
Es un tema que causa furor desde hace un par de años a causa de la preocupación que genera la crisis económica y financiera global; aunque estoy de acuerdo con los expertos que la definen más como una crisis moral, ética o de valores, que comenzó bastante antes de que sus resultados económicos y financieros se manifestaran. Hay también expertos que, basándose en un pensamiento oriental, nos dicen que la crisis es una oportunidad, lo cual me parece bien, especialmente cuando da la oportunidad de tener tiempo libre para averiguar sobre las causas de tal crisis, sumergiéndonos un poco en la historia de la economía de los últimos siglos. Tratar de entender nuestro actual sistema económico es -al menos para mí- un reto difícil de afrontar, pero no me ha resultado tan complicado comprender cómo hemos llegado a adoptarlo, aunque sea a grandes rasgos.
Hasta finales del siglo XVIII la economía era bastante sencilla, experimentando un leve pero continuo crecimiento a medida que el hombre fue acoplando los animales al trabajo y aprendía a aprovechar los recursos naturales. La relación entre producción y consumo mantenía un equilibrio con un ligero excedente ya que el hombre prácticamente consumía lo que producía, es decir, unas 2.000 calorías/día. Eso sí, tenía que trabajar muy duro y durante muchas horas para asegurarse el sustento y el de su/s señor/es.
Con la llegada de la industrialización y la incorporación de las máquinas, la curva de crecimiento empieza a elevarse con mayor rapidez, debido a que se obtiene más producción con menos trabajo. Esto permitió iniciar nuevos mercados, la exportación, etc., abriéndose el abanico de posibilidades de consumo, generando más riqueza, de la cual una parte será invertida de nuevo en mejorar la producción. Empieza así a manifestarse un desequilibrio económico a causa de un exceso de producción que contradice las necesidades del sistema monetario, para lo cual la 1ª Guerra Mundial viene como agua de mayo, ocupando a buena parte de la población productiva en otros quehaceres. De inmediato, como consecuencia de ello, la mujer se incorpora decididamente al trabajo en las fábricas, pero esto no es el problema. El problema aparece cuando, a pesar de que la mujer sustituye al hombre en el trabajo, las familias no tienen recursos económicos para mantener el consumo y por tanto el crecimiento. En todo caso, parece que crecer en economía es imprescindible, así como mantener una cierta escasez a costa de lo que sea o quien sea. Como siempre, hay genios para todo, y para resolver este incomodo factor, se impulsa el crédito a las familias y así surge un conejo de la chistera del mago llamado deuda, que genera interesantes beneficios a quienes tienen para prestar. Llegó el crack U.S.A. del 29, que fue remendado con más deuda y posteriormente con la 2ª Guerra Mundial.
Así se implanto una economía controlada por un sistema monetario que se ocupa de mantener unos precios de mercado a costa de escasez, aunque no sea cierta, para asegurar el crecimiento. ¡Extraño paradigma este! El dinero ya no está respaldado, ni siquiera, en el oro –del cual sigo sin entender el porqué de su exagerada valoración y del que se empieza a dudar sobre si la cantidad circulante en el mercado es la que realmente existe-, sino la deuda, o mejor dicho, el pago de ésta, más unos intereses. Por tanto, el dinero está respaldado principalmente por un valor moral, no material, y no parece que sepamos seguir adelante con el crecimiento económico.
Después de saber esto, ya tenemos otro dato para entender mejor por qué es una crisis de ética, que nos ha dejado parados en la cumbre de una montaña rusa, pero con los raíles cortados delante de nosotros. Ahora me pregunto cómo lo arreglaremos: ¿Con más deuda? ¿Sacará el mago una nueva sorpresa de la chistera? ¿Reflexionaremos sobre dónde estamos y qué hemos hecho para llegar aquí? Para mí que la respuesta está lejos de esperar explicaciones y responsabilidades de los inductores de esta situación y esperar que sean ellos los que den la solución. Esto lo hemos hecho entre todos y, por nuestra falta de previsión, ahora nos toca reaccionar.
Saludos,
Jose C.