miércoles, 18 de noviembre de 2009

Permitidme una pequeña licencia





Permitidme, pacientes blogueros, que esta vez me tome una licencia: hablaros de mi trabajo como novelista (iba a poner escritora, pero esto son palabras mayores y ahora estoy pasando una prueba de fuego de la que no sé cómo saldré).
Mañana presento mi novela en el Ateneo de Málaga a las 19.00, como muchos de vosotros sabeis. Me será imposible poner una entrada; empiezo el día en la peluquería, luego me voy corriendo para Marbella a grabar un programa de radio y después chutando para el Ateneo. Si salgo viva de todo esto, os contaré que tal resultó todo. Por cierto, Madhwen, me ha dicho un pajarito que finalmente no iras a mi presentación, por favor, haz un esfuerzo.
Es por esto que he pensado hablaros un poco sobre mi novela, que muchos de vosotros ya os estais leyendo. "La última vuelta del scaife" supuso para mí más de dos años de trabajo, no por el hecho de escribirla y corregirla, sino porque necesité informarme sobre los lugares y el momento histórico en el que se movían los personajes. Cuando hube terminado de recopilar información me encontré ante mí con un tocho de más de dos mil folios. Tranquilos, para aquellos que aún no lo hayáis leido, os diré que supe contenerme y ser comedida; utilicé sólo aquellos datos que consideré importantes teniendo siempre en cuenta la economía de la novela. Empecé a escribir con una idea diáfana en mi cabeza: quería contar una historia de amistad entre personas de distinto origen y religión; quería reflejar que es posible crear lazos, no de sangre, entre hombres que aparentemente no tenían nada en común, y utilizar esta circunstancia para hablar de la insoportable carga que puede llegar a ser la religión a la que cada cual pertenece. Los personajes los tuve claros desde el principio y, antes de que empezara a escribir, ya habían compartido mi vida diaria durante meses; tengo que deciros que, de alguna forma, Josué, Carlos y Kuaima formaran parte del resto de mi vida. Creo que de lo que más orgullosa me siento es de haberlos traido al mundo; aunque pueda parecer que todo lo que son lo aprendieron de mí, no es así, yo aprendí de ellos mucho más. Aquellos que se hayan aventurado a novelar alguna vez me comprenderán.
Lo dicho, volveré pasado mañana y os contaré que tal la presentación. Deseadme suerte, la voy a necesitar, este es un mundo muy difícil.
¡Ah! Una última cosa: os preguntaréis qué hace la fotografía de un barco encabezando la entrada. Es el Adolph Woermann, el buque que llevó a Josué a través del Atlántico hasta África del Sudoeste, y en el que conoció a Carlos, su mejor amigo. El dibujo no pertenece al interior del Woermann, pero ilustra muy bien cómo eran las tripas de un barco de la época.
contador

6 comentarios:

El de siempre dijo...

Me tengo que ir corriendo a una reunion sindical, pero no puedo dejar de desearte suerte, aunque Alea Jacta est y creo que para bien Además yo se que puede Vd. con todo eso y lo que se le ponga por delante y esos del Ateneo por mucho que se crean elitistas en los caminos de la sapiencia, quizá no le lleguen a la suela del zapato. De la novela tenemos que hablar mucho con alguna pequeña critica que tengo para Vd. Critica de la buena eh. Un saludo que llego tarde.

Mercedes Pinto dijo...

Gracias, Curro, no sabes cuánto me animan tus palabras.
Un abrazo.

Verónica O.M. dijo...

Quiero desearte muchísima suerte.
Los nervios te los dejas en casa, no te hacen falta.
Lo dicho muchísima suerte.
1 besooo

Mercedes Pinto dijo...

Gracias Verónica. Ya os contaré.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Te deso mucha suerte, se que la tendras, te lo mereces, como dice Veronica los nervios te los dejas en casa, un beso.

Mercedes Pinto dijo...

Gracias a ti también, anónimo.