Imagen: cpgdiseno.cl |
Hace casi un par de años que no veo a Adela, mi prima del alma. Ella sigue en la aldea donde nacimos mientras que yo salí para estudiar psicopedagogía; actualmente trabajo en la capital como educadora de educadores, experta en “salud reproductiva para escolares”.
Tenemos la misma edad y de jóvenes manteníamos una amistad más allá de las convenciones: juntas reíamos, llorábamos, jugábamos, hablábamos, y hasta nos leíamos el diario. Compartíamos el proyecto de salir del pueblo para ir a la Universidad, pero Adela tuvo que quedarse pues cayó embarazada poco antes de terminar el COU. Aunque no se casó, dedicó su vida y sacrificó sus proyectos para educar y criar a su hija, Lucía, que ahora tiene trece años. Nunca hemos perdido el contacto; con llamadas y visitas nos hemos tenido al tanto de nuestras vidas, contándonos lo hermosa que se iba poniendo su niña o anécdotas de mi vida de estudiante entonces, o de mis progresos profesionales más adelante.
Mi prima, siempre espléndida y cariñosa, nunca ha tenido muy en cuenta mis aires de señoritinga progre y repulida. La chiquilla, mi única sobrina, ha sido objeto de los mimos, achuchones y obsequios destinados a los hijos que no he tenido.
Los dos últimos años, debido principalmente a mi dedicación al trabajo, no hemos podido estar juntas y ahora intento recuperar el tiempo perdido invitándolas a pasar estas vacaciones de Pascua en mi casa. Mientras preparo sus habitaciones, lleno la nevera, y repaso mentalmente a donde les voy a llevar, evoco la imagen de la última vez que nos vimos: Adela conservaba su gran belleza aunque no podía ocultar su aspecto pueblerino; nada que no pudieran arreglar un buen peluquero y un estilista adecuado. La niña, muy mona. Con rasgos infantiles, alta, morenita, timidilla, y con una cara en la que destacaban unos expectantes ojos verdes. Debe de estar cambiada después de tanto tiempo.
Ya están aquí ¡qué emoción! Nos abrazamos estrechamente –la sensación de que últimamente las tengo un poquito abandonadas ensombrece un poco la alegría del reencuentro- , nos reímos, comentamos lo bien que nos vemos, lo grande que está Lucía, la felicidad de estrecharnos de nuevo…
Así hemos seguido un rato, entre cariños, recuerdos, admiraciones y buenos pronósticos. A mi prima la encuentro desmejoradilla, tiene poco más de treinta años y aparenta cuarenta; debe trabajar muchísimo y no ser especialmente feliz. En cuanto a la niña es una hermosa mujer que pasaría por mayor de edad: el cuerpo bien proporcionado con unas piernas interminables, la piel bronceada de aspecto terso y sano y los mismos ojos verdes que sonreían de pequeña, aunque ahora un poco más amorfos. Estos rasgos físicos bellos por sí mismos, son exageradamente destacados por su indumentaria. Decir que va llamativa resulta muy simple para describir la melena multicolor, la falda ultracorta y bien ceñida, el top opresivo de generoso escote y la abundante ornamentación de bisutería y maquillaje -como su madre, bastante necesitada de peluquero y estilista- . Su mirada bovina, sonrisa inerte y vocabulario escaso y reiterativo, están más de acuerdo con su verdadera edad y probablemente con sus aficiones, su parco amor por el estudio, su educación, sus amigos o la calidad de sus lecturas. Mientras la observo y, antes de lanzar mi batería de preguntas de "pedagoga redicha", le descubro una mancha morada a la altura del cuello. Con sumo cuidado y discreción advierto que la manchita es un chupetón, varios chupetones reunidos, ejecutados con entusiasmo; una buena despedida de alguien que, a buen seguro, quería retenerla a su lado.
Este detalle era lo único que me faltaba para lanzarme a una investigación de profesional experta en “salud reproductiva para escolares”.
-¿Qué tal los estudios?, Ya estás en el Instituto ¿no? -pregunto intentando parecer tranquila.
- Sí, sí tía en el Instituto, un rollo” - contesta la niña.
-Y… ¿Cómo te va?
-Pues, regu. Me han quedado mates, soci, cono, inglés y lengua. Este año se han puesto muy exigentes.
-Es muy vaga. Me ha dicho el tutor que de tonta no tiene un pelo, lo que pasa es que no le da la gana ponerse a estudiar -apostilla la madre a modo de disculpa o explicación.
-Mamaaaa, no empieces con tu sermoncito -protesta enérgicamente y con gesto desabrido la chiquilla.
-Y de novios ¿qué tal? Porque, con lo guapa que estás, seguro que tienes más de uno -digo yo, cambiando de tema y sin olvidar el chupetón.
La niña grande, sonríe entre tímida y orgullosa, mira al suelo y susurra:
-Bueno, de eso bien. Estoy saliendo con uno. Mi madre lo sabe.
-Sí, sí tenemos mucha confianza. No soy de esas encierran a sus hijas para que un día acaben escapándose. Y ella, que me conoce bien, me lo cuenta todo –la madre recupera la sonrisa entusiasmada y orgullosa.
-¿Todo…todo? -me atrevo a insinuar.
-Bueno, lo que no me cuenta lo imagino –responde mi prima.
Siento como puja por salir la profesional que hay en mí y, aunque intento ser prudente, continúo con el obsesivo cuestionario. Mientras, mis ojos se desvían inconscientemente al enorme hematoma cervical -Y, ejem, bueno, con ese chico… ¿Tenéis precauciones? Ya sabes que si no andáis con cuidado… Aunque, qué cosas tengo, eres todavía demasiado joven.
La niña, sin abrir la boca, mira hacía las tachuelas de la puntera de sus botas y sonríe pícaramente a la vez que mueve la cabeza arriba y abajo, como "el perrito piloto" que antaño decoraba la parte trasera de algunos coches.
Ante mis insinuaciones, Adela, muy en su sitio, con voz alta, firme y tajante adelanta una respuesta -Ay prima, no te preocupes por eso. En algunos asuntos estamos muy evolucionados en el pueblo y a ésta ya no le va a pasar lo que a su madre. Que haga lo que quiera que para eso está “la píldora del día después”. Bueno… si fallara, que a veces pasa, se le paga un aborto y santas pascuas.
Una conmoción automática estalla en mi cerebro al oír tan elaborado planteamiento. Con el pensamiento borrado paso largo tiempo ausente. Ellas no se han debido percatar de mi susto. Lentamente me recupero y consigo llevarlas a cenar mientras, muy culpabilizada por mi superficialidad y el abandono en que he tenido a mi prima y sobrina, empiezo a pensar que no es un asunto de peluquero y estilista. Tengo por delante mucho trabajo que hacer. No puedo consentir que una vez más se haga realidad, el clásico refrán: “En casa del herrero cuchillo de palo”.
19 comentarios:
Ángeles,amiga mía: La píldora del día después puede ser peligrosísima para las mujeres. Dicen los expertos que puede producir trastornos sexuales importantes. Convendría hablar de otros sistemas de prevención de embarazos, que los hay e inocuos. ¡Con qué alegría se habla de estas cosas! Hay que ser más serios cuando la vida de nuestros hijos está en juego. Creo que lo has expuesto claramente en tu relato, de manera indirecta. Me aterra ver la ligereza conque se legisla en estos temas. Un cordial saludo.
Yo siempre digo que a algunos padres habría que hacerles un examen para ver si pueden asumir esa responsabilidad. Este es un claro ejemplo de pasotismo e irresponabilidad maternal, mezclado todo con una buena dosis de ignorancia. Y la niña el fruto no de una mala educación sino de un nula educación. Hoy hay un elevado porcentaje de padres que no sólo no educan a sus hijos, sino que pretenden ser sus colegas. Y un padre o una madre es eso: padre o madre. No puede pretender ser un amiguete de sus nenes sino alguien que los eduque y exija porque está en juego su formación como personas.
Un saludo.
Más allá del asunto de la píldora del día después (lo digo por no repetir lo que habéis comentado), el asunto es más peliagudo y complejo. Me parece que hay un problema de raíz (lo digo porque tengo dos hijas que ya han superado esa edad), y es que los padres NUNCA pueden ser los colegas de sus hijos, sino sus padres. Esto no quiere decir que sean totalitarios o maltratadores o castradores de libertades... En absoluto. Creo que el problema de la adolescente del relato, en realidad es el problema de su madre, alguien poco más que abandonada a su suerte.
Ahora, como cuando leí tu primera versión de este relato estoy escandalizada por la superficialidad con que madre e hija toman este tema. Pero además me acabo de dar cuenta de lo que he aprendido escuchando a padres con hijos de esta edad, y lo que ha cambiado mi visión de este tema en tan poco tiempo, me hago mayor. Afortunadamente para mis hijos que aún son pequeños.
Estoy de acuerdo con Amando, el "colegueo" entre padres e hijos es un error, para eso ya están los amigos. Además, no es cierto, los hijos nunca les cuentan todo a sus padres, saben muy bien hasta dónde tienen que hablar. Pero este tipo de padres prefiere engañarse a sí mismos e ir de "guays", es mucho más cómodo. Lo peor es que los chicos educados de este modo ahora son una mayoría, y pronto nos gobernarán.
Me alegra verte de nuevo por aquí, espero que más descansada y dispuesta.
Un abrazo de los grandes para ti y los seguidores.
Si solo se tratara con superficialidad el tema de la píldora del día después... los valores han cambiado, es un hecho.
Estupendo texto, Ángeles
Un abrazo fuerte
Este relato ha desaparecido del blog durante varias horas. al reaparecer lo ha hecho sin los comentarios que habiais enviado, me tomo la libertad de recuperarlos del correo y copiarlos.
Disculpad las molestias.
Un abrazo Á.
Fernando ha dejado un nuevo comentario en su entrada "EN CASA DEL HERRERO...":
Ángeles,amiga mía: La píldora del día después puede ser peligrosísima para las mujeres. Dicen los expertos que puede producir trastornos sexuales importantes. Convendría hablar de otros sistemas de prevención de embarazos, que los hay e inocuos. ¡Con qué alegría se habla de estas cosas! Hay que ser más serios cuando la vida de nuestros hijos está en juego. Creo que lo has expuesto claramente en tu relato, de manera indirecta. Me aterra ver la ligereza conque se legisla en estos temas. Un cordial saludo.
Cayetano :
Yo siempre digo que a algunos padres habría que hacerles un examen para ver si pueden asumir esa responsabilidad. Este es un claro ejemplo de pasotismo e irresponabilidad maternal, mezclado todo con una buena dosis de ignorancia. Y la niña el fruto no de una mala educación sino de un nula educación. Hoy hay un elevado porcentaje de padres que no sólo no educan a sus hijos, sino que pretenden ser sus colegas. Y un padre o una madre es eso: padre o madre. No puede pretender ser un amiguete de sus nenes sino alguien que los eduque y exija porque está en juego su formación como personas.
Un saludo.
Fernando: Estoy de acuerdo contigo en lo que dices, por eso he escrito este relato.
Mi intención era llamar la atención sobre la frivolidad con la que algunas familias toman el acceso a estos medios, peligrosos para la salud mental y física, poco educativos, y que sólo remienda agujeros sin reparar la verdadera estructura.
El tono irónico es por eso, y para adornar de manera un poco estridente, un hecho real que me toó vivir y que me dejo estuefacta y muda: por la edad de la niña y por la respuesta espontánea y sin dudas de la madre.
Muchas gracias por seguirme.
Un abrazo Á.
Gracias Cayetano, comparto tu opinión que tú como docente y yo como sanitaria, vemos clara en nuestra sociedad.
A ver si somos capaces de crear algo de estilo y educación.
Un abrazo Á.
AMANDO ha dejado un nuevo comentario en su entrada "EN CASA DEL HERRERO...":
Más allá del asunto de la píldora del día después (lo digo por no repetir lo que habéis comentado), el asunto es más peliagudo y complejo. Me parece que hay un problema de raíz (lo digo porque tengo dos hijas que ya han superado esa edad), y es que los padres NUNCA pueden ser los colegas de sus hijos, sino sus padres. Esto no quiere decir que sean totalitarios o maltratadores o castradores de libertades... En absoluto. Creo que el problema de la adolescente del relato, en realidad es el problema de su madre, alguien poco más que abandonada a su suerte.
NI la breve ha dejado un nuevo comentario en su entrada "EN CASA DEL HERRERO...":
Ahora, como cuando leí tu primera versión de este relato estoy escandalizada por la superficialidad con que madre e hija toman este tema. Pero además me acabo de dar cuenta de lo que he aprendido escuchando a padres con hijos de esta edad, y lo que ha cambiado mi visión de este tema en tan poco tiempo, me hago mayor. Afortunadamente para mis hijos que aún son pequeños.
Ana J. ha dejado un nuevo comentario en su entrada "EN CASA DEL HERRERO...":
Si solo se tratara con superficialidad el tema de la píldora del día después... los valores han cambiado, es un hecho.
Estupendo texto, Ángeles
Un abrazo fuerte
mercedespinto (http://mercedespinto.wordpress.com/) ha dejado un nuevo comentario en su entrada "EN CASA DEL HERRERO...":
Estoy de acuerdo con Amando, el "colegueo" entre padres e hijos es un error, para eso ya están los amigos. Además, no es cierto, los hijos nunca les cuentan todo a sus padres, saben muy bien hasta dónde tienen que hablar. Pero este tipo de padres prefiere engañarse a sí mismos e ir de "guays", es mucho más cómodo. Lo peor es que los chicos educados de este modo ahora son una mayoría, y pronto nos gobernarán.
Me alegra verte de nuevo por aquí, espero que más descansada y dispuesta.
Un abrazo de los grandes para ti y los segu
Hola , he leído el relato, ¡qué instruida estás en el lenguaje juvenil!, me sorprendes.
EStá bien, como siempre, pero no es de los que más me han gustado, no sé si por el tema(estoy
rodeada de adolescentes de este y otro tipo y me cansan) o porque, aunque ha centrado mi atención un
buen rato y me ha hecho dejar a un lado otras cosas. No me esperaba ese argumento
al leer el título.
Bueno, siempre da gusto leerte.
B.
Ser amigos de los hijos o ser padres comprensivos y guiadores n represivos: esa es la diferencia a veces confusa y difícil de distinguir, sobre todo cuando decir NO cuesta tanto a veces.
Gracias por vuestros cmentarios que espero no tengan problemas a partir de ahora.
Un abrazo a todos de Á.
Supongo que tienes que retomar la relación, pero me parece que hay cosas que van a ser difíciles de cambiar...
Hola Ángeles, hacía tiempo que no pasaba por aquí, y es una grata sorpresa este relato, me gusta mucho. La verdad, me sorprenden los comentarios. Leeré más atentamente, pero es evidente que la “reproducción social”, es un mecanismo básico de nuestra sociedad. Respecto a la educación, no sé, a partir del momento que se acta la posibilidad de la sexualidad de los adolescentes (a mi parecer es un progreso) que se hable de píldoras y abortos, entre padres e hijos, es “casi natural”… Pero volveré a leer, no vaya a ser que no entendí nada.
Abrazos.
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