Aquella Semana Santa, en los cursos para jóvenes de la parroquia, quedaste prendado de mi desparpajo para cuestionar, de mi constante sonrisa y, ¿por qué no decirlo?, de mi hermosura rural, lozana y joven. Yo tenía 15 años y estaba en el instituto del pueblo, tú 21 y estudiabas filosofía pura en Madrid. Eras considerado un excéntrico que citaba a Kant y a Heidelberg y tus amigos no perdían la ocasión de mofarse de ti ( y esos, ¿en qué grupo cantan?) que, sin inmutarte, seguías a lo tuyo.
Abusando de la simpatía que me demostrabas, te pedí que realizaras para mí la lectura crítica del libro "¿Qué es filosofía?" de Ortega y Gasset, que tenía que presentar en la asignatura correspondiente. Tú, encantado y generoso, realizaste el ensayo que yo entregué al profesor con mi nombre. Al final del trabajo mecanografiado, colocaste una cuartilla manuscrita con un poema de amor del que únicamente recuerdo el título: "Tan sólo quince años".
Me dio tanta vergüenza que empecé a rechazarte. Durante el verano me buscaste, me llamaste y yo no sabía cómo eludirte. Te vi por última vez hace treinta y seis años.
Este último invierno, un famoso y controvertido filósofo de la ciudad donde vivo tan lejana de nuestra tierra, al saber el nombre de mi pueblo natal me preguntó si te conocía. Te citó como eminente profesor de Filosofía de la Universidad de Madrid, prestigioso y renombrado. Me faltó tiempo para leer un par de artículos tuyos y localizar tu e-mail.
Con la ilusión emocionada que produce encontrar a alguien de tan lejano y dulce recuerdo, me disponía a ponerme en contacto contigo por ver si te acordabas del libro de Ortega, del cursillo, del poema, de mí ... cuando sin saber cómo, me topé en la prensa nacional con esta necrológica: "A. J., Profesor de filosofía de la Universidad de Madrid, falleció súbitamente a los 58 años a causa de un ataque cardiaco, mientras se encontraba de vacaciones con su esposa en la montaña. Fue conducido al hospital de la capital en el helicóptero de rescate, pero los intentos de reanimación resultaron infructuosos. Qdep".
A.J. ¡Eras tú!, –camino que no quise recorrer, cerrado definitivamente apenas reencontrada, vislumbrada, una nueva puerta de entrada-. Me quedé paralizada y, con el vacío que se siente al ver partir definitivamente un último e inesperado tren, cerré el ordenador mientras evocaba, muy vagamente, la imagen de un joven moreno, barbado, con gafas redondas y trenca azul marino.
Por Ángeles Hernández Encinas.
27 comentarios:
Una conmovedora historia.
Hay trenes que dejamos pasar para nuestra desgracia y trenes que cogemos con el mismo fin... Supongo que existe el Destino, y el Destino de algunas personas es cruzarse en el Camino, no recorrerlo juntos.
De lo que sí estoy seguro es de una cosa... Si de algo merece la pena arrepentirse, es de lo que NO hemos hecho a tiempo.
Un Beso a Tiempo, Ángeles.
Madrugador José, los caminos se cruzan , los trenes se pierden y nosotros, como el agua del río , nunca somos los mismos.
El castigo a mi miedo/ desprecio, llego tarde pero llego. Y bien que lo sentí.
Gracias madrugador, parece que volvemos a los buenos tiempos, te debo visita,
Te devuelvo el beso. A.
Él se fue, dejándote apenas un regusto dulce en lo más hondo del baúl de los recuerdos; pero ahora tú, con cercanas y limpias palabras, le has traído a la vida. Debe ser verdad que todo lo que acontece, por nimio que pudiera parecer, reverbera en el firmamento. Y, mira tú, dónde ha ido a parar parte de la vida de aquel filósofo, a esta acogedora casa.
Siempre resultan gratas estas visitas.
Un cálido abrazo para ti y para los seguidores y amigos.
¿Nos pasa a todos, que buscamos en nuestro pasado?. Revuelves algunas de las emociones más bellas.
NANDO
Una historia muy emotiva, pero estaba
claro que tu escogiste el camino que consideraste oportuno.La vida raramente da segundas oportunidades,
(haberlas, haylas).
Mira el presente que es lo único que
tenemos.
Abrazos Ángeles.
Hay veces que me engaño a mí misma diciendo que yo no miro atrás... ¡Vaya que no!... ¡A diario!...
Ese cruce de caminos, ese ¿por qué hice o dije o no hice o no dije tal cosa cuando tuve oportunidad?... Esas miles de preguntas, Ángeles, me las hago a diario... Es, a veces, una auténtica tortura...
Conmovedor relato que remueve el interior.
Un abrazo.
Todos miramos atras, y cuanto mas años pasan mas, pero desgraciadamente las cosas no se repiten. Ya lo dijo el Manrique, cualquiera tiempo pasado fue mejor. Ahora os recomiendo una cosa, puesto que ya no valen arrepentimientos, y es la de quedarse con los recuerdos pero solo los buenos, en los otros ni pensarlos, porque ya no merecen la pena. Un saludo.
Querida Ángeles, después de leer este relato, lo que me queda dentro es la injusticia que supone morir en mitad de la vida. Y por desgracia, esta es la única certeza de la historia. Lo demás, posibilidades que sirven para reinventarse.
Hoy Ana Mª Matute, flamante premio Cervantes de Literatura, ha dicho, con sus muchos años a cuestas:
"quien no inventa, no vive".
Y a tu filósofo no se le permite.
Muchísimos besos.
Hay algo que no me cuadra, algo está pasando en los motores de búsqueda de mi blogger, y si no hubiera sido por tu aviso en La Esfera, ni me había enterado. Lo miraré...
A lo que cuenta...
Curiosa historia... Bien narrada...
Esas oportunidades (o esos acontecimientos que pensamos que son oportunidades) que pasan a nuestro lado y por miedo o indecisión no afrontamos y permitimos que huyan hacia no se sabe dónde... A veces pienso que si no las tomamos es porque no nos corresponden. Pero en otras ocasiones pienso exactamente lo contrario, que era la nuestra y que después todo se complica.
Quizá por mera cuestión de supervivencia sea más práctico pensar lo primero, de lo contrario acabaríamos desquiciados, porque los días están repletos de encrucijadas y hemos de resolver casi a cada instante.
Ya está solucionado. Creo que yo mismo estaba bloqueando las comunicaciones de las entradas. Espero haberlo hecho bien.
Hola, Ángeles: es un precioso recuerdo, y lo has recreado con cariño y palabras medidas a partir de alguien que sin querer te lo hace presente... para luego descubrir su final.
Ya sabes lo de creo que era Pessoa: todas las cartas de amor son ridículas. No serían de amor si no fueran ridículas. Pero al final las personas verdaderamente ridículas son las que nunca escribieron una carta de amor.
Y el detalle de la poesía que él puso al final del ensayo es muy elocuente. Así es la materia de la que está hecha la vida. Un abrazo
Hola Ángeles, gracias por visitarme y darme a conocer tu nueva dirección. Excelente escrito éste que nos traes, la verdad es que la vida va evolucionando y pasando a pasos agigantados, de pronto estamos con pañales, como peinamos las canas, y en ese ir y venir quedan los recuerdos, la ausencia, la melancolía de lo que pudo haber sido y no fué, y cada persona debe escoger el camino más apropiado para su propia felicidad, el sol sales todos los días amiga, te mando un abrazo en la distancia.
Ángeles
el tiempo es un reloj de arena anclada sin remisión una de sus bases.
No hay vuelta atrás...
Muchas gracias por avisarme de la nueva dirección, seguiré cerca, ¡claro que si!
Un beso.
Gracias por avisarme, sentí mucho haberte perdido.
Esa narración me la podría haber adjudicado, pero no, afortunadamente mi primer novio, mi querido amor de los 15 años, sigue vivo con 70 y seguimos en prudente contacto. Nada es igual, pero el cambio a veces es mejor. Ambos tenemos dos preciosas familias y maravillosos recuerdos compartidos. Un fuerte abrazo.
Por eso cuantos mas años tengo estoy convencido que hay que ser mas impulsivo. En ocasiones, tal como te dicte el corazón.
Saludos.
Se me ha puesto un nudo en la garganta.
Cuántas oportunidades dejamos pasar pero, quién sabe en qué hubieran terminado esas oportunidades si se hubieran quedado.
A pesar de la congoja que me ha producido, no puedo menos que ser fiel a mi idea de que es inútil pensar en cómo sería lo que nunca fue o, como dicen los franceses, que no sirve de nada llorar por la leche derramada.
Un abrazo muy grande, Ángeles
Entiendo perfectamente el espíritu de esta historia, porque he de confesar que me ha pasado realmente algo parecido. Navegando por internet me encontré casualmente con la primera novia que tuve allá por mis años de estudiante universitario, cuando apenas tenía veinte años. He de reconocer que me gustó ese encuentro. También he tenido alguno desagradable, muy parecido al que refieres en tu historia: saber que una persona con quien tuve alguna amistad por aquellos locos años de universidad había fallecido de una crisis cardíaca a los 50 y pocos años de edad.
Un saludo.
Un placer haber vuelto de nuevo por tu casa.
Feliz domingo.
Saludos y un abrazo.
Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces...lo malo es la perdida repentina de una parte de ese recuerdo.
Un abrazo.
Para ser un deborador de recuerdos o una persona que se nutre de pasado que da gusto... o abusar, algunas veces, del pretérito, tengo que decirte que he pasado un rato de lo más agradable.
Esas miradas atrás... esas estaciones del alma, esa nostalgia, no sé, me gusta lo que leo porque me hace sentir que vivo ahí, o aquí, y convierto tiempos verbales a mi antojo. O algo así...
Felicidades
Mario
Gracias a todos por vuestros comentarios.
Durante esta temporada, por unas u otras razones (cambio de dirección del blog, catátrofes familiares etc), no os he respondido uno a uno, como habitualmente hacía.
He de confesar que a veces una está un poco tocada y floja y es, en esos momentos, cuando incluso puede llegar a emocionar saber que todavía existen personas que leen y comentan este espacio.
No sabéis lo importante que esto ha sido para mí en estos momentos.
Una vez más:GRACIAS.Á.
Me ha emocoinado tu historia. Ha veces reencontrar un viejo amor, abre las puertas de la ilusión... Otras veces se nos cierran duramente.
Alejandro
Hola Ángeles, preciosa la historia que nos expones, siempre he comparado la vida a una estación de trenes, pasa un wagón, te subes, y si no te va bién, bajas y esperas a otro, pero así es la vida, una representación de trenes que incluso algunos, ni los vemos, ni nos montamos, un placer leerte, te mando un abrazo.
Por fin puedo entrar, lo que me ha costado, pero ya estoy aquí, ¿no lo habrás dudado, eh? . Moraleja, no dudes en poner un filósofo cerca de tu vida ;)
Al fín lo has hecho.... tú sola,
tú vales y sabes hacerlo.
El pasado pasado és, pero no por
ello hay que dejarlo atrás,
forma parte de nuestra vida.(f)
V.C.
Ángeles, amiga: yo he sacado una conclusión de tu estremecedora historia. No debemos pasar por la vida sin ponernos en contacto, aunque sea de modo ocasional, con aquellas personas que nos hayan dejado huella en nuestro pensamiento. A veces, por holgazanería, otras por creer que damos la lata, otras por timidez, nos perdemos ocasiones maravillosas. Un cordial saludo.
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