24 de abril de 2011, Domingo de Pascua. En Almaraz, como todos los años, se celebra la fiesta de la Resurrección con la iglesia llena . Ese día se reúnen todos: los viejos, los medianos y los jóvenes; los que pasan el año y los que viven fuera y vienen por las fiestas, los progres y los conservadores, los de toda la vida y los nuevos. Da gusto ver la hermosura del templo. La luz y colorido de los cirios ilumina los trajes variopintos ya primaverales, las imágenes que salieron en las procesiones de Semana Santa y la sonrisa tranquila de los asistentes; huele a cera nueva y a flores, a colonia barata y perfume de marca, a limpio; una sensación general de gozo impregna los sentidos.
Como casi siempre, detrás de tanto y diferente paisanaje hay un aglutinante, una persona que, independientemente de quien gane las elecciones, de si hay que llevar velo, mantilla, sombrero o testa descubierta, de si la práctica del catolicismo es masiva o más bien escasa, con crisis o con estado de bienestar, ha tenido la habilidad, la suerte y, sobre todo, la capacidad de convocatoria, de poder colgar todos los años desde hace sesenta, el cartel de " Completo". Se trata de D. Vicente, el cura, el mismo que allí cantara misa en 1951 y que hoy, con casi 83 años, sigue al pie del cañón. Inasequible al desaliento, a la artrosis, a los momentos difíciles, a la muerte de sus padres, a la pujanza anticlerical de las nuevas generaciones, incluso a Internet al que no ha logrado cogerle el intríngulis.
Y es que lleva mucho tiempo celebrando nacimientos, bodas, comuniones, defunciones… conviviendo con sus parroquianos -los de antes y los de ahora-cuidando de ellos, compartiendo penas y alegrías , duras y maduras, dando, escuchando, ayudando y recibiendo; en las fiestas como S. Roque, la cabalgata de Reyes, Pascua, Navidad, bautizos, comuniones y bodas, festejando , organizando con su eterna sonrisa; en periodos menos alegres, consolando, trabajando, participando…
Ha hecho muchas cosas, pero más que la cantidad es el entusiasmo, el amor, la bondad y la entrega de cada día, lo que atrapa y hace que todos le sientan tan próximo y entrañable. Sin él quizás más de la mitad de los que hoy están aquí se habrían quedado en casa, no son estos tiempos tan proclives como antaño a reunirse en la Iglesia y menos para una fiesta religiosa, pero ¿ quién va a perderse este anual y afectuoso evento que, por encima de creencias y aficiones, es sobre todo un acto de amor popular?
Algunos opinan que D. Vicente sigue igualito, que por él no pasan los años; quizás está un poco más despistado y, como quiere contarlo todo a la vez, las palabras le salen a trompicones y a veces no se le entiende bien. Pero sigue moviéndose por todas partes, corre que te corre, controlando detalles, cuidando bien de no olvidar nada ni a nadie, que para eso a todos los conoce y los quiere desde que nacieron. A algunos incluso desde antes.
Es además el responsable de la hoja diocesana. Su boletín mensual era recibido hasta hace poco por más de 5000 parroquianos y parientes y, como si tuviera el don de multiplicar el tiempo, cada dos o tres años se permite el lujo de publicar un libro: relacionado con su obra en el "apostolado de la carretera", con el concepto de familia, con la historia del pueblo, con sus memorias personales teñidas por su vocación de servicio ala Iglesia Católica y a la Comunidad.. .Ya está impreso el último, “En familia”, con un amplio y profundo texto y muchas fotos de bodas bautizos y comuniones de los últimos sesenta años. Puede que este hecho influya en que hoy se le note algo inquieto desde por la mañana, pues va a presentar su última obra para que todos puedan verse o reconocer a sus seres queridos, incluyendo un análisis, hecho con mente clara y ausente de gazmoñería, sobre de los problemas de las familias actuales; problemas que conoce de cerca porque conoce la sociedad en la que se mueve. Por la tarde también está prevista la procesión de la Virgen del Rocamador, cuya tradición, que había sido poco a poco olvidada, él mismo se encargó de recuperar.
El obispo le ha hablado de retirarse, cuando menos bajar el ritmo, pero él se enfada o se hace el tonto ante la más mínima insinuación. Es verdad que desde hace una temporada en ocasiones se marea (le están mirando los médicos y no parece tener nada grave ) y alguna que otra vez acaba con un buen revolcón que hasta ahora nunca ha pasado de rasguños y moratones sin importancia -como el último verano, cuando incluso se rompió las gafas- . Pero dejar la parroquia por unos mareillos de nada, con todo lo que lo que tiene que hacer... No, no mientras haya ganas y fuerzas.
Por eso a nadie le llama la atención que, terminada la misa, se retrase. No acaba de salir incluso a sabiendas de que le estan esperando para ir a comer:
-Este hombre, ¿dónde se habrá metido?, ¿es que no tiene concepto del tiempo? D. Vicenteeeee -gritan algunos- que le estamos esperando.
Una feligresa entra a la iglesia a recoger un objeto que le había prestado para la celebración y, al ver que aún permanecen encendidas algunas de las velas de detrás del altar mayor, se acercar hasta allí. Lo encuentra tendido en el suelo, muy agitado, con la cabeza apoyada en una mancha de sangre y una gran una herida, limpia y rectilínea, en el cuero cabelludo. Probablemente un tropezón, quizás otro mareo, le ha hecho caer y golpearse con el bordillo granitico de la base que sustenta el Ara. Tiene la mirada fija, perdida en el infinito y no reconoce a nadie; su única respuesta a lo que le preguntan es: “levántate”, dicho de forma imperiosa, como si estuviera dando una orden.
Ha hecho muchas cosas, pero más que la cantidad es el entusiasmo, el amor, la bondad y la entrega de cada día, lo que atrapa y hace que todos le sientan tan próximo y entrañable. Sin él quizás más de la mitad de los que hoy están aquí se habrían quedado en casa, no son estos tiempos tan proclives como antaño a reunirse en la Iglesia y menos para una fiesta religiosa, pero ¿ quién va a perderse este anual y afectuoso evento que, por encima de creencias y aficiones, es sobre todo un acto de amor popular?
Algunos opinan que D. Vicente sigue igualito, que por él no pasan los años; quizás está un poco más despistado y, como quiere contarlo todo a la vez, las palabras le salen a trompicones y a veces no se le entiende bien. Pero sigue moviéndose por todas partes, corre que te corre, controlando detalles, cuidando bien de no olvidar nada ni a nadie, que para eso a todos los conoce y los quiere desde que nacieron. A algunos incluso desde antes.
Es además el responsable de la hoja diocesana. Su boletín mensual era recibido hasta hace poco por más de 5000 parroquianos y parientes y, como si tuviera el don de multiplicar el tiempo, cada dos o tres años se permite el lujo de publicar un libro: relacionado con su obra en el "apostolado de la carretera", con el concepto de familia, con la historia del pueblo, con sus memorias personales teñidas por su vocación de servicio a
El obispo le ha hablado de retirarse, cuando menos bajar el ritmo, pero él se enfada o se hace el tonto ante la más mínima insinuación. Es verdad que desde hace una temporada en ocasiones se marea (le están mirando los médicos y no parece tener nada grave ) y alguna que otra vez acaba con un buen revolcón que hasta ahora nunca ha pasado de rasguños y moratones sin importancia -como el último verano, cuando incluso se rompió las gafas- . Pero dejar la parroquia por unos mareillos de nada, con todo lo que lo que tiene que hacer... No, no mientras haya ganas y fuerzas.
Por eso a nadie le llama la atención que, terminada la misa, se retrase. No acaba de salir incluso a sabiendas de que le estan esperando para ir a comer:
-Este hombre, ¿dónde se habrá metido?, ¿es que no tiene concepto del tiempo? D. Vicenteeeee -gritan algunos- que le estamos esperando.
Una feligresa entra a la iglesia a recoger un objeto que le había prestado para la celebración y, al ver que aún permanecen encendidas algunas de las velas de detrás del altar mayor, se acercar hasta allí. Lo encuentra tendido en el suelo, muy agitado, con la cabeza apoyada en una mancha de sangre y una gran una herida, limpia y rectilínea, en el cuero cabelludo. Probablemente un tropezón, quizás otro mareo, le ha hecho caer y golpearse con el bordillo granitico de la base que sustenta el Ara. Tiene la mirada fija, perdida en el infinito y no reconoce a nadie; su única respuesta a lo que le preguntan es: “levántate”, dicho de forma imperiosa, como si estuviera dando una orden.
En volandas lo sacan a toda prisa y, acompañado por varias decenas de personas, es llevado al ambulatorio donde, confirmada la gravedad, deciden trasladarlo en ambulancia al cercano hospital comarcal.
Su sobrina está de guardia en el mismo y es avisada de la caída por uno de los primos. Cuando cuelga el teléfono piensa instintivamente: “Otra vez como este verano, espero que sea poca cosa pero… Un día nos da un susto” -sin ser consciente en estos momentos lo que de premonitorio tiene su reflexión-. Mientras ayuda a quitarle la ropa y le besa y palmotea intentando que se despierte, aún consigue que salga de sus labios algún “SantaMaríaMadredeDios” y el grito monótono y brusco de “levántate”, como Jesús a Lázaro. Solo que esta vez nadie se levanta, nadie anda; su orden a sí mismo obligándose a seguir, no tiene respuesta. Ella misma le acompaña a realizar el escáner y al ver los resultados sus esperanzas se desvanecen: las lesiones son tan graves que los más negros augurios pueblan su mente y gruesas lágrimas, que intenta ocultar, ruedan mansamente por sus mejillas, mezcla de dolor y de agradecimiento a quien tanto debe, a quien tanto quiere.
Su sobrina está de guardia en el mismo y es avisada de la caída por uno de los primos. Cuando cuelga el teléfono piensa instintivamente: “Otra vez como este verano, espero que sea poca cosa pero… Un día nos da un susto” -sin ser consciente en estos momentos lo que de premonitorio tiene su reflexión-. Mientras ayuda a quitarle la ropa y le besa y palmotea intentando que se despierte, aún consigue que salga de sus labios algún “SantaMaríaMadredeDios” y el grito monótono y brusco de “levántate”, como Jesús a Lázaro. Solo que esta vez nadie se levanta, nadie anda; su orden a sí mismo obligándose a seguir, no tiene respuesta. Ella misma le acompaña a realizar el escáner y al ver los resultados sus esperanzas se desvanecen: las lesiones son tan graves que los más negros augurios pueblan su mente y gruesas lágrimas, que intenta ocultar, ruedan mansamente por sus mejillas, mezcla de dolor y de agradecimiento a quien tanto debe, a quien tanto quiere.
Veinte días ha estado D. Vicente en el Hospital General luchando por quedarse entre nosotros, pero ayer, día de la Virgen de Fátima, se fue con ella al cielo. A buen seguro que seguirá corre que te corre, pendiente de todo y de todos, como siempre.
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“Señor obispo, ¿dejar la parroquia?. No mientras me queden ganas y fuerzas”.
Al final se salió con la suya y consiguió como los héroes: “MORIR CON LAS BOTAS PUESTAS ".
D. Vicente Hernández, le echaremos de menos. Mucho. Bastante. Seguirá vivo en el recuerdo de muchas generaciones y el germen de bondad, amor, entrega, generosidad y entusiasmo que sembró entre los que hoy le lloramos, habrá de dar sus frutos.
Al final se salió con la suya y consiguió como los héroes: “MORIR CON LAS BOTAS PUESTAS ".
D. Vicente Hernández, le echaremos de menos. Mucho. Bastante. Seguirá vivo en el recuerdo de muchas generaciones y el germen de bondad, amor, entrega, generosidad y entusiasmo que sembró entre los que hoy le lloramos, habrá de dar sus frutos.
45 comentarios:
Mis más sinceras condolencias a la familia, a los parroquianos y al mundo, porque cuando un hombre como D. Vicente, tan dispuesto a servir, se marcha, todo el mundo pierde algo. Menos mal que también deja su huella y de alguna manera su obra sigue, como podemos comprobar en este post.
Hoy, un abrazo muy, muy especial para ti.
Aunque no soy nada religioso, sí sé valorar a las personas que luchan por lo que creen con todas sus fuerzas. Éste es un claro ejemplo de integridad y tesón. Si en todas las profesiones hubiera hombres como éste, otro gallo cantaría.
Con todos mis respetos.
Un saludo.
Ojalá algún día alguien pueda decir lo mismo de nosotros, querida Ángeles. Ojalá que fuéramos la mitad que D. Vicente y ojalá que acabáramos nuestros días de este modo, ejerciendo nuestra vocación con semejante arrojo y pasión.
Un beso y un abrazo, muy, muy fuertes. Seguro que haberlo contado así te ayuda.
Descanse en Paz D. Vicente...y a buen seguro que lo estará haciendo después de leer como era esta buena persona. Mi más sincero pésame a la familia y para ti un fuerte abrazo.
Aunque la Iglesia es una Institución que me resulta bastante indiferente, no dejo de admirar a las grandes personas que hay dentro (Y fuera) de ella... Sin duda ha sido una gran pérdida. Pero si el Ejemplo de un Hombre sirve de algo, su Vida no habrá sido en vano a pesar de la Muerte.
Un Beso Heróico, Ángeles.
Querida Mercedes:
Tú que has estado siguiendo este proceso y mi silencio en el blog eres quien mejor puede entender esta historia, quizás demenos nivel literario pero donde dejo mi corazón. Falta la distancia de la objetividad.
Gracias amiga, un abrazo Á
Gracias Cayetano: las buenas gentes están en todas partes afortunadamente.
Como diría Violeta Parra: "Esas son las imprescindibles".
Un abrazo Á.
Siento mucho el dolor que hay podido producir la muerte de Don Vicente, ese buenísimo hombre. A veces me pregunto ¿por qué muere ese tipo de personas? Yo sé que la pregunta es irrelevante, pero me la cuestiono aún en contra de la racionalidad. Un abrazo.
Amando: creo que tú eres también de los que estarás hasta última hora con las botas puestas y sembrando -cada uno a su manera-
Ojalá.
Gracias por tus palabras de consuelo y tu presencia, un abrazo Á.
José, te agradezco la presencia y el comentario.
Esta ejemplo de vida, como tantas otras, no ha sido en vano, estoy segura.
Ahora nosotros tenemos que seguir adelante.
Besos de caminante Á.
Flamenco:
Siempre presente agradezco tu abrazo que en estos momentos se sienten más próximos.
Otro para ti de Á.
Fernando:
"Los designios del Señor son inexcrutables" y en esta ocasión quiso que el tropezón fuera en su casa, con Él como principal testigo.
De todas formas, de una o de otra forma, el final del camino siempre llega.Muchas gracias y un abrazo Á.
Debió ser una gran persona para haber dejado huellas tan profundas en tantas personas.
Descanse en paz.
Besos.
Angeles, es de agradecer que nos hagas conocer a personas tan admirables como D. Vicente, demasiado
acostumbrados estamos a personas desleales, asi que yo me sumo a
darle mi más sentido pésame a toda
persona que le conocía y en quien
ha dejado huella.
Descanse en paz.
Besos.
Querida Ángeles: Acabo de volver de varios días fuera y aunque ya sabía por Mercedes del fallecimiento de Tío Vicente, sólo quiero decirte que nos has hecho un retrato magnífico de alguien muy especial y que lo siento por todos los allegados y parroquianos.
Un beso lleno del cariño que el os dió.
Gracias Toro Salvaje, que su huella permanezca.
Un abrazo. A.
Gracias Ángela: haberlos gayola, incluso mas de lo que pensamos . Suelen ser discretos y no darse importancia.
Un abrazo. A.
Isolda: recuerdo nuestro proyecto de novela este verano en Málaga, seguro a ti también te ha venido a la mente al leer su ultimo día.
Ha sido mala suerte pero también la manera de caer llos que no paran nunca.
Un abrazo A.
Personas así dignifican nuestro género. Curas así dignifican su oficio tantas veces criticado y pocas veces ensalzado como es de justicia. Gracias por compartir estas letras llenas de una admiración que ahora otros podemos sentir. Un abrazo!
Cuando se muere una buena persona, todos perdemos algo.
Sabaag:
Desde todas partes se puede realizar in buen trabaja. Lastima que la mala prensa de unos ensombrezca las buenas obras de otros.
Un abrazo. A.
Es verdad M. Jesus, le entropia universal se desequilibra hacia el otro lado. Habrá que ir pensando en llenar el hueco.
Un abrazo. A.
Hola, Ángeles: gracias por rescatar para tus seguidores con tu buen oficio, más tu generosidad innata, la figura y la obra de este buen hombre, don Vicente.
Un abrazo
Saludos blogueros
Gracias Jose Antonio por seguir cerca a pesar de mi silencio durante esta temporada.
El cura trabajador e infatigable es mi tío Vicente, con quien pasé gran parte de mi infancia y que me enseño muchas de las cosas qué conozco y practico. Espero que algo de su bonhomía se me haya contagiado y/o transmitido genéticamente. En todo caso ha sido imposible seguir con el blog y con las atenciones y decisiones que sus 20 días en coma requirieron.
Supongo que a él le gustaría verse retratado aquí y que personas que jamás le habrían conocido, admiren su labor anónima, discreta, casi invisible.
Un abrazo y seguimos en contacto Á.
Querida Ángeles: Después de leer el cariñoso "in memoriam" que le dedicas a tu tío Vicente, solamente te puedo decir que entiendo tu sentimiento hacia él porque, tal vez, independientmente de su profesión de sacerdote o no tan independientemente (eso no lo sé), tengo la seguridad de que era, SOBRE TODO, "en el buen sentido de la palabra, bueno" .
Te envío un abrazo cariñoso y solidario porque, además, estoy convencido de que esas cualidades de bondad de tu tío, las tienes tú también.
Con mi AMISTAD.
Pruden
Un abrazo y una suerte haber podido
convivir con úna persona así.
Soy atea pero aún así se reconocen
entre toda esta gente de iglesia
las buenas de verdad.
V.C.
Gracias Pruden por tu sinceero comentario. Te quedaste a un tris de conocerlo. Ya será en ptra vida.
Un abrazo Á.
V.C:
Por aquí andamos bajo esta lluvia que se mezcla con el llanto suave de la pérdida de la persona y del cuidador incansable.
Un beso Á.
Leyendote me recordaste al Padre Tamburini de nuestra Iglesia de Pocitos.
Era invaluable.
Cariños
Aunque de triste final es una bonita historia... me gustó
Besos de Naty
Abuela:
Hay muchos Tamburinis por el mundo. algunos van quedando en el camino, espero que su semilla renazca en las nuevas generaciones.
Un abrazo Á.
Gracias Naty, todas las historias tienen un final. Este no es tan triste, lo último que vieron sus ojos fueron los cirios apagándose, dispuestos para una nueva celebración.
Un abrazo Á.
Bello,justo y enternecedor,tu homeneje a TIO VICENTE. Así le viste,así le vimos quiene tuvimos la suerte de tenerle cerca. Así también,el pueblo que, multitudinariamente le apreció y le siguió en vida y le
lloró generosamente en la despedida. Dejándonos como modelos su hombría de bien, y también su tozudez sencilla e incansable
en "pasar haciendo bien" y su generosa entrega,como amigo y como sacerdote.
Y porque le sabemos CERCANO Y VIVO. "Gracias Vicente"
José.
Gracias tío José por tu opinión sobre esta minielegía que para mí tiene el gran valor por venir de alguien tan sensible y que le conocía bien.
Un beso Á.
Murió haciendo lo que más le gustaba.Se nota que le querías mucho.
Mis condolencias.
Gracias Morgana. Sí que le quería sí, le quiero diría yo.
Un beso y cuídate. Á.
Querida Ángeles:
Bonita historia de un hombre bueno, de la que los seglares y sobre todo los curas, obispos y de ahí para arriba, tendríamos mucho que aprender. Lamento su muerte de verdad.
Gracias por tu hermoso comentario. Para dejarte a ti sin palabras hacen falta auténticos prodigios y no mis modestos versos. Esto si que es un homenaje en toda regla. Gracias y bienvenida.
Elvira
Gracias a ti Elvira por entenderme un poquito.
Un abrazo muy fuerte Á.
Lamento el dolor expresado en este emotivo homenaje a la memoria de D. Vicente, que llega a nosotros a través de tus palabras cuando ya no podemos verle.
NANDO
Hay personas que disfrutan sus trabajos porque los viven, porque son capaces de elegir a qué dedicarán su vida y logran hacerlo. Son así los mejores curas, los mejores músicos, los mejores enfermeros... Siento tu pérdida.
Gracias Nando.
Era necesario. Cada uno llora como sabe o como ppuede.
Un abrazo Á.
Y los mejores cantores, amigos, escritores...
Un abrazo Nines y SUERTE Á.
Se me ha puesto un nudo en la garganta.
Ángeles, seguro que él ha sentido el calor de tu cariño durante toda su vida y ahora, en el último momento, más aún.
Y que este homenaje tan lleno de amor y emoción le ha llegado.
Un abrazo enorme, amiga. De todo corazón.
Eso espero Ana, eso deseo porque se lo merece.
Además qeu cuento con Él allá donde esté.
Gracias por tu comentario emocionado, un abrazo Á.
Mi homenaje a este gran hombre. Saludos
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