sábado, 13 de noviembre de 2010

DEMASIADO TARDE

Escrito por Ángeles Hernández Encinas.

Crédito de imagen : Ángeles Hernández
A los cuarenta y dos años, cuando hacía más de diez que había superado definitivamente la cruel adición al polvo blanco, Ton conoció a Marisa. Antes de este encuentro él vivía espléndidamente sin trabajar gracias a las cuantiosas rentas del negocio familiar. Aficionado a la montaña -llegó a subir un 5000 en el Tibet-, gran melómano -abonado a todos los conciertos de su región-, amante de la lectura y practicante del dandismo entendido como una forma de ver la vida a través de la óptica del lujo elegante y distinguido, había conseguido llegar a tener agradablemente ocupado el tiempo que antaño dedicara a la contemplación de la nada química que mata.

Presumía y hasta se vanagloriaba de la soledad: compañías las imprescindibles para poder lucir su fina estampa y su erudición y para él no era un problema la salud, pues superada la adición, incluidos los recuerdos, creía borrado cualquier rastro de aquella época. A su manera era feliz, controlaba su destino, disfrutaba de sus aficiones y no carecía de nada. Tampoco de amor, porque no se echa de menos lo que nunca se ha tenido.
La conoció a los cuarenta y dos y se enamoró en un “coup de foudre”, un latigazo de emoción, que le removió hasta las entrañas. Ella le correspondió con la entrega y la ternura que siempre supo. Compartieron viajes, restaurantes de lujo, regalos, paseos por el monte, música, conversaciones, lecturas, películas, compañía, alegría y mucho amor.

Al año llegó el otro. Su nombre innombrable estaba compuesto por cuatro letras mayúsculas, las siglas más temidas del siglo. Ella intentó que se curara; él soportó cuarenta pruebas y tomó 1200 pastillas para seguir viviendo. Nada se les puso por delante y lucharon con todas sus fuerzas que eran muchas. Pero el mal ya estaba bien instalado y fue imparable. Poco a poco el humor de Ton se volvió negro, su carácter insoportable y Marisa dejó de sentir aquella emoción primera que tanto les había unido. Siguió cuidándole, medicándole, acompañándole en cada cita al hospital, pero ya no le amaba como antes. Sabía que tenía que seguir cerca para ayudarle en su proceso, pero el último día del milenio le comunicó su decisión de romper. Él no se lo dijo a nadie, nunca llegó a creerlo del todo; tampoco insistió, ni presionó, ni evocó sus dolores para evitar que su amada se alejara.

Siguieron visitando juntos a quien ponía toda la ciencia del momento para curarle hasta que siete meses después ocurrió lo inevitable. Tras un proceso de 32 días en los que ella no se separó de su lado, hubo que llamar a los padres de Ton porque el final estaba muy próximo. Expiró en los brazos de la única mujer a la que había amado y con la que había vivido unos meses de felicidad. Papá y mamá llegaron a última hora repartiendo billetes entre el personal de la 7ª planta.

****************************

Han pasado nueve años y la vida sigue. Marisa lo evoca emocionada y con pena; aún piensa a veces que, si hubiera intuido que el fin estaba tan próximo, quizás no habría roto la relación de pareja el 31 de diciembre de 1999. Hoy su recuerdo la ayuda a reconciliarse consigo misma.



56 comentarios:

lanochedemedianoche dijo...

Inevitable final, quien vivió así no tiene otra esperanza que la suerte, muy triste porque al final seria tremendamente arrogante pero logro sentir amor, y eso ya lo salva, muy buen relato un placer.

Saludos

Pluma Roja dijo...

Triste relato, pero muy real. Con ese tipo de enfermedad no se puede esperar aún, un remedio.

Nunca había venido a leerte, hoy dije: "Iré" y la verdad no me arrepiento me gustó mucho tu relato. Volveré siempre.

Dejo un fuerte abrazo y un gran beso.

Hasta pronto.

Javier. M. V. dijo...

Vaya, esta es la magia de los blogs, de pronto alguien relata una historia que en el espacio que el lector habita en el mundo pudo ser testigo de una historia que tal vez nació en la imaginación de su autor. Realmente me agrado el texto.

Un gran abrazo.

Man dijo...

No se debe ver en la lectura de esta bella y triste historia ningún mensaje ejemplarizante. La felicidad dura lo que dura. Para una luciérnaga, apenas un día.
Si fuéramos capaces de vivir un solo día como si fuera toda una vida, viviríamos miles y miles de vidas.
Un abrazo

Ricardo Miñana dijo...

Es dificil de superar un problema asi que nos marca para toda la vida, mas cuando la mujer amada expira en sus brazos, ha sido
muy emotivo.
que tengas un feliz fin de semana.
un abrazo.

Ángeles Hernández dijo...

Gracias medianoche,

el amor le salvó es verdad, Un abrazo Á.

Ángeles Hernández dijo...

Pluma roja:

Me alegro de que te haya gustado el relato y de que ta hayas decidido a entrar en este lugar, te esperamos,

Un abrazo Á

Ángeles Hernández dijo...

Javier:

Casi todo lo que escribimos está a caballo entre la realidad y la fantasía.
Lamentablemente en este país ha habido una generación diezmada por el SIDA,incluso en personas que consiguieron salir del abismo.

Gracias y un abrazo Á.

Ángeles Hernández dijo...

Gracias Man:

Me gusta tu mensaje: vivir cada día como si fuera toda una vida..

La felicidad es fugaz, tomemósla cuando pasa.

UN abrazo Á

mariajesusparadela dijo...

La vida es pura incertidumbre: si supiéramos de antemano lo que va a suceder a continuación, aparte de que sería insufrible, nos equivocaríamos igual, pero con mayor remordimiento. Al amor hay que alimentarlo cada día, incluso aunque estemos sufriendo, para que no decline. Si lo hace, hay dos culpables. Cada uno ha de asumir su parte. Parece un relato muy,muy real.

Ángeles Hernández dijo...

Gracias Ricardo,

es dificilo superar un problema pero es el caso de esta historia casi se logra,

Feliz domingo, un abrazo Á

Ángeles Hernández dijo...

Gracias Mª Jesuús :
Es un honor tenerte por aquí y que me digas que el relato es real. Es cierto.

Y el amor...técnica jardín flor....regar, abonar, podar: todos los días.

Un abrazo Á.

Anónimo dijo...

Ángeles que placer leerte
siempre, con tus pocas palabras
siempre tán claras pero con todo
lo que quierén expresar, sin
exceso alguno de letras
innecesarias. Siempre tán real y
lo que más me gusta
Un abrazo

Vicen

La sonrisa de Hiperion dijo...

Hay recuerdos, que nos dicen quienes somos... y como hemos llegado a serlo...

Saludos y un abrazo.

Princesa115 dijo...

Es una historia real que por desgracia pasa y pasará.
El que se engancha a esa enfermedad rompe todos los vínculos con la sociedad, hasta el amor.
El final era previsible, pero ella siempre recordará la aventura vivida con él.

Buen relato, bien escrito y con mucho gusto...te felicito.

Besos

Ángeles Hernández dijo...

Recuerdos magnificados por el amor. gracias hiperion, por tu presencia en este espacio.
Un abrazo. A

josefina dijo...

Ángeles me ha gustado esta lectura, porque aunque el amor se termino ella siguio a su lado.
Un beso

superkurra@hotmail.com dijo...

Una historia muy emotiva me llego al corazon. Un besote fuerte.

Ana J. dijo...

Muy triste, muy real, muy generoso.
Un placer leerlo.
Besos

Máximo Cano dijo...

Como siempre, lo cuentas de una forma que haces vivirlo y meterse en la piel de los protagonistas.

¿Ela fue honesta al convertir su amor en compasión?

Preguntas y preguntas... y si ella hubiera aparentado seguir queriendolo, habría sido mejor persona? ¿y si hubiera salido corriendo siendo leal a sus sentimientos?

Saludos.

mariarosa dijo...

Me resultó una buena historia, tan buena que le has dado un aire de realidad. Felicitaciones Ängeles, un beso.

mariarosa

Anónimo dijo...

Quizá no hubiese cortado con él, pero él se habría dado cuenta de que el amor entre ellos no era el mismo. Dile a Marisa de mi parte que no se culpe, que la vida sigue y tiene que pasar página.
Un beso y decirte que me ha encantado tu relato.

Elena dijo...

Un amor muy real y más común de lo que creemos.
Un relato muy bueno Mª Ángeles, te felicito.

Un beso.

José Antonio del Pozo dijo...

Angeles: impresiona el "coup de foudre", que pones, el latigazo que le removió las entrañas, justo después de contarnos que no se puede echar de menos lo que no se ha conocido. Como si el amour fuese como un asaltaesquinas que nos desbarata todo, que todo nos lo descabala, que ni siquiera sabemos que está ahí, agazapado, hasta que nos asalta. A él le removió hasta las mismas entrañas. La muerte también es un poco así, por más que a veces se la ve venir, y es la vida. Mira, hoy falleció Berlanga, aunque era mayor, y no por ello, quienes admiramos muchas de sus pelis no dejamos de estar un poco triste. He reflexionado un poco sobre todo esto hoy en il mio blog.
Saludos y felicidades por el texto, Angeles

Flamenco Rojo dijo...

Lo cuentas tan bien que yo me lo creo...Lo mismo ha sido una vida real...

Un abrazo.

Pd.- Echo de menos 7 plumas ¿y vos?

mateosantamarta dijo...

Parece un relato no ficticio y creo que no lo es. Si es ficción está muy bien construída; si es realidad, bien contada.
Un saludo.

Ángeles Hernández dijo...

gracias vicen por tu comentario.

Princesa, la enfermedad es grave pero el cariño puede ayudar a sobrellevarla.

Un abrazo A.

Ángeles Hernández dijo...

Josefina: se terminó la pareja, pero el amor es mucho más grande que una relación y esta historia lo demuestra. Un abrazo Á.

Ángeles Hernández dijo...

Gracias superKurra y Ana J por leer mis historias tan reales y por animaros a decírmelo.

Un abrazo Á

Ángeles Hernández dijo...

Máximo:

buenas preguntas, se me ocurre que la compasión es otra manera de amar.¿Salir corriendo?, creo quehubiera demostrado una importante falta de generosidad.

uN ABRAZO Á

Ángeles Hernández dijo...

mariarosa gracias por tu aportación, me ayuda a seguir escribiendo lo que me dices.

Blanca: Se lo diré a Marisa, de t parte, espero que haya pasado página y que sepa que hizo lo que debía.

Un abrazo Á

Ángeles Hernández dijo...

Elena, Mateo, Flamenco:

Ya sabéis que a veces la realidad supera la fantasía, en todo caso si esta historía noha ocurrido, bien pudiera ocurrir cualquier día.

Un abrazo y gracias por los elogios, así da gusto ponerse a escribir.

Ángeles Hernández dijo...

José Antonio:

Es verda, en cada momento estamos expuestos al latigazo, a veces para lo bueno (amor) otras para lo malo ( muerte, desgracias). Generalmente la sorpresa es un factor agravante, tanto del dolor como de la alegría pero en todo caso, como las vírgenes prudentes, habría que estar siempre preparados "porque no sabemos el día ni la hora".

Berlanga estaba enfermo pero seguía entre nosotros, ahora nos deja su obra que es otra manera de permanecer.

Si el amor descabala una manera de vivir "bendito descabalamiento", al menos eso intento decir en mi relato. Ton hubiera fallecido solitario y sin haber conocido el amor, aunque , no es prudente hablar de futuribles.

Un abrazo Á

Deseo dijo...

.

Cayetano dijo...

La vida es así de cruel. Cuando menos te lo esperas te da un zarpazo y te lo cambia todo. No es justo, pero ocurre. Mejor vivir el día a día y no hacer grandes proyectos más allá de pasado mañana.
Un saludo.

Anónimo dijo...

La enfermedad es grave pero el cariño puede ayudar a sobrellevarla.

Una buena aclaración,el cariño que
ya no el amor.

vicen

Isolda Wagner dijo...

Morir en brazos de la persona amada. Creo que es a lo que aspira cualquier ser humano. Si él lo sientió así, murió feliz. ¿Qué importa si el flechazo había desaparecido o no? Huir hubiera sido una cobardía. Aquí lo principal es lo que él sentía.
Besos Ángeles, hoy, no tan alegres como eres tú.

Jose C. dijo...

Hola Ángeles y hola a tod@s.
Creo que Marisa fue valiente y se enfrentó al reto que le aguardada. Fue capaz de cambiar de un tipo de amor en el que compartía placeres a otro de tipo compasivo. Jugó sus cartas y pasó de pantalla.
Excelente texto, compañera.
Un abrazo.

anapedraza dijo...

Ahora, ambos "descansan" en paz.

¡Un relato muy bello!

Miguel

Anónimo dijo...

Cada uno conoce sus obligaciones morales, y hasta dónde llegan los compromisos personales adquiridos. Hay que pensar que la vida sigue y es conveniente que las decisiones tomadas nos dejen seguir viviendo con la conciencia tranquila.

Guido Finzi dijo...

Las cosas pasan porque tienen que pasar. Como reza un viejo proverbio polaco: "si la horca es tu destino, no morirás ahogado".

Un saludo

Ángeles Hernández dijo...

Gracias Deseo, Cayetano, Jose Carlos, NI, Ana Pedraza, Guido por vuestro comentario y por vuestra visita, es verdad que la responsabilidad asumida reconforta y que nadie puede saber cuando será su momento final.

Cada día es único y lo único que podemos hacer es vivirlo lo más honradamente posible.

Un abrazo a todos Á.

Máximo Cano dijo...

Desde mi punto de vista,la compasión puede tener algo de cobardía, de apatía e incluso de limpiar la conciencia.

Saludos.

El Drac dijo...

La verdad no creo que alguien se pueda enamorar a los 40, imagino que será compañerismo, compañía sexual (en la que tampoco creo mucho a ésa edad). Y es un defecto consuetudinario el dar opiniones y consejos cuando ya pasó la batalla, así cualquiera es general!!!. Un abrazo

Máximo Cano dijo...

Drac...¿quieres decir que sexo a partir de los 40 nada?

curro dijo...

Pos vaya una historia mas tetrica y siniestra que nos has contao, y lo que es peor me dá que es real. Parece como el refraan ese de quien mal anda mal acaba, y hubieramos de sacar esa moraleja. Pero mira lo que te digo, sin entrar en ese tema tan profundo, la vida es para vivirla y la historia podrúa haber terminado de otra manera, asi que cambiale el guion. Un abrazo

Conchi dijo...

Hola Ángeles, excelente relato nos presentas, no escribes más que la pura realidad, una realidad que por desgracia está hoy a la orden del día, historia triste y emotiva cuyo desencadenante es ese final esperado, ha sido un placer volver a leerte, te mando un abrazo desde mi sur amiga.

Anónimo dijo...

impresionada con esta triste historia a la vez, muy sensible.

besitos

María dijo...

Ángeles, me ha gustado mucho tu historia. Que la felicidad, el amor, la vida misma, son efímeros, seguro, pero ¿Puede nuestro pasado, pasarnos factura por nuestros actos?, a veces parece que si y en el peor momento. Besicos.

Amando Carabias dijo...

Llego tan tarde (ya sabes, mi vida se ha convertido en algo maravilloso pero tan absorbente) que casi todo está dicho. Y muy bien dicho, empezando por el relato, tan real como la vida misma...
El amor, si es verdadero, tiene una dosis de deber que nace espontáneamente. Cuando desaparece ese latigazo, esa chispa, esa ilusión al menos -si todo ha sido verdadero- queda la brasa del recuerdo y ante determinadas situaciones, actuar de modo diferente al que lo hizo Marisa es una canallada, pura, lisa y llanamente.

Lo de los padres merece comentario aparte...
Y hay más de uno que lava su conciencia repartiendo billetes...
Claro que otros no tienen ni billetes para lavar la conciencia igualmente sucia.
Enhorabuena, Ángeles.

Anónimo dijo...

Ángeles un relato triste, deja un regusto amargo, pero así es la vida, si supierámos que lo que va a pasar, seguro que actuariamos de otra forma, Marisa no tiene porque sentirse culpable.
Te sigo.
Besos.
Angela.

Alhami dijo...

.


...no entendí de que murió el tipo, no sé si de pena por el otro o de sida... pero de lo que haya sido, en todo caso es evidente que el error de ella fue garrafal y lo lamentará el resto de sus días...

Saludos

Ángeles Hernández dijo...

Drac: cuando tengas 40 años me diarás si uno se enamora a esa edad y la calidad del sexo y las emociones. Ni te lo imaginas.

Kurro: La historia es triste pero no pienso cabiar el final, escriba usted otra que acabe bien para compensar.

Amando: Gracias por entrar y comentar a pesar de tu acelerada y ocupada vida, yo también ando algo retrasada pero ¡esto es vida!

Un abrazo a los tres Á

Ángeles Hernández dijo...

Conchi, Silencio, María, Ángela. disculpad este retrasillo, se me ha borrado un comentario previo y ahora me repito:

En verdad a veces hay historias tristes, pero en este caso el enfermo tuvo la suerte de estar acompañado y bien cuidado hasta el último momento. No todo el mundo puede decir lo mismo.

Os agradezco vuestra visita y el detalle de comentar vuestra opinión.

Un abrazo Á

Ángeles Hernández dijo...

Alhami, el chico murió de SIDA aunque quizás la pena aceleró su fin.

Gracias por tu presencia y por dar su sincera opinión. Un abrazo Á

Anónimo dijo...

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