizada por Manuel Ariza Canales, publicada en el Diario Córdoba el sábado pasado y por la que podréis conocer mejor los entresijos y la esencia de “La última vuelta del scaife”.
Os dejamos con ella.
Mercedes Pinto
Manuel Ariza Canales

La narrativa es el arte de contar buenas historias. Después de leer La última vuelta del scaife de Mercedes Pinto (Ediciones Irreverentes), ese sencillo axioma vuelve a ser evidente. Porque esta no-vela es, ante todo, un gran relato de aventuras. Que en torno a él puedan hilvanarse, de manera casi natural, interesantes reflexiones acerca de la condición humana no constituye sino una enriquecedora consecuencia de la vida y la emoción que destilan sus páginas. La larga existencia de Josué, el protagonista, abarca casi todo el siglo XX. Vive la Gran Guerra siendo aún un niño, la brutal crisis económica acaecida en la Alemania del periodo de entreguerras, la huella que dejó la esclavitud en las colonias africanas, el ambiente tenso de la Guerra Civil española durante el tiempo que vivió en Madrid y, final-mente, las secuelas del holocausto a su vuelta a Essen. Una épica personal en unos tiempos convulsos que supusieron el sangriento canto de cisne del idealismo romántico que había empapado toda una época de revoluciones, frustradas esperanzas y utopías de progreso sin fin a costa de la explotación colonial.

–¿Qué sueños persigue Josué en sus viajes?
–Al principio, él mismo cree que sale de su tierra para buscar la fortuna que le permita contraer matrimonio con la muchacha de la que se ha enamorado. Pero poco a poco va descubriendo que su auténtica motivación es otra. Que tal vez, como escribió Kavafis acerca de Ulises, Ítaca no sea más que el pretexto para seguir amasando experiencias, autoconocimiento... Si la vida es un viaje, el viaje es su propia justificación.
–¿Cómo se le ocurrió esta novela?
–Desde hace muchos años hay una pregunta recurrente en mi vida: ¿qué es la religión para el ser humano?, ¿una ayuda para el camino o un lastre? De alguna manera, con esta novela, me obligué a reflexionar y me contesté.
–Hace falta valor para embarcarse, nunca mejor dicho, en un proyecto tan ambicioso.
–No necesité valor por una sencilla razón, lo hice casi sin darme cuenta. Al principio fue como un juego, un ejercicio literario personal, un acicate para ser más consciente cuando viajaba o consultaba libros de historia. Pero cuando conté los folios... ¡Más de dos mil! Así que no me quedó otro remedio que decirme a mí misma: ordena esto, elimina todo lo que sobra y quizás alguien quiera leerlo.
–¿Cómo te documentaste para la recreación de las diversas épocas que recorre tu protagonista?

–La narración se desarrolla a lo largo de casi todo el siglo XX y en varios países, lo que me llevó mucho tiempo de documentación; de los dos años que supuso escribir la obra, uno y medio lo dediqué a documentarme, consultando en las más diversas fuentes: libros, documentales, internet... Incluso estuve en Berlín visitando el campo de concentración de Sachsenhaussen, una construcción pensada para hombres y gemela a la de Ravensbruck, que a finales de la guerra se convirtió en un campo de exterminio en toda regla, para poder comprobar en persona la fidelidad de lo que había escrito. A veces los detalles más nimios pueden suponer semanas de trabajo, como encontrar una carta de arresto de la Gestapo o un buque de carga y pasaje de principios del siglo pasado que se ajustara al recorrido y las condiciones.

–Por cierto, Mercedes, ¿qué es la aventura?

–Enfrentarse a la adversidad, en definitiva, vivir. Aunque, y que esto quede entre nosotros, yo escribo para poder disfrutar de las aventuras que no tengo el coraje de vivir. Me da pavor subir a una montaña; pero, sin exponerme, puedo imaginar lo que se siente al mirar el mundo desde allí arriba o lo que hay tras ella.

–Sí, hay que ser muy cobarde para escribir sobre asuntos emocionantes. ¿Un personaje marcado por el destino? ¿Cree también que todo está escrito, que Dios o una fuerza superior es el novelista de nuestras vidas?

–La pregunta del millón. Creo que, de alguna manera, hay un novelista y una novela con mayúsculas, un proyecto con una trascendencia que se nos escapa. Pero también creo que cada uno decide si forma parte de él o no. Cuando a Corto Maltés, el personaje de los comics de Hugo Pratt, una gitana le leyó la mano y le dijo que no tenía la línea de la fortuna, él sacó una navaja y se la trazó con un corte profundo que habría de dejarle una cicatriz de por vida. Así que, bien mirado, no creo tanto en el destino como en el espíritu humano. Un espíritu que puede verse disminuido por la educación, el entorno social en que se nace y se crece. Las primeras páginas de nuestra propia novela las escriben por nosotros, pero en el nudo y el desenlace tenemos mucho que decir y hacer. Y siempre, por difíciles que sean las circunstancias, podremos optar entre el bien y el mal.

–Dos temas esenciales de su novela son el amor y la amistad. A su juicio, ¿en qué se diferencian y en qué se parecen?

–El amor es el tronco, la amistad es una rama.

–¿Cómo definiría su estilo?

–Claramente humanista. Me gusta hacer conversar a mis personajes sobre los te-mas de siempre, sobre lo difícil de vivir, ¡tan duro y bello a la vez! No soy una escritora de género, de hecho ninguna de mis novelas repite género por el momento, lo que sé lo he aprendido de los clásicos, esos que siempre tienen un hueco en las librerías.

–Presente su novela en cincuenta palabras.

–¿Tienen que ser cincuenta? Vale, allá voy: es una obra que, sin efectismo barato, pretende impactar; y cuyo objetivo de fondo es rescatar las dudas existenciales de siempre, esas que en nuestros días hemos decidido obviar para anestesiar la conciencia. Mis personajes no son intelectuales, descubren el sentido de la vida viviéndola, arrojándose con pasión al torrente de una aventura única. Cuéntelas. –Sesenta y tres. Pero le dejo pasar.

contador

viernes, 10 de diciembre de 2010

CARTA A LA AMIGA QUE ACABA DE IRSE

Autora: Ángeles Hernández Encinas


 
En el velador de mi casa, hoy vacío, no faltaste a mi último cumpleaños.


Querida Ester:

Cuando te pensamos, es a una mujer curiosa, ávida de conocimientos, siempre inquieta por saber y descubrir, navegando por todos los mares, desde el Cantábrico al Báltico, sin olvidar el Atlántico y el virtual, a quién estamos viendo.

Si te recordamos, tu sonrisa tranquila, tu calma serena, tu optimismo perenne y tu fuerza inagotable para hacer, para luchar, para explorar, para seguir adelante… nos hace sonreír.

Y es al añorarte, cuando echamos en falta a la amiga que siempre está, a la que escucha, generosa, regalosa, encantadora, encantada …

Por todo eso y porque te queremos…

Hoy no te vas, te quedas con nosotras, tus amigas, a las que tanto has amado, a las que tanto has cuidado y en cuya memoria siempre seguirás viviendo.

Oviedo 11.11.10

martes, 7 de diciembre de 2010

¿¿¿LA HABANA ES CÁDIZ CON MÁS NEGRITOS???

 Autora: Ángeles Hernández Encinas



Vivo en La Habana, Cuba, estamos en 1995, mi nombre es Julián y tengo 35 años; mulato, de piel oscura, desciendo de una raza de hombres y mujeres de origen lejano y cultura muy distinta a la del Caribe que nos rodea. Soy médico, un buen médico que trabaja con una enorme escasez de medios y mucho entusiasmo, aunque, a medida que los recursos disminuyen de manera escandalosa, el entusiasmo va perdiendo importancia. Si miro a mi alrededor no puedo quejarme: tengo buenos amigos, madre y hermanos, soy bien tratado por el régimen al que he dado mis mejores años y aunque, cada vez menos, aún me siento útil, aún me siento vivo. Como no tengo hijos a los que alimentar, me voy arreglando con mi parco salario a pesar de las dificultades para encontrar alimento; en cierto modo puedo considerarme un privilegiado en este país que se desmorona y al que he dejado de considerar el paradigma de la igualdad y la solidaridad.

Resignado a vivir como me ha tocado en suerte, igual que muchos de mis compatriotas no me desespero y canto, bailo, río y amo sin mesura, que eso es también propio de estas tierras cálidas y sabrosas.

De vez en cuando nos reunimos con media docena de españoles adinerados, cultos y sin grandes problemas, que vienen a descansar a la Habana varias veces al año; pasamos buenos ratos hablando y discutiendo, animados por el ron, el plátano frito y algunas viandas y fruslerías capitalistas. Uno de ellos, Alejandro, que no parece integrarse en el grupo y se muestra serio, introvertido y poco simpático, es el responsable de que la frágil estabilidad en la que me muevo, esté a punto de romperse. No recuerdo exactamente desde cuando estoy enamorado de él pero cada nuevo viaje se hace más evidente nuestra atracción, nuestra sintonía y, a medida que pasa el tiempo, nuestro intento de compromiso. Ahora ya no me causa prejuicios morales abandonar estas tierras para compartir mi futuro con el hombre que me ha cautivado, por muy capitalista que sea. Mi amor me ha hecho insolidario y deseo con todas mis fuerzas irme a España para vivir a su lado. Pienso que, siendo yo persona adicta al régimen y bien considerada, no habrá grandes problemas para salir de aquí, aunque en principio quizás tenga que ser de manera transitoria.

¡Inconscientes, ilusos, ingenuos! Ni mi currículum como combatiente varios años en África, ni mi trabajo impecable en Salud Pública, ni las influencias de personas que creíamos que podrían ayudarnos, ni siquiera la gran cantidad de dinero de Alejandro y sus “movimientos” desde España, nos permiten albergar la más mínima esperanza de que algún día podamos reunirnos al otro lado del Atlántico. Seguimos queriéndonos en la distancia y nos vemos cada vez que su trabajo le permite venir hasta la isla. A punto de perder las esperanzas, acabamos de caer en la cuenta de que hay una manera de salvar todos los impedimentos: algo muy sencillo, se trata nada más que de casarme con una española. Es la única vía que tenemos, pero la idea nos parece ridícula; además mi ética no me permite pasar por "comprarme una esposa".

Llenos de dudas y de contradicciones nos ha encontrado Elena, amiga de todos desde la adolescencia, que ha venido a disfrutar unos días en este paraíso natural. Cuando ha visto  a Alejandro consumido y derrotado por el agotamiento de todos los recursos disponibles, se ha ofrecido, sin pensárselo dos veces, a casarse conmigo para que pueda conseguir el ansiado permiso legal y salir de aquí.

¿Cómo no aceptar? Celebraremos la boda por todo lo alto, habrá traje, fotos, invitados, convite y viaje de novios con pasaporte cubano. Después me instalaré oficialmente en el domicilio de nuestra benefactora, que casualmente reside en la misma ciudad que mi amado Alejandro. Allí  he de estar empadronado y con presencia diaria durante un par de años, hasta que los inspectores de emigración den el caso por válido.

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2010, han pasado quince años; desde hace diez tengo la nacionalidad española, mi título homologado y, dada la escasez de sanitaros de la península ibérica, un buen trabajo como médico. Elena y yo nos divorciamos hace tiempo, sigo viviendo felizmente con Alejandro y ,juntos, nos acercamos a Cuba un par de veces al año para visitar y ayudar a mi madre y a mis hermanos.

Aún hoy me pregunto: ¿por qué yo? ¿qué hado benéfico me tocó con su varita eligiéndome ,precisamente a mí, entre tantas personas? y a menudo pienso: gracias Elena por tu generosidad, tanta que llegaste a arriesgar la limpieza de tu expediente judicial; gracias Alejandro por quererme tanto; gracias mamá, hermanos, amigos y paisanos por entenderme.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Información, desinformación

Entrada publicada por Jose C.

Vivimos tiempos de tensión global, en un constante tirar y aflojar que da la impresión de que, en cada aflojar, la cuerda se queda un poco más tensa que en el anterior, resultando así un incremento progresivo de esta tensión.

En las últimas semanas los medios retoman el conflicto de Las Coreas, movilizando EEUU una importante representación de su ejército a la zona, con China, Japón y Rusia, que parecieran querer participar. La economía (especialmente la española) sufre una caída, al parecer por el contagio de la “obligada” intervención de Irlanda, la esperada igualmente sobre Portugal y la desconfianza de los inversores, que desde hace dos días manifiesta una simultanea recuperación conforme Zapatero anuncia que “parece” que se va a proponer aplicar en serio sus directrices (las de los inversores) para iniciar la recuperación, muy conveniente por cierto, dadas las entrañables y sobre todo consumistas fechas que se aproximan. Antes de que la situación económica pueda dejar de representar un sobresaliente primer plano ya tenemos en pantalla una nueva desavenencia con Marruecos, la amenaza de huelga en aeropuertos… Mientras, WikiLeaks nos ameniza el panorama con la programada publicación de documentos que pretenden dañar la imagen del poder, y así, mientras ojeas los medios “oficiales” de información, los “alternativos”, intentas discernir entre información y contra-información, publicaciones u opiniones conspirativas y escépticas, pretendiendo sacar algo en claro de lo que está sucediendo, puedes sumergirte cada vez más en el mar de confusión en que vivimos. Eso si, puedes también asociarte con cualquiera de las tendencias conclusivas disponibles para dejar de preguntarte sobre las verdaderas causas de los problemas que mantienen esta tensión, pero en el fondo siempre quedarán dudas por resolver.

Para mi, de momento, la conclusión es que tenemos que estar tensos, por alguna razón que desconocemos, y distraídos, muy importante esto también. La cuestión es conducir al rebaño adecuadamente, pero ¿hacia donde?, ¡ah! no lo sabemos, estamos tensos y distraídos, que es de lo que se trata, ¿Si no, como podrían llevarnos a ese misterioso destino? ¿Será, por tanto, un destino indeseado, o tal vez es verdad que existe Papa Noel (o como se le quiera llamar) y nos tiene preparada una extraordinaria y agradable sorpresa?

Aquí seguimos, viéndolas venir mientras van llegando, impotentes ¿Pero por qué impotentes? Ah si, es que no parece que se pueda hacer nada. Claro, solo podemos movernos en la dirección marcada. ¿Cómo puede ser esto? ¿No hay salida? ¡Eso no puede ser, aquí hay algo que falla! Algo que no sabemos y que el titiritero debe saber, pero se ocupa bien de que no nos enteremos, ¿Pero, qué será? No se, todo esto es muy complicado. Bueno, vamos a seguir con lo nuestro, que si no, ¿a ver como pagamos las facturas, los préstamos, los regalos de navidad, llenamos la despensa para las fiestas...? Y después habrá que ir previendo el viajecito de semana santa, que cuando queramos acordar la tenemos encima. Aunque, ahora que caigo, la obrita pendiente de la casa, los gastos de los niños…, pufff. Ya pensaré en otro momento sobre lo que sucede en el mundo, conforme los medios nos vayan informando.

martes, 30 de noviembre de 2010

DEPRISA, DEPRISA

 Autora del texto : Ángeles Hernández Encinas


 

Arriba, abajo, adelante, atrás. El curro, los niños, el parque, las compras, la casa, el colegio, el amante, la vida social. Deprisa, deprisa, no pares que el tiempo es finito y tú sola a todas partes tienes que llegar. No olvides sonreir, estar al día en tu profesión, no ser la más fea del barrio, el cumple de Alicia, llamar a tu tío que está con artritis, el disfraz del peque, leer la novela que te comentaron, no perder la peli de estreno, la cena de despedida, la fiesta del cole, la tarta con velas, la reunión con la profe de cono, repasar los deberes de Clara que ya está en tercero, pasar por el banco a por la tarjera, el coche ¡ay el coche!, dar parte al seguro, pagar la viñeta, llevarlo a arreglar...

Además, te cambias de casa y tienes que mirar: armarios, colchones, somieres, sofás... en las mueblerías del barrio, en Ikea y en ese almacen que acaban de abrir; buscar bien el precio, comprar.

El niño, tres años, los pies muy chiquitos, tu mano en su mano tirando del brazo, va casi en volandas; aún sigue tu ritmo -adelante, atrás, deprisa, deprisa, no puedes parar- hasta que te dice: “Mamá, ¿no puedes dar los pasos un poco más cortos y más despacito? Así mira, como un enanito". Y ves que el chiquillo, se para, se mira los pies y te muestra cómo debe ser: primero el derecho, suaaaave, tranquiiilo, levanta y avanza un poquito; después el izquierdo lo mismo, despaaaacio, sin prisas. Derecho. Uno. Izquierdo. Dos. Derecho. Uno. Izquierdo. Dos.

Por fin. Se acabó. No eres una máquina. STOP.

jueves, 25 de noviembre de 2010

FALTA DE PRUEBAS

Autora del texto: Angeles Hernandez Encinas



25 DE NOVIEMBRE: DIA UNIVERSAL CONTRA EL MALTRATO


Solo, sentado en el banquillo de los acusados, Pedro miraba hacia el suelo con los ojos ocultos tras unas gafas que le daban un aire respetable. Limpio, repeinado, zapatos relucientes, chaqueta recién estrenada, gestos comedidos, serio el semblante pero cordial, ofrecía la imagen exacta de una buena persona, de un ciudadano ejemplar.

Mientras esperaba el comienzo del juicio, Pedro iba haciendo un recorrido por su memoria, evocando los recuerdos que la situación le provocaba. Primero su juventud en Bélgica, allí vivía bien, fue una pena tener que regresar a España a causa de aquel asunto con una menor. Después Isabel, tan atractiva cuando la conoció, su ideal erótico...Ella tenía entonces 15 años pero aparentaba muchos menos: frágil, delgada, pequeña, con el pelo muy corto y la mirada ausente; por aquel entonces vivía interna en un centro de menores para ser protegida de los abusos de su padre y sus hermanos (castigada la víctima y no los criminales); deseaba tanto salir de su reclusión forzosa, que aceptó de inmediato el matrimonio que él, treinta años mayor, no dudó en proponerle. No podía faltar a la cita de su cerebro atormentado Jorge, de cinco años, hijo de ambos, al que añoraba enormemente porque no le dejaban verlo desde hacía varios meses.

La amplia sala estaba casi vacía. Togados, en un nivel superior al resto del auditorio se encontraban: “su señoría”, a la derecha del mismo el letrado defensor y a su izquierda el fiscal. Más tarde habrían de incorporarse los dos testigos periciales, psicólogo y médico. Nadie más. El principal testigo, Isabel, que denunció a su esposo Pedro por presuntos abusos de su hijo Jorge, no apareció.
.........

El juicio fue muy breve. Leída la acusación por el juez, los dos testigos respondieron a las breves cuestiones que defensor y fiscal propusieron. Para el psicólogo la presunta víctima era un niño triste y de mirada huidiza, mudo ante cualquier pregunta, del que no se podía obtener ninguna información. El sanitario habló de unas lesiones difícilmente apreciables en un lugar oculto de la piel, cuya causa exacta era imposible precisar, a pesar de que él mismo las puso en conocimiento de la autoridad judicial inducido por los comentarios de la madre, Isabel.

Isabel, maltratada por su propia familia, casada con un hombre con antecedentes de pederastia que en ella no vio a la mujer sino a la niña, era la única que podía decir el porqué de su denuncia, qué fue lo que vio, qué hechos le hicieron sospechar, qué conversaciones escuchó o qué quejas recibió de su hijo. Sin embargo no se presentó a la causa; al parecer por olvido, pero hay quien la oyó comentar que Pedro le daba mucha pena y que no quería ser responsable de que, por sus declaraciones, pudiera ser condenado.

....Epílogo....

Pedro fue absuelto sin cargos por falta de pruebas.

Isabel ha formado una nueva familia con un hombre de su edad que, al parecer,  la trata bien.


Jorge está en acogimiento familiar con personas que le dan cariño y donde, quizás, consiga recuperar la sonrisa que había perdido.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Tu tesoro, tu verdad

Entrada publicada por Jose C.


Mientras los gobiernos se baten en una lucha sin fin por el poder; somos envenenados mediante la manipulación de los alimentos, el agua y el aire, y aparentemente curados por medicamentos que en muchos casos solo pretenden hacernos dependientes de ellos; luchamos a diario para solucionar una inacabable lista de dilemas absurdos, rodeados de burocracia y de un entramado de leyes de inalcanzable comprensión, tratando de disolver nuestra angustia con auto-homenajes de naturaleza física, que nos proporcionan un interminable ciclo de efímeros alivios que van y vienen, atrapados en el circulo vicioso de crecimiento progresivo de la deuda; las religiones institucionalizadas nos disfrazan la verdad y permanecemos absorbidos por esta red de circunstancias sin aparente salida, con la ayuda de la televisión, la radio, la prensa…, vivimos una realidad implantada y limitada que nos impide ver la auténtica realidad de lo que somos, convencidos de que estamos separados de los demás y de todo lo demás.

En tu interior hay un tesoro escondido detrás de un cerco de mentiras. Eres el conductor, no un pasajero de la vida. Eres un ganador y no hay nada que no puedas lograr. Eres el futuro, eres el universo. Yo creo en ti, y creo en mí.
¡Anímate a descubrir tu tesoro!




Puede que pienses que esta idea es de locos. Si así es como piensas, no pasa nada, en realidad el tiempo es otra ilusión y siempre habrá nuevas oportunidades para desvelar la realidad, pero recuerda, como dijo Gandhi, “Tienes que ser el cambio que quieres ver en el mundo”.
Abrazos,
Jose C.

jueves, 18 de noviembre de 2010

EL EXTRAÑO SUEÑO

Autora: Ángeles Hernández Encinas




A mi psicoanalista le conté este sueño que al despertar tanto me había perturbado:

-Estaba preciosa vestida de blanco con tul ilusión. La falda vaporosa de encaje de guipur y el corpiño con ballenas destacaban mi esbelta figura; del escote "palabra de honor"  emergían mi grácil cuello y mis brazos fuertes y bronceados; largos guantes de raso ocultaban mis antebrazos y, desde un tocado sencillo, descendía el largo velo que llegaba hasta el suelo. En mis manos un bouquet de prímulas blancas y en mis labios una sonrisa amplia,  traslucían la dicha de mi corazón.

Iba caminando hacía la iglesia acompañada por mis amigos y mi familia. Las hermanas de mi madre, seis cotillas siempre pendientes de mi vida sentimental, comentaban entre ellas mi hermoso porte y mi gran suerte, para alegría y orgullo de mi progenitora que estaba radiante. Dentro del templo sonaba en el órgano la marcha nupcial de Mendelssohn, mientras  yo pisaba la tupida alfombra roja con mis divinos zapatos de cristal y el aroma de las flores de azahar, primorosamente colocadas por los floristas de la plaza del Campillo, me embriagaba casi hasta extasiarme.

En el altar mayor todo estaba dispuesto para mi boda, hasta la  Inmaculada, desde el retablo, me sonreía diciéndome: "Adelante". Al fin llegué, tomé asiento y esperé serenamente a que diera comienzo la ceremonia. A mi lado no había nadie: ni novio, ni padrinos. La única contrayente era yo. Yo sola. Me iba a casar con nadie y me parecía la situación más maravillosa y normal del mundo.

sábado, 13 de noviembre de 2010

DEMASIADO TARDE

Escrito por Ángeles Hernández Encinas.

Crédito de imagen : Ángeles Hernández
A los cuarenta y dos años, cuando hacía más de diez que había superado definitivamente la cruel adición al polvo blanco, Ton conoció a Marisa. Antes de este encuentro él vivía espléndidamente sin trabajar gracias a las cuantiosas rentas del negocio familiar. Aficionado a la montaña -llegó a subir un 5000 en el Tibet-, gran melómano -abonado a todos los conciertos de su región-, amante de la lectura y practicante del dandismo entendido como una forma de ver la vida a través de la óptica del lujo elegante y distinguido, había conseguido llegar a tener agradablemente ocupado el tiempo que antaño dedicara a la contemplación de la nada química que mata.

Presumía y hasta se vanagloriaba de la soledad: compañías las imprescindibles para poder lucir su fina estampa y su erudición y para él no era un problema la salud, pues superada la adición, incluidos los recuerdos, creía borrado cualquier rastro de aquella época. A su manera era feliz, controlaba su destino, disfrutaba de sus aficiones y no carecía de nada. Tampoco de amor, porque no se echa de menos lo que nunca se ha tenido.
La conoció a los cuarenta y dos y se enamoró en un “coup de foudre”, un latigazo de emoción, que le removió hasta las entrañas. Ella le correspondió con la entrega y la ternura que siempre supo. Compartieron viajes, restaurantes de lujo, regalos, paseos por el monte, música, conversaciones, lecturas, películas, compañía, alegría y mucho amor.

Al año llegó el otro. Su nombre innombrable estaba compuesto por cuatro letras mayúsculas, las siglas más temidas del siglo. Ella intentó que se curara; él soportó cuarenta pruebas y tomó 1200 pastillas para seguir viviendo. Nada se les puso por delante y lucharon con todas sus fuerzas que eran muchas. Pero el mal ya estaba bien instalado y fue imparable. Poco a poco el humor de Ton se volvió negro, su carácter insoportable y Marisa dejó de sentir aquella emoción primera que tanto les había unido. Siguió cuidándole, medicándole, acompañándole en cada cita al hospital, pero ya no le amaba como antes. Sabía que tenía que seguir cerca para ayudarle en su proceso, pero el último día del milenio le comunicó su decisión de romper. Él no se lo dijo a nadie, nunca llegó a creerlo del todo; tampoco insistió, ni presionó, ni evocó sus dolores para evitar que su amada se alejara.

Siguieron visitando juntos a quien ponía toda la ciencia del momento para curarle hasta que siete meses después ocurrió lo inevitable. Tras un proceso de 32 días en los que ella no se separó de su lado, hubo que llamar a los padres de Ton porque el final estaba muy próximo. Expiró en los brazos de la única mujer a la que había amado y con la que había vivido unos meses de felicidad. Papá y mamá llegaron a última hora repartiendo billetes entre el personal de la 7ª planta.

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Han pasado nueve años y la vida sigue. Marisa lo evoca emocionada y con pena; aún piensa a veces que, si hubiera intuido que el fin estaba tan próximo, quizás no habría roto la relación de pareja el 31 de diciembre de 1999. Hoy su recuerdo la ayuda a reconciliarse consigo misma.



martes, 9 de noviembre de 2010

El Gran Juego

Entrada publicada por Jose C.

Oscuridad y luz, frío y calor, yin y yang, odio y amor, negativo y positivo... y entre medias la confusión y el libre albedrío. ¡Complicado paradigma! Es el Gran Juego de la Vida, en el que no hay vencedores ni vencidos. Solo el que lo descubre encuentra el premio; el auto-conocimiento de la mano de todos, del Todo. Igual que en un juego de ordenador, no conoces los entresijos, pero conforme los descubres, subes de nivel. Ahora toca cambiar de pantalla y afrontar nuevos retos.

Juega y disfruta, sean cuales sean tus cartas.

Y no te olvides, sonríe y se feliz.



Saludos,

Jose C.


contador

sábado, 6 de noviembre de 2010

PARA NOVELAR



Entrada de Mercedes Pinto


Partiendo de la base de que un novelista, insisto, novelista, ha de afrontar su obra sobre dos pilares fundamentales: comunicar una idea o sentimiento utilizando la imaginación (“tener algo que contar”) y que se le entienda (“contarlo bien”), creo que los recursos, “trucos” y el estilo que utilice son perfectamente válidos (siempre que no sea un atraco a las normas mínimas del lenguaje; se me ocurre algún académico que confunde "ambos" con "sendos", o que plaga sus textos de laísmos sin ruborizarse, o que..., bueno, esto es otra historia). Bajo mi punto de vista, el problema de novelar surge cuando una de estas dos premisas, y a veces las dos, falla, por muy buena que sea la sintaxis o por más rebuscado y rico que luzca el lenguaje. Quiero decir que, por ejemplo, una metáfora es válida, o cien, o mil, si se quiere; pero si sólo consigue confundir al leedor no habrá cumplido su misión: comunicar. Me parece una descortesía hacia el lector llenar los textos de laberintos, tropos y anacolutos con la sola intención del lucimiento del autor, dando por hecho que aquel debe devanarse los sesos para entenderlo. Como también es muy desconsiderado omitir datos a posta esperando que el leyendo los sobreentienda, escudándose en la frase "este es mi estilo". No, nada de eso. La comunicación clara y fluida debe estar implícita en el estilo, por muy particular que sea ésta. Todos conocemos autores cuyos estilos distan océanos entre sí, y sin embargo tienen en común que poseen la capacidad de levantar una realidad paralela ante el lector con tal relieve que éste se pasea por las páginas de sus obras como el propio protagonista. Por ejemplo, ¿qué tienen en común Jane Austen y Delibes?, ¿hay alguna similitud entre “Orgullo y prejuicio” y “Las ratas”? Está claro, sí que la hay: se entiende todo.



No podemos olvidar que escribir tiene mucho de intuición; el escritor ha de tener la sagacidad mental suficiente (y si no la tiene debe desarrollarla) como para saber qué datos puede guardarse, porque no aportan nada a la economía de la novela, y cuáles son imprescindibles para que el ilusionado lector (que se ha desplazado a la librería, ha buscado entre miles de títulos, ha pagado y ha robado parte de su valioso tiempo para ponerse frente a la obra) fluya y disfrute durante la lectura sin sobresaltos y sin acumular tantas dudas que le resulte imposible captar el argumento. Por ello los escritores hemos de ser lo más honestos posible con nosotros mismos y con los lectores, y no aventurarnos nunca con obras que no somos capaces de abordar. Hace tiempo leí algo que me parece una frase que debería estar grabada a fuego en el escritor, decía más o menos esto: “Una novela que hable de extraterrestres súper inteligentes puede ser una obra extraordinaria, el problema es cuando el autor es más tonto que los extraterrestres”. También podríamos darle la vuelta a la frase: “Una novela sobre seres con una inteligencia inferior a la nuestra puede ser magnífica, el problema es cuando el autor es más “listo” que dichos seres, por ejemplo, incapaz de ponerse en lugar de un niño”. Como digo, para escribir, hay que conocer la lengua, conocerse a sí mismo y tener mucha intuición. La imaginación y la perseverancia se le suponen al autor, naturalmente.

Pues eso, después de lo dicho, espero que comprendáis que he decidido ausentarme de mi casa y de las vuestras durante un par de meses. No tengo más remedio, si quiero centrarme en la novela que me traigo entre manos, necesito algo de tiempo y tranquilidad. Pero os dejo en buena compañía, ya sabéis que tanto Ángeles como Jose C. realizan su tarea magníficamente y seguro que os darán muy buenos ratos de lectura.
No me olvidéis, regresaré el año que viene, después de Reyes, os lo prometo. Mientras tanto os recordaré y, aunque no os comente, estaré pendiente de vuestros espacios.
Un fortísimo abrazo a todos y hasta la vuelta.


martes, 2 de noviembre de 2010

EL MARQUÉS DEL AIRE


Escrito por Ángeles Hernández Encinas

Manuel Ercina, Marqués del Aire.

"Marqués" por el porte gallardo y el donaire de su estampa, por la fuerte complexión de su armadura que le otorgaba una especie de superioridad física, por el espléndido estilo con que llevaba la ropa de diario y de domingo, por la generosidad y nobleza con que obsequiaba a todos, por el trato cordial de su trato, por el dominio del arte del ordeno y mando, por las maneras de señorito reflejadas en sus formas delicadas y sin amaneramiento o por el garbo que lucía montando a caballo, por la gracia que exhibía en fiestas locales y saraos donde se explayaba por tarantos y bulerías. Nadie diría que procedía de una humilde familia rural y que sólo fue a la escuela hasta los ocho años.

"Del Aire" por la vacuidad del título nobiliario, que no procedía de herencia ni mayorazgo, sino del decir de sus paisanos que de esta forma le habían apodado. Las tierras que trabajaba no eran suyas sino de un marqués de verdad que se las tenía en arriendo: secano del sur que bien faenado,  daba para vivir sin apreturas.

Fue alcalde durante un breve periodo de la Guerra Civil. El día que le pidieron que denunciara a los vecinos del otro lado, arrojó el bastón de mando  enojado y tembloroso. Cuando, ciego de rabia y dolor, gritó: “yo soy alcalde de todos, no sólo de unos pocos”, sabía que se jugaba el pellejo.

Se casó con una hija de su pueblo que murió de sobreparto llevándose consigo a la criatura. Junto a sus dos seres queridos perdió el ajuar que la novia aportó al matrimonio pero guardó con esmero el reloj de oro fino que  él le regalara el día de la pedida,  único testigo de su corta vida de casado.

Viudo estuvo un par de años, joven, apagado, solo… La tristeza le invadió y, con semejante compañía, estuvo a punto de perder las cualidades que le habían hecho merecedor del airoso marquesado. Su madre, que con él vivía, también viuda desde tiempo inmemorial, hizo lo imposible por ayudarle a pasar por tan duros momentos, pero pronto vio que, con sus únicas fuerzas, poco o nada conseguiría. Desesperada, recurrió a su hija  casada con el maestro de Pasarón de la Ribera, aldea de la sierra. Este agradable lugar por el que el agua corría con murmullo suave y constante, tenía fama por su frondosa vegetación, su prolífica huerta, sus variados frutales y sus lugareñas bellas y hacendosas. Pensando en Manuel, su cuñado había de encargarse de buscarle una moza  casadera, que la mancha de una mora con otra verde se quita y la elegida fue María, rica heredera, no demasiado hermosa pero de pedigrí impecable.

El casi extinto Marqués del Aire, más por agradar a su madre que por gusto, acabó yendo a visitar a sus hermanos y ver si la moza merecía la pena. Sin embargo, a la entrada del pueblo, Rosario, rubia como el sol y con una mirada azul que traspasaba el corazón, le sonrió. Manuel de repente sintió que la sangre de nuevo corría por sus venas y no le cupo la más mínima duda de que  deseaba, más que nada en el mundo, que esa desconocida fuera su esposa. A partir de ese momento hubo que actuar con hombría: por una parte pedir disculpas a la candidata del maestro y por otra hablar con la familia de la venus rubia, labradores humildes que, con pena por que la hija partiera, aceptaban, siempre que la joven que ya contaba 18 años, no pusiera reparos. La labia de Manuel y su atractivo personal hicieron todo lo demás.

Se casaron a las pocas semanas en una ceremonia sencilla y con pocos invitados que ,siguiendo la tradición del lugar, segundas nupcias requieren discreción y poco jolgorio. Con su estilo grandilocuente Manuel celebró tanta felicidad de una manera particular: cabalgando su mejor jaca, con Rosario sentada tras él abrazada a la cintura y ataviada con un hermoso mantón de Manila, hizo entrada en su pueblo natal un domingo a mediodía a la salida de misa mayor. Primero al paso y luego al trote, recorrieron el camino que les llevaba a casa exhibiendo  orgullo y dicha. A su paso el murmullo inicial se iba mutando en silencio, de envidia o de admiración que tanto da.

Quiso él regalarle, con su mejor voluntad, el reloj de oro que celosamente guardaba para la dueña de su corazón, pero ella, siempre humilde y callada, lo rechazó con firmeza y dignidad. La excusa: “Mira mujer que es de oro” que dio su marido no fue suficiente. Rosario no quiso saber nada de un objeto comprado para otra mujer.