martes, 28 de septiembre de 2010

El anciano y el rugby


Entrada escrita por Ángeles Hernández



Crédito fotográfico: Ángeles Hernández
                                            
El anciano se llamaba José e iba acompañado por su hija. Entró en la consulta despacio, desganado, el brazo izquierdo flexionado blandamente, mientras arrastraba con poco esmero la pierna del mismo lado, como queriéndola dejar pegada al suelo para no avanzar. En su rostro no había ni un solo indicio que mostrara alegría o simplemente sosiego: ceño fruncido, profundos surcos verticales en su anguloso rostro, comisuras hacía abajo, mirada huidiza, opaca y fija en el vacío, eran su manera de expresar sin palabras, la tristeza, el hastío y el cansancio que desde hacía menos de un año se habían apoderado de su vida.

Pocos meses atrás, casi con la misma edad de hoy, nadie hubiera calificado de "anciano" a la persona ágil, jovial, vital, aguda e inteligente que José representaba; su rasgo más característico era la  enorme sonrisa que, iluminando su cara,  llegaba a todos los que le conocían. Y así fue hasta que un mal día, súbitamente, un trombo maldito dejó sin riego la mitad de su cerebro y sin función la mitad izquierda de su cuerpo. Con enorme esfuerzo consiguió mejorar, pero  él sabía  que ya nunca volvería a recuperarse del todo.

-Buenos días, José -,le saludo muy cortés el terapeuta -¿qué le trae por aquí?
-Ésta, que se ha empeñado -susurró para su camisa el interrogado, señalando a su primogénita.
-Quiero decir que por qué ha venido usted a este lugar -volvió a insistir el profesional, un hombre de mediana edad y aspecto bonancible que, con cordialidad no fingida, le animaba a responder.
-¿Y yo qué sé? -dijo José con un gruñido, sin apartar la vista del suelo.
-A ver; vamos a ver si nos podemos entender. Se lo pregunto de otra forma, ¿qué es lo que le pasa?, ¿cómo se encuentra?
-Mal, fatal, me encuentro muy mal.
-O sea que mal… ¿Le duele algo? –El psicólogo iba recogiendo sus respuestas para poder enhebrar un atisbo de conversación.
- No. No tengo dolores, simplemente soy un inútil ¿le parece poco? Desde que me dio el ataque no puedo valerme de esta mano; además la pierna tan floja me impide moverme con facilidad y tampoco puedo conducir. ¿Cómo voy a estar si no puedo hacer nada? –Esta vez José se excedió en su habitualmente escaso lenguaje y la charla pudo proseguir:
-Pero usted andar, anda ¿no? .
-Para lo que me sirve… Sigo siendo un inválido y ya nunca podré volver a hacer  lo que me gustaba.
-¿Nada? ¿Ni siquiera leer, ver la tele, dar un paseo con los amigos?...
-Nada. Tengo la cabeza como vana, vacía y no aguanto un libro ni dos minutos. Con lo que me gustaba leer…
-¿Entonces ahora tampoco lee?, eso no se lo impiden ni la pierna ni la mano.
-Tampoco. Me canso, me aburre y no lo soporto.

El psicólogo insistía e insistía en su afán por encontrar un mínimo motivo que pudiera suscitar el interés del anciano. Sin darse por vencido, con suma paciencia y gesto  agradable prosiguió:

-A ver José, dígame algo que le gustaría hacer en estos momentos -La respuesta no se hizo esperar.
-Mover la mano y la pierna sin dificultad, como antes.
-Algo más -El profesional no iba tirar la toalla tan pronto.
-Bueno, si tengo que seguir así, lo único que me apetece es estar  todo el día echado en la cama, para amodorrarme  y no pensar; no se me ocurre otra cosa -respondió el enfermo con gesto de displicencia, harto ya de la conversación absurda que parecía no conducirle a ninguna parte.
-Pero ¿de qué está cansado, si no hace nada?
-De todo, de la vida que llevo, de aguantar a mi mujer que cada día está peor de la cabeza,  de dar tanto trabajo a los demás, de tener que pedir ayuda… Así, la verdad, no me merece la pena seguir viviendo. Total ¿para qué? Si viera usted como está mi campo este año. Era la envidia de los vecinos, lleno de flores, con el césped siempre verde, ¡qué bien lo pasaban allí los hijos, y sobre todo los nietos! Y todo lo hacía yo solo, con estas manos, la buena y la otra, la que ahora está tonta y no me responde.
-¿No hay nadie que pueda ayudarle?
-Sí, algunos de los chicos  lo intentan, pero no lo hacen como yo. Además, ellos tienen sus ocupaciones, bastante aguantan  con llevar casi un año cuidándonos a su madre y a mí. Encima eso, inútil yo, inútil mi mujer, ¿es esto  vida para una persona? ¿Cómo quieren que esté  contento con este panorama? –José estaba enfadándose, su débil voz adquiría por momentos un tono desagradable.
-Pero sus hijos le tratan bien ¿no? Le cuidan, le  echan una mano. Debería estar muy orgulloso de lo bien que les ha educado.
-¿Y de qué les sirve? Ninguno va a devolverme lo que he perdido.
-Claro, claro. Eso es verdad, lo que ha perdido probablemente no vuelva a recuperarlo, al menos no como usted quisiera. Pero ¿realmente cree que no hay algo que pueda merecerle la pena?
-No -Fue la respuesta tajante y escueta de José.
-…
-Bueno...El otro día estuvo mi nieto, Pelayo que acaba de terminar ingeniería, con la segadora y las otras herramientas...
-¿Y…?
-Ese sí que trabaja como a mí me gusta. ¡Vaya tío!, debería verle. Es jugador de rugby. Tiene unos brazos y unas piernas...está hecho un toro, y con una fuerza que sólo con una mano me levantó en volandas. En un par de días dejó la parcela  arreglada, no paró. Anda que no hemos pasado buenos ratos juntos, ya me ayudaba cuando  era bien pequeño.  Si supiera usted lo que me dijo el otro día... -El viejo empezaba a animarse y, mientras  hablaba  de su nieto, sus profundas arrugas parecían irse difuminando lévemente.
-Cuente, cuente. ¿Qué le dijo Pelayo? -le invitaron continuar.
-Me dijo: "Abuelo, eres para mí un ejemplo, el que yo quiero seguir para mi vida. Me gustaría llegar a ser como tú" –confesó José con humildad, como si no acabara de creerlo del todo.
-Pero ¿Pelayo le vio como está hoy?,  tan triste y tan  negativo –tiró un poco de la cuerda el hábil entrevistador.
-No creo, sólo ha pasado unos días por aquí este verano, tenía que estudiar. Supongo que cuando estaba  trabajando a mi lado yo no  estaría  de tan mal humor.
-Entonces, ¿a qué ejemplo se refería el jugador de rugby? No parece que le diera demasiada importancia al hecho de que ahora usted no fuera capaz de usar los aperos.
-... -José no respondió pero sus ojos brillaron  durante unos instantes.
-Estoy seguro de que a él no le dijo que no le merecía la pena  seguir viviendo.
-No, no se lo dije.
-¿Qué opina usted del ejemplo que todavía puede dar aunque ya no pueda segar? ¿Va a negar a sus nietos esa energía y esa riqueza espiritual que pocos pueden recibir?
-Según lo cuenta usted Doctor suena bien; a lo mejor tiene razón y todavía puedo servir para algo, no se me había ocurrido verlo de esta manera –José hablaba pausadamente, sin demasiado entusiasmo pero en su rostro, casi imperceptiblemente, iba empezando  a desaparecer el gesto de profunda amargura con el que entrara en el despacho.
-¿Cuántos nietos tiene?
- Ocho. Ocho tesoros: el pequeño de cinco años y la mayor de treinta, todos listos y guapos, como sus padres. Los mayores, los que me conocieron en mis buenos tiempos, me quieren muchísimo. Los pequeños… -No continuó la frase.
-Bueno, creo  que  hoy ya hemos hablado bastante, no le voy a cansar más ¿Qué le parece si continuamos la conversación otro día?


Apoyado en su muleta, José volvió a salir por donde había entrado, el paso algo más seguro y levantando el pie del suelo con cierta soltura. Su hija, que esperaba en la sala,  le preguntó:

-¿Qué tal papá?, ¿cómo te ha ido? 
-No sé, ya veremos, a ver si éste no es uno más. Tengo que volver dentro de unos días -José no dio más explicaciones, ni tampoco se las pidieron.

71 comentarios:

J.Lorente dijo...

Hay que ver, con lo bien que iba el Psicólogo y al final la fastidia. Me da la impresión de que justo en ese momento era cuando mi tocayo (José) empezaba a sentirse cómodo con la conversación e iba a arrancar con las cosas realmente importantes, que no son lo que ha perdido, sino lo que tiene... Este Psicólogo es "uno más", como dice José. Antes de pintar de rosa una Vida que uno ve de color negro, es necesario escuchar sus sombras.

Un Besazo, Ángeles... Ya echaba de menos estar con vosotros.

MORGANA dijo...

Ante las adversidades hemos de crecernos,eso nos hará ser más fuertes aún.
Muy buena entrada.
Besotes.

anapedraza dijo...

¡Hola Ángeles!

El psicólogo hizo muy bien su trabajo, entró sin ganas de vivir y salió con algo por lo que vivir.

Nos das una lección al leer tu historia, porque es la sociedad la que nos hace pensar como el protagonista. A veces me asquea tanta sociedad competitiva.

¡Un besazo!

Miguel

Ángeles Hernández dijo...

José Lorente creo que el psicólogo no iba tan mal, deja una puerta abierta a José para reflexionar porque después de más de media hora está agotado.
Consiguió encontrar un punto con el que seguir trabajando y no agobia alpaciente que elpróximo día ya va preparado para retomar el asunto.

Encantadas de volver a estar contigo, sabes que te echamos mucho de menos.

Un beso de bienvenida Á

Flamenco Rojo dijo...

Ángeles el relato suena muy real…Sabes, tengo ciertos problemas cardiacos (MCHO) y los cardiólogos me han advertido, a causa de una aurícula dilatada, de un posible coágulo en la zona que pudiera provocar una trombosis...eso me atormenta, aunque pongo todos los medios para que no se produzca obviamente…Si algún día llegara el caso, me gustaría que me atendiera un profesional como el de tu relato.

Un beso.

ARO dijo...

Casi siempre hay un motivo para seguir viviendo. El relato es muy intenso. Me ha gustado mucho.

Man dijo...

¡Pero qué sorpresa tan grande verte por esta casa! ¡No sabes lo que me alegro!
Bueno pues por lo que veo habéis montado un "multinacional" con nuestra amiga Mercedes. Me alegro.
La narración es muy real. Lo digo porque este verano la he vivido en la persona de un vecino amigo (Miguel) que era un apuesto y atlético jugador de fútbol vasco. Cuando nos vimos en la "urba" de la playa nos fundimos en un abrazo. Él está aún peor que José pues apenas se le entiende y anda solo con ayuda de su bella esposa.
Nadie estamos libres de vernos como José pero esta historia nos ayuda más a comprenderlos y a prepararnos.
Un abrazo para las dos

Mercedes Pinto dijo...

Era una niña cuando ocurrió que alguien a quien yo quería especialmente sufrió un terrible accidente cerebral. Recuerdo aquel día como un mal sueño, fue probablemente la primera vez que la vida me enseñó su peor cara. En aquella maldita noche se fue una de las personas que más amor me daban y apareció otra en su lugar que exigía todo aquello que me dio. De todo aquello aprendía algo muy importante: la memoria es corta y está llena de trampas; si se hubiese marchado, la habría recordado siempre como la que fue, una persona cariñosa y entregada. Pero sólo se marchó su enérgico y entregado espíritu, y lo que quedó de ella casi borró todo rastro de su verdadera identidad. No debemos en caer en esa trampa que nos pone la mente y recordar lo que verdaderamente fueron, para no dejar de darles el amor que necesitan. Pero esto tú lo sabes bien, amiga Ángeles, no hay más que leer este emotivo relato.
Aprovecho para decirte que eres la mejor compañera de viaje que conozco, siempre tan dispuesta a aprender y disfrutar. Me alegra haberte conocido.

curro dijo...

Amos a ver, el sicologo lo hizo muy mal. deberia haberle aconsejado sobre la mejor forma de quitarse de enmedio. Cuando uno ya ha vivido la vida y esta hecho un asco, se mea y se caga encima y tiene que ir en una silla de ruedas, lo mejor que puede hacer es pegarse un tiro o echarse por un barranco, porque vivir asi no es vida por mucho que le cuenten cuentos chinos. Eso sí eligiendo él, y no que lo hagan otros.

Ángeles Hernández dijo...

Para Morgana:

Crecerse ante la adversidad no esfácil a veces, sobretodo cuando alguien siente que se le han cerrado todas las puertas.
Se trata de encontrar al menos una rendijita.

Gracias y unabrazo Á

Ángeles Hernández dijo...

Gracia Ana Pedraza por tu comentario:
Estoy deadcuerdo que nuestro materialismo nos impide valorar,incluso en nosotros mismos otros "dones" que los meramente funcionales.
¿Logrará José pillar el mensaje?.

ohjala.

Un abrazo Á

Anónimo dijo...

Mi opinión es que el Psicólogo hizo muy bien, porque un psicólogo no está para dar consejos, sino para ayudar a encontrar las ganas de vivir y la ilusión en uno mismo.
Si yo fuera José igual también estaría muy mal, pero seguro que con este nuevo objetivo que tiene que conseguir su vida volverá a tomar sentido.
Un saludo.
P.D:¿He dicho que me ha encantado?

Ángeles Hernández dijo...

Flamenco , cuídate, ¿qué sería de nosotros sin tu color y tu plumaje?, y piensa en la suerte que tienes por conocer el estado de tu aurícula y poder prevenir, si josé hubiera sabido lo que tú, lo ahora seguiría dando brincos.

Un abrazo y no olvides tu antiagregante.

Ángeles Hernández dijo...

Gracia AROBOS:
El relato trata de transmitir las emociones del personaje, si lo he conseguido está bien.

Prometo estar una temporadas sin hablar del dolor de la senectud. Estos dos relatos seguidos forman una especie de "binomio".

Un saludo.

Ángeles Hernández dijo...

MAN:

La esposa del pobre José está peor que él, probablemente otro sería su estado de haberla tenido tan estupenda y apañada como en el pasado reciente.

No estamos libres y a ver si este psicólogo consigue engancharle con la vida.

Muchas gracias por tu saludo de bienvenida. Espero que sigamos con el "consorcio" mucho tiempo. Un abrazo

Ángeles Hernández dijo...

Mercedes:

Tu reflexión es la que yo siempre comento: ahora es así, está enfermo. Que su recuerdo no se empañe, que nuestra memoria conserve todo lo que dio.

Y si puede ser que , por él mismo fundamentalmente, recupere un poco su amplia sonrisa.

.........................

Eres una pelotillera, ¿cómo dices que soy la mejor compañera de viaje si te hice recorrer Madrid en coche de glorieta en glorieta? ¿comparada con quien?.
En todo caso, tú que lo mereces y sabes elegir ;-)

Ángeles Hernández dijo...

En que quedamos curro, ¿debe recomendarle el psicólogo la forma de quitarse de en medio o debe elegir él?.

Puestos a quitar de en medio, hay muchos que además de no servir para nada están "tocando las narices -eufemismo-" y fastidiando. Y lo que durarán...

Ángeles Hernández dijo...

Gracias Blanca: estoy de acuerdo en que los consejos y recetas no sirven , de esos seguramente José había recibido ya muchos.
Es favoreciendo que encuentre su propia solución como a lo mejor se le puede ayudar.
A ver si hay suerte.

Un abrazo Á.

LA CAJA DE ANBAIRO dijo...

Amiga Angeles:

Buen profesional este psicólogo, que trata de llevar a José a donde se siente identificado con lo que fue y ahora no puede, ese nieto que le adora y quiere tratar de llegar a ser igual que su abuelo.
Respecto al final, el psicólogo quiere que josé recapacite y trabaje su mente con lo expuesto en consulta.-

Me ha resultado un trabajo excelente.

Un besopoeta

Ángeles Hernández dijo...

Para la Caja de Ambairo:

Veo que has captado el fondo del relato, José necesita ahora su tiempo para rumiar la idea que de él mismo salió.

Me alegro de que ta haya gustado: parcelas de realidad.

Gracias pro tu lectura y tu comentario. Un abrazo Á.

MA dijo...

La vejez es así de dura los achaque salen por doquier y las goteras de las enfermedades salen a la luz, triste, triste llegar a ser viejos inútiles,para morir sufriendo.

Un abrazo de MA.

curro dijo...

Angeles, es que el tema se las trae. El medico debe recomendar, pero que elija él, no que nadie le ayude, como diría un niño, así no vale. Por otra parte me da en las napias que tiene Vd. algun pariente politico por supuesto, necesitado de ir tambien al siquiatra jajajaja. Se esta pasando a mi bando. Por eso un abrazo.

Ángeles Hernández dijo...

Ma:

Pero aún viejos, ¿seguiremos siendo personas?. Con goteras y todo reivindico la dignidad, otro tipo deenergía.

Un abrazo.

Ángeles Hernández dijo...

D. curro

"That is the question", el tema se las trae, pues claro.

Es la vida misma.

En cuanto a bandos, ceo que lo inteligente es estar un poco en todos y del todo en ninguno. Nada es absoluto.

Le devuelvo gustosa el abrazo, aunque ¿está ustad seguro?

Soy YO - MilThon dijo...

que buen relato del ruggy deporte fuertisisiiiimooo

Ángeles Hernández dijo...

YO-MilThon

Para que usted vea que un tipo duro, puede y debe, tener también una sensibilidad exquisita.

Un saludo y gracias por su comentario.

Flamenco Rojo dijo...

Gracias Ángeles...tomo todos los días el equivalente a una aspirina infantil.

Besitos.

estoy_viva dijo...

Creo que el trabajo de un psicologo es que la persona vea el camino a seguir, que se de cuenta que actitud tomar...
Me gusto mucho el relato
con cariño
mari

Thornton dijo...

Nos empeñamos en no aceptar el deterioro -físico y picológico- de los años.
José, ya anciano, no quiere ir de médicos y menos de médicos de la cabeza. Su último comentario nos lo dice: "a ver si éste no es uno más".
Si no tienes tú mismo -a esa edad- las respuestas, mejor no preguntes.
Hablo más como abuelo, que lo soy, que como psicólogo, que también lo soy.

El relato sí me ha parecido magnífico.

Un saludo y ya me cuento entre tus numerosos lectores.

mateosantamarta dijo...

Sí, parece que al psicólogo le entraron de repente las prisas -quizá le esperaba otro cliente-. Ya le tenía un poco motivado, cuando él mismo se desmotiva y abandona la batalla para otro día.
Es un tema que me afecta.
Un abrazo.

Ángeles Hernández dijo...

Para estoy_viva

Gracias por tu comentario, espero que sigas visitándonos.

Un abrazo.

Ángeles Hernández dijo...

Thornton:

Es verdad que el deterioro de la edad tenemos que irlo aceptando día a día, gota a gota.

El caso de José tiene como especial que se hizo viejo de repente ya que era uno de esas "rara avis" en las que el paso del tiempo prácticamente no había menguado sus facultades: quizás llegó a creerse imbatible y por eso su respuesta fue tan exageradamente negativa y su duelo está siendo tan largo.

Para tener respuestas, a cualquier edad, hay que haberse hecho preguntas previamente.

Gracias por tu visita , por tu comentario y por los elogios. Un placer conocerte.

Ángeles Hernández dijo...

Mateo:

Al psicólogo le costó bastante encontrar una posibilidad de iluminar el negro pozo de José, aunque tuvo la habilidad de saber llegar a donde nadie había llegado previamente.

No sé si José habría resistido una entrevista más larga. La semilla está plantada y hay semilla. Tiempo al tiempo.

Gracias por dedicarnos parte de tu tiempo. Un abrazo Á.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Angeles:

Todo, absolutamente todo está en nuestra mente, podemos ser o lograr lo que queramos si nos empeñamos en ello.

La actitud es lo que cuenta, aunque tengamos que andar con un bastón.

Abrazos.

Amando Carabias dijo...

El tema de fondo se las trae con abalorios. Quiero decir, que voy un poquito más allá del relato en sí mismo que, dicho sea de paso, está bien traído. Es una manera muy hábil de tratar diversos temas.
En el fondo de la cuestión, según lo veo, se trata de ahondar en el verdadero valor de la vida. O dicho de otro modo, en qué consiste realmente estar vivos...
Más de una vez me he planteado que mi vida no tendría ningún sentido, en caso de que me convirtiera en una carga para mis seres queridos y no pudiera hacer aquello que me hace feliz. Más de una vez he pensado que me querría quitar del medio, que no me gustaría ser como un trasto viejo, que molesta a todo el mundo...
Y sin embargo sé a la perfección que no es así. Que la vida, por ser vida, tiene valor en sí misma. Que no es a nosotros a quien corresponde decidir sus contenidos y avatares, aunque gocemos de cierta libertad para elegir. Más bien nos toca asumir lo que nos va llegando con la humildad de quien desconoce las últimas razones que causan tal o cual circunstancia.
A veces es duro, pero hasta en la enfermedad tenemos que saber salir de nosotros mismos. Aunque nos fastidie. Quiero decir, quizá la enfermedad de José, no se trate, como él piensa (como tendemos todos los humanos en general a pensar), de una circunstancia exclusivamente personal, sino que quizá ayude a que los que están a su alrededor valoren cosas que no han podido o no han sabido valorar, como el sacrificio, el esfuerzo, la humildad, saber que nuestro tiempo en esta tierra tiene sus propios límites, y que por tanto algo tenemos que hacer con él.
Bueno, ale, ya lo dejo que menudo rollo.

Anónimo dijo...

Yo que soy muy egoísta, en determinados casos quiero para mí la muerte. Pero no para los que me rodean, y además exigiré que luchen por no tirar la tolla.Consejos vendo.

María dijo...

Hola Ángeles.
Es muy duro, ver como una persona super activa, se va apagando día a día, hasta que llega a ser totalmente depediente de los demás.
Acabo de leer el comentario de Amando y coincido con él, en que yo, llegado el caso, preferiría la muerte, que ser una carga para mi familia.
Pero la persona de la que te hablo, mi madre, cuando ya no podía hacer nada por si sola, aún en esa circustancia, me preguntaba si me podía ayudar en algo.
Sabía lo enferma que estaba, pero supo aceptarlo y nunca perdió la esperanza. Yo no creo que fuese capaz de aguantar, lo que ella aguantó.
Me ha gustado mucho tu relato, un besico.

Ángeles Hernández dijo...

Rafael:

La mente es lo que nos mueve o los que nos inmoviliza, estoy de acuerdo contigo.

Un abrazo y gracias por tu comentario. Á

mariarosa dijo...

Es una realidad la que has presentado en está entrada. Desgraciadamente en estos casos el anciano sufre y su entorno también, porque no sabe como conformarlo y hay otros que ni siquiera les interesa.

mariarosa

Ángeles Hernández dijo...

Así es Amando:

Creo que yo no podría expresar mejor lo que en el fondo de este relato subyace.

No estamos preparados para el deterioro inevitable y nos agarramos a lo que fuimos pensando que es lo único que podemos llegar a ser. Buscar nuevas fuentes de satisfacción, aceptar la ayuda como aceptamos ayudar, adaptarse a una otra forma de estar, puede ser la manera de querer seguir viviendo de manera consciente y agradable.

A José nunca se le había ocurrido que un día dejaría de ser el ayudador "omnisciente" para pasar a ser el ayudado, tal vez llegue a asimilarlo.

Nuestra suerte es tener la capacidad para reflexionar sobre ello, aprovechando los ejemplos que nos rodean, antes de que de repente nos sorprenda el destino.

En la antigüedad los ancianos eran considerados fuente de sabiduría. Nadie habla de sus achaques, supongo que no estarían exentos , pero ello no invalidaba su función.

El nieto "rugbista" (no sé si el palabro existe) en su ingenuidad y espontaneidad, ha sabido captar la esencia de su abuelo. Con suerte, José, gracias a la ayuda que le van a dar, podrá también descubrir su VALOR.

Para mí ha sido una gran lección porque yo tampoco quería "estar" cuando dejara de ser "superwoman que todo lo hace y resuelve". Ahora me lo estoy replanteando.

Mi respuesta, que ha salido muy larga, se la aplico también a los comentarios de Nines y de María.

Gracias a los tres por vuestra sincera y comprometida intervención.

Un abrazo Á.

Ángeles Hernández dijo...

María Rosa:
En efecto, pero , dada la cantidad de ancianos que nos rodean y nuestra elevada esperanza de vida, quizás vaya siendo hora de que empecemos a plantarnos otra manera de enfocar este problema, con el que más tarde o más temprano csi todos nos enfrentaremos.

Gracias por participar. Un abrazo Á.

Manuel Cortés Blanco dijo...

Hola Ángeles:
Me alegra leerte aquí, al igual que haberos conocido en persona en esas III Jornadas ¡¡Ábrete libro!!. En verdad que me han encantado y lo hemos pasado fenomenal. Mil gracias también por haber estado tan pendiente de mi niño.
Un abrazo grande y nos seguimos leyendo.

Ángeles Hernández dijo...

En efecto, continuaremos.
Un abrazo Manuel y que sigas transmitiendo tanta paz: energía para todos
Á.

Lully dijo...

Hi dear Manuel!!

Me pareció excelente lo del psicológo porque tocó fibras muy delgadas del afectado, sus decendientes y el legado que debe dejar. Qué mejor que esa energía cosmica puesta a la armonía de todos!
Encantador relato.
Un abrazo desde mi blog Reflexiones al desnudo con invitación incluida para velar por la libertad de expresión!! ¡¡Todos los bloggers unidos!! Te espero en mi blog para que lo entiendas mejor. Una campaña de todos y para todos.

Alhami dijo...

.


...me emocionaste Ángeles, un relato muy bien dirigido, con unas connotaciones psicológicas muy finas y sutiles por parte del psicólogo, es tan difícil manejar a un paciente así... conseguir motivarlo... es una proeza...

Te felicito por el aporte, te mando un abrazo grande

Jose C. dijo...

Es muy triste llegar a mayor y verse así, sin comprenderlo. Supongo que entre los retos de la vida está el llegar a comprenderlo, ver el sentido de tal aflicción. La verdad es que el psicólogo lo tiene muy difícil, igual que cualquiera que afronte el problema. Esperemos que algún día, no muy lejano lo consigamos.
Ángeles, te ha quedado un texto genial.

Un abrazo.

Vicen dijo...

Gracias por invitarme a tú BLOG,
me ha gustado leerte de nuevo y
lo seguiré haciendo.

Ún abrazo.

Vicen.

MA dijo...

Mercedes gracias por pasar por mi blog y dejar tu hermosa huella amiga.

Un abrazo de MA para ti.

Ángeles Hernández dijo...

Lully:

Yo también pienso que el psicólogo hizo bien su trabajo, aunque no todo el mundo está de acuerdo.

Pasaré a visitarte, un saludo Á.

Ángeles Hernández dijo...

Otro abrazo para ti Alhami, y gracias por tu comentario.
El relato trataba de hacer ver, a traves de los gestos y conversación de los personajes, este problema tan candente.

Ángeles Hernández dijo...

Gracias Jo´se Carlos, por la lectura y por el comentario.

Un abrazo Á.

Ángeles Hernández dijo...

Vicen: que no decaiga, intentaremos mantener un nivel digno para que sigas siguiéndome.

Un abrazo Á.

Anónimo dijo...

Sois dos ;)

Bueno pues, Ángeles: muy buena entrada. Hace reflexionar que es lo importante.

Saludos

La sonrisa de Hiperion dijo...

La edad siempre nos pone faltas en el carnet de identidad... Una pena hacer números, verdad?

Saludos y un abrazo.

josefina dijo...

me ha gustado.
besossssssss

Ángeles Hernández dijo...

Gracias Luna, Hiperión y Josefina por vuestra visita y vuestro comentario.

Un abrazo Á

Máximo Cano dijo...

Quizás parte de nuestros males éstan en no tener a la persona que escuche nuestras penas y nuestras alegrías. A lo mejor las tenemos a nuestro alrededor, pero a base de repetir una y mil veces nuestras historias, las tenemos cansadas.

Dicen que según nos vamos haciendo mayores no nos importa saber la opinión de quienes escuchan nuestras historias y a veces las contamos aun a sabiendas de que las hemos repetido varias veces.

Esa facultad es patrimonio de la vejez.

El relato muy bien contado. El contenido intenso, con trasfondo, para pensar con calma.

Saludos

Ángeles Hernández dijo...

Gracias Máximo:

Tus sesudas reflexiones dan un punto de vista nuevo a este relato del miniciclo dedicado a la vejez-decrepitud.

"Las batallitas del abuelo" son archiconocidas y no nos producen el entusiasmo de las primeras veces. Tampoco cuesta tanto hacer el esfuerzo de escuchar de vez en cuaando. A tener en cuenta.

Un abrazo Á.

Guido Finzi dijo...

Tras leer el texto, me vino a la mente Víktor Frankl quien, a sus pacientes, les preguntaba: ¿Y usted porqué no se suicida?.
Esta pregunta vendría bien al viejo protagonista de esta historia. Y es que hay que diferenciar entre lo que uno siente en su interior, y lo que está dispuesto a reconocer. En lo primero, late esa esperanza a la que nos agarramos con fuerza y nos ayuda a sobrevivir, sobre todo cuando la cara que nos muestra la vida, no nos agrada.

Un saludo

Ángeles Hernández dijo...

También para suicidarse hay que tener fuerzas y saber claramente lo que se desea y afortunadamente la esperanza, como dice el refrán, es lo último que se pierde.

La esperanza de que pueda encontrarse una manera de seguir adelante quizás distinta, pero de alguna manera satisfactoria.

En eso estamos.

Gracias por tu comentario, una reflexión que enriquece este relato.

Un abrazo Á.

MORGANA dijo...

ANGELES,VENGO PARA AGRADECER TU COMENTARIO EN MI BLOG Y DECIRTE QUE ESE CORAZÓN TAMIÉN ES TUYO.
BESOS

Fiaris dijo...

Ángeles realmente impactante la historia,cariños

Alicia Abatilli dijo...

Hola Ángeles.
Un relato que puede hacer nacer un libro, un brote bueno, futuros frutos nacerán de él.
Alicia

ROSA ARAUZ dijo...

Qué te voy a decir que tu no sepas. Ya mismo está octubre.

Besos MON AMIE

Elvira Daudet dijo...

Querida Mercedes ¿Ángeles?

Me ha gustado mucho tu empatía con la vejez y la enfermedad, dos temas que no "venden". A los jóvenes les desagradan los ancianos y no se atreven a mirar al horrendo futuro que les espera, si llegan.(Un día Ortega y Gaset se encontró con Azorín de frente y no pudo eludirlo. Se acercó a saludarle:"Don José, qué bien le encuentro". Y el viejo le respodió socarrón:"No hay joven que no pueda morir mañana ni viejo que no pueda vivir un año más").
Siento que al fin no pudieramos vernos en Málaga. Mi hijo se empeñó en que fuera con ellos a pasar el resto de sus vacaciones en la Costa Brava. He viajado más este verano que el baúl de la Piquer. Si vienes por Madrid llámame. Un beso Elvira

Ángeles Hernández dijo...

Morgana, Fiaris, gracias por vuestra visita.

Alicia:Ayer lei una entrevista a Gabriel García Márquez en la que hablando del preceso de creación literaria citaba "una idea inicial" como elemento fundamental en sus novelas. Gracias por ayudarme a encontrarla.

Un abrazo _Á

Ángeles Hernández dijo...

Nos vemos pronto, Rosa. Gracias por estar eimpre cerca.

Elvira: Bienvenida, mi empatía es bastante reciente, pero nunca es tarde...
y aún es lo suficientemente temprano como para captar el mensaje que desde aquí intento emitir.

Un abrazo a las dos y hasta pronto Á.

Javier. M. V. dijo...

¡Hola!

He leído con detenimieno esta historia y me ha llevado a varias reflexiones personales, como por ejemplo: "A veces pensamos que existen muchas barreras que impiden que podamos sentirnos mejor de lo que estamos sin darnos cuenta que la unica barrera es la que nosostros mismos ponemos al frente nuestro".

Me agrado este post y, pienso que debería tener una continuación.

Saludos.

Ángeles Hernández dijo...

Javier:
Gracias por tu comentario, ya veremos si hay continuación, de momento apunto tu idea de que las barreras más infranqueables somos nostros mismos quienes nos las ponemos pero ¿cómo derribarlas?

Un saludo Á.

Inma Vinuesa dijo...

Emotivo relato, siempre he pensado lo importantes que son los nietos para los abuelos y viceversa. Son generaciones que se tienen que rozar y tratar, para que surja el sentido.

Ángeles Hernández dijo...

Gracias Inma:
Eres la primera comentarista que nombra al nieto, te lo agradezco porque, como autora del relato, creo que su papel es fundamental.

Un abrazo Á.