Andrés había perdido por completo la sensibilidad de la parte izquierda de su cuerpo fibroso de montañero veterano, a causa de una embolia cerebral. Por ese motivo su piel no sentía el frío y el calor; tampoco podía diferenciar el tacto de una sábana de seda del de una áspera manta de lana, ni una caricia suave de una dura bofetada. Utilizando el sentido de la vista acertaba a saber dónde estaba situado y conseguía gobernar torpemente los movimientos voluntarios de su lado izquierdo.
Los médicos atribuían su mal a una trombosis producida por los consabidos factores de riesgo: tabaco, comidas grasas y alcohol. Andrés, sin embargo, estaba seguro de que había llegado a semejante situación, a causa del terrible dolor producido por la ausencia de la mujer que amaba: tras una difícil temporada de convivencia ella le había dejado hacía unos meses.
Desde que Amanda desapareció de su vida, se vio invadido por un desasosiego y un no vivir, tan amargos, que difícilmente habría de acabar bien. “Sin ti me muero”, le espetó en la despedida, y a punto estuvo de cumplirse la profecía.
Llevaba ya una temporada solo cuando un día, bruscamente, al despertar de la siesta, se dio cuenta de que no sentía ni reconocía la parte izda de su cuerpo. Entonces la llamó asustado, había un buen motivo: "Mi amor (seguía llamándola así), le dijo, no siento la mano, no sé donde estoy apoyando la pierna, algo muy extraño me esta sucediendo”. Ella, que todavía estaba elaborando el duelo de su amor imposible, sin pensarlo dos veces, acudió de inmediato para verlo a la ciudad donde él vivía.
Lo encontró postrado en una habitación de hospital, en reposo absoluto –le habían prohibido moverse por el riesgo de que el trombo se desplazara-, con un suero intravenoso y una mirada apagada que tardó muy poco en iluminarse cuando la vio aparecer.
Con voz dolida, no exenta de dulzura, Andrés sólo supo decirle a modo de bienvenida: “Mira cómo estoy, es mi cuerpo que protesta porque te echa de menos “.
Al verlo, al oírlo, Amanda borró de un plumazo sus dudas, olvidó los malos recuerdos que en el pasado le habían hecho tomar la determinación de partir y sintió todo el amor de esos meses concentrado en un instante. Se recostó a su lado. Despacio y palmo a palmo, fue recorriendo la piel insensible de él que conocía bien. Tanta ternura, tanta pasión, produjeron el milagro y sus cuerpos se encontraron con la intensidad y el placer que se debían.
Durante ese tiempo – horas o minutos, ¿quién puede saberlo?- la enfermera no tuvo que entrar en la habitación para vigilar al enfermo, el suero siguió fluyendo sin dificultad, el trombo no se movió….nada se alteró, nadie se enteró. Nadie, solo ellos que lo vivieron y que, de tanto en cuanto recuerdan, como una vez la pasión y el deseo triunfaron por encima de la más elemental prudencia.
20 comentarios:
Me queda la duda de si fue amor o compasión. Pensándolo bien, ¿qué más da?, habían vuelto, se supone que es lo importante. Importante para los dos: él recuperó el amor perdido y ella perdió la ocasión de ser libre, pero dio sentido a su vida.
Puedo imaginarme cuántas historias parecidas deben ocurrir diariamente, historias tristes, que solo se resuelven con un acontecimiento aún más triste. ¡Qué maravilloso es el ser humano!, cómo encuentra la salida hasta en el más siniestro laberinto.
Abrazos, amiga, y otros tantos para los seguidores.
Siempre debería ser así, el amor por encima de todo lo demás, imcluso de la propia libertad.
Qué bonito si fuera realidad...que a lo mejor ha sido.
Un abrazo.
Espero que no te importe que lo haya tuiteado a mis seguidores.
Preciosa historia de amores supuestamnete perdidos.
Yo no he sentido ni me ha transmitido que fuera por compasión.
Gracias Ángeles por estos momentos.
Un abrazo V.C.
Yo también, como Mercedes, tengo dudas de si fue el amor o la piedad, pero también opino que lo importante fue la solución del momento. Es cierto que la piedad puede llevar al amor a través de un incremento en la relación personal. Hoy día se valora cada vez más la independencia, la libertad de tomar decisiones y romper la unión, pero en el fondo puede que subsista un amor que no se agota y queda como un rescoldo que una situación grave de uno de los cónyuges puede llevar a la búsqueda final de un reencuentro. El relato que has escrito me ha gustado mucho, su planteamiento es sugerente y nos puede llevar a una dialéctica importante. Un saludo cordial,
Según yo fue amor, la compasión es diferente al amor. La compasión no desea.
Muy bueno Angeles.
Saludos cordiales.
¡Qué maravilla de texto!
En tan breve relato identifico: desamor, amor, hombre y mujer ( sin ello la combinación anterior es dificil), dolor, satisfacción, placer, sábana de seda y manta de lana,frio y calor, embolia, trombo y suero, cuerpo fibroso y cuerpo yacente, lástima ( sin tí me muero y mira cómo estoy),..pero me ha sorprendido el papel del tercer personaje, el ausente:la enfermera ( menos mal que no entró), ha incorporado mucha emoción a la escena prinipal. ( me ha recordado a Beckett).
¡Provocadora!
NANDO
Tras mi ausencia temporal del mundo bloguero por motivos de viaje turístico vuelvo a visitarte y dejarte mi personal saludo. No sé si podré ponerme al día de tantas cosas que se han publicado, durante estas fechas, en los blog que sigo, pero lo intentaré aunque no deje comentarios.
Un afectuoso abrazo con mis mejores deseos.
Cuando el amor y el desamor se vuelven algo más que un sentimiento surgen historias tan bellas como esta.
Me ha emocionado, Ángeles, esa intensidad. Tanto da que la embolia sea causada o no por la soledad que siente, lo cierto es que sin ella él no puede sentir su otra mitad.
Maravilloso.
Un abrazo enorme
Uhmmm... desde mi punto de vista, ella fue victima de un chantaje emocional. Quizás hubo compasión?
Él un manipulador nato.
Perdona mi incredulidad ante estas demostraciones tan puras de afecto....estaré de vuelta, decepcionado, desilusionado o seré realista a más no poder?
Me gusta como lo cuentas.
Saludos.
Cuando hay que vivir, porque es lo único que tenemos, que se vaya al carajo la prudencia...
Saludos y un abrazo.
Pasión y deseo más allá de la elemental prudencia:la ocasión bien lo merecía, Ángeles.
Saludos blogueros
A mi tambien me queda la duda de la que habla Mercedes, pero sea lo que sea, es muy emotivo.
Hace que pensar tu entrada Ángeles.
Saludos amiga.
A veces surge la ternura en las condiciones más adversas.
Hago un alto en mis vacaciones para pasar a saludar a mis amigos blogueros.
Feliz verano.
Precioso relato, como todos aquellos en los que el amor triunfa. Y además, muy muy bien narrado.
Besos
Me gusta la reacción de ella que, a pesar de la decisión de olvido, aún le quiere (le querrá.
Creo que si algo puede hacer que nos sintamos vivos, únicos, respetuosos... es la pasión y el deseo.
Bien contado, Ángeles
Gracias amigos por vuestros comentarios. Este relato me ha pillado un poco sobresaturada y no he podido responderos uno a uno como me gusta.
Un abrazo a todos Á.
wow, que final.
Gracias David por poner el brechede oro a este relato tan solitario.
Un abrazo Á
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