jueves, 31 de marzo de 2011

NOCHE DE BODAS

 Autora: Ángeles Hernández Encinas.


Llegó el gran día. Aquel quince de agosto de mil novecientos cincuenta y tantos y tras un año de noviazgo, Joaquina y Santiago contraerían el Santo Sacramento del Matrimonio. En la Iglesia de Tarasquilla, pueblo de la novia, como manda la costumbre.

Al principio, la chica no estaba muy por la labor de aceptar a ese pretendiente forastero que tanto empeño ponía en conquistarla, pero, aconsejada por su mejor amiga, optó por darle una oportunidad y acabó cayendo en sus redes. Él era un hombre cabal, alegre, emprendedor y sobre todo muy enamorado de ella: la mujer más guapa de la zona que además tenía, la finura y el estilo de cinco años en un colegio de pago para señoritas. El tiempo de cortejo fue breve¿para qué esperar? Pasión y entusiasmo tan grandes, no podían aguardar mucho tiempo para arder en el fuego del amor, sin transgredir  las costumbres y usos de la época.


El banquete, por todo lo alto, se celebró en la casa familiar. Los corrales estuvieron varios días ocupados y con mucho ajetreo para preparar entremeses con la buena chacina de la tierra, arroz y gallo muerto, cochinillo al horno, tarta de bodas y los dulces típicos: floretas, perrunillas, cristiones, rosquillas de azúcar y pestiños. Los invitados fueron generosos y la manzana* abundante; bien venida para el viaje de novios que harían a Madrid, Zaragoza y Barcelona. Viajarían en tren; los dos solos en amor y compaña; empezarían así la vida de casados, conociéndose y sin  obstáculos. La primera noche la pasarían
en el lugar más lujoso de la zona: el Hotel del Conde, distante unos 30 Km.

Cuando al fin de la jornada el  taxi les dejó en el hotel elegido -un día es un día-   iban cargados de maletas, de ilusiones y también de algún temor y cierto desasosiego. Aunque algo cansados por las emociones del día, estaban  contentos y deseosos de reposar el uno en los brazos del otro.

 A la entrada del alojamiento fueron recibidos fríamente por el recepcionista

- ¿Donde van ustedes a estas horas? -les espetó con brusquedad.

- Queríamos una habitación de matrimonio -contestó el flamante esposo, depositando con orgullo el libro de familia sobre el mostrador.

-
Hoy es el día de la patrona y estamos a rebosar.  Si no tienen reserva ya pueden volver por donde han venido  –respondió secamente el hostelero, sintiendo  el aire  de pardillos que respiraban.

La sorpresa y el chasco de
los tortolitos fueron tales, que se miraron confusos sin saber qué responder. ¿Reserva? Tres meses preparando la boda: invitaciones, trajes, banquete, alojamiento para los invitados, flores, tocados, música…-hasta el taxi estaba encargado- pero, ¿cómo es que había que avisar de antemano para obtener habitación en un hotel tan grande y tan caro?.

Sin decir una palabra giraron sobre sí mismos y, cogiditos de la mano, salieron por donde habían entrado. Fueron paseando despacio, disfrutando de la noche serena,  escuchando a lo lejos la musiquilla de la fiesta, hasta la estación de ferrocarril. Sentados en un banco de madera del andén pasaron su noche de bodas: acurrucados -no demasiado porque agosto es caluroso y la confianza sin estrenar- y felices. Allí cogerían, a las nueve de la mañana, 
el tren de  Madrid.

*Dinero a modo de obsequio que los contrayentes reciben de los invitados.



37 comentarios:

J.Lorente dijo...

De lo más romántico... Yo hubiera hecho reserva en el banco de la estación.

Al final, las cosas que mejor salen son las que no se planean... Y los recuerdos desastrosos los que se recuerdan con más cariño.

Un Beso Locomotor, Ángeles.

Ángeles Hernández dijo...

Hola Jose , madrugador amigo, me encana que pases por aquí, vuelven los buenos tiempos.

Quizás la reserva del banco hubiera sido mejor idea, mira que si además sse quedan si él, podria haber ocurrido.

Pero fueron felices y comieron perdices.

Abrazos con perdices y escribe , anda. Á.

Javier. M. V. dijo...

Dificil situación. Pero bien dicen que de los malos momentos se puede sacar siempre algo bueno, y en este caso: ¡Jamás olvidaran la noche de bodas! jejeje...

Saludos desde Japón.

Ángeles Hernández dijo...

Javier ¿Cómo andadn las cosas por allí? Ahora soy yo la que pregunto, cuantanos algo que toda información es poca o dime donde procurarme la que u estés haciendo.

La historia es tierna y romántica, lomismo les daba el duro blano que el blando colchón. el quiso celebrrlo a lo grande y al final ella estuvo más cómoda acurrucada sin nada más, fue una transición más suave,.

Gracias por leerme desde tan lejos.

Un abrazo Á

Mabel G. dijo...

Las cinco primeras palabras ya me "engancharon" y no pude dejar de leerte.
Eres una excelente escritora, con giros puros, abiertos... delicados.
Un gusto !
Abrazos desde Argentina!

Fiaris dijo...

Muy interezante!
abrazos

MORGANA dijo...

Me gusta la historia y ,sobre todo,cuando hay amor de por medio.
Besotes.
Morgana.

Miguel Ángel de Móstoles dijo...

A veces lo importante es la compañía y las ganas de estar con ella, lo otro son comodidades.

¡Un beso!

Alhami dijo...

.


...nada es, por casualidad... todo sucede por algo...

a veces las personas se dejan llevar por los consejos mezquinos de sus amigos o amigas, con resultados desastrosos... es el preludio que claramente anuncia, que jamás serán felices...

Saludos querida amiga Á

Amando Carabias dijo...

Efectivamente, alguien se debería haber dado cuenta que el 15 de agosto es fiesta en media España, y más en los cincuenta. Pero qué importa eso si el amor es firme.
No sé si continuará la historia o se queda aquí. En todo caso, me queda la duda de una de las frases del arranque. Me refiero a las iniciales dudas de ella. ¿No habrá en esas dudas un poso de algo que ha de suceder?
En todo caso relato en el que priva el amor y eso es lo que importa.
Por cierto, lo que en el texto se llama manzana, por aquí se dice gala.

Javir dijo...

La noche de bodas tiene que ser especial. O no, que como dice Sabina.."que cada noche sea una noche de bodas". La verdad es que para estos novios ha sido una noche especial que que no querrán que sea cada noche.

Me ha encantado. Un abrazo

Máximo Cano dijo...

Vaya par de pardillos. Lo cuentas bonito.

Conocí a una pareja que les pasó parecido y tuvieron que dormir su noche de bodas, en un 600.

Saludos.

Cayetano dijo...

Vaya chasco que se llevaron los pobres. Todo lo prepararon menos lo más importante: la noche de bodas.
Me has recordado una frase que decía mi padre cuando de niño yo preguntaba qué había para comer y él respondía: "Arroz y gallos muertos."
Un saludo.

Mercedes Pinto dijo...

¿Sabes?, amiga Ángeles, no me cabe duda que habrá mil y una parejas que cambiarían su primera noche en un gran hotel por ésta llena de romanticismo de los tortolitos de tu historia; ya les gustaría contar que pasaron la noche estremecidos de amor. Digo lo que algunos comentaristas, ¿continuará?
Muy bien narrado este texto.
Un abrazo para ti y los seguidores.

mariarosa dijo...

Una noche de bodas diferente y el amor hizo que aceptaran sin decir ni mu.

Bonita historia..

Un beso.

mariarosa

Flamenco Rojo dijo...

Ángeles le ocurrió en la noche de bodas a mi amigo Pedro con su esposa Carmen:

Noche de bodas. Pedro, con la mayor naturalidad del mundo, abre la puerta del dormitorio, sin avisar lógicamente. Carmen, su mujer, con dulzura y sin vergüenza, le dice:
-Por favor, sal de la habitación y llama antes de entrar.
-¿Por qué tanta ceremonia? -dice Pedro claro.
Carmen, pausada, sin inquietarse, con elegancia y buen humor, comenta:
-Mi amor, pues para que nunca olvides el valor del permiso que ahora mismo voy a concederte”.

Cosas de la noche de boda.

Un abrazo.

alma dijo...

Me ha gustado mucho el tono general de la historia la he ido viendo en fotografías tirando a sepia...y lo de "la confianza sin estrenar" que bonito :)

Un saludo

Princesa115 dijo...

Pues me parece muy romántica esa noche de bodas, y sin planificarla.
Un relato con todos los ingredientes necesarios para ponerse en la piel de los protagonistas, un lenguaje sencillo que llega a todos.
Sencillamente me encantó.

Un beso

Ángeles Hernández dijo...

Devuelvo los abrazos a Argentina, marigel , desde la tierra de tus abuelos. A.

Ángeles Hernández dijo...

Gracias fiaris por tu comentario.
Morgana: un abrazo , cuidate y no te olvides del amor . A

Ángeles Hernández dijo...

Miguel Angel: es verdad , muchas veces importa mas el con quien que el donde.
Un abrazo. A.

Ángeles Hernández dijo...

Alhami: Nada es por casualidad , que habrían hecho estos dos pobres en un ambiente tan lujoso. Mejor con el cielo por decorado.
Un beso. A.

Marisol Cragg de Mark dijo...

Lo importante es que siguen juntos.
Me gustó tu historia.
Recibe un cordial saludo berlinés.

Fernando dijo...

Estaba todo tan pensado y tan bien organizado...Pero el amor lo puede todo. La experiencia de un noche de bodas en un banco de una estación les servirá para recordar lo importante que es estar juntos y quererse, pase lo que pase. Si han sobrevivido a esa experiencia, no habrá ya situaciones en su vida que no puedan superar con su amor. Un saludo cordial.

Kurra dijo...

Con tanto amor que mas da donde pasaran la noche de bodas, estaban juntos que es lo importante, ademas con mucho tiempo para disfrutar.
Un beso.

La sonrisa de Hiperion dijo...

Como siempre un palcer pasar por tu casa.

Saludos y buen fin de semana.

curro dijo...

Jajaja, les está bien empleao, porque esas cosas se preparan, aunque no se yo porque tenían que estar en la estación, podian haber buscao algun portal para aliviarsen y no estar a la intemperie Jajajaja. Un saludo.

Anónimo dijo...

Se perdió mi comentario. Me gusta tu historia, con el tiempo es sólo una anecdota. Lo que daríamos muchos por una noche así en buena compañía.

Narci M. Ventanas dijo...

Después de todo, la casualidad, el destino o la mala estrella hicieron que su primera noche fuera única e inolvidable, seguro.

Buen relato y bien narrado

Besos

José Antonio del Pozo dijo...

Muy buen pulso narrativo, Ángeles.
Al menos se besarían bajo las estrellas de lo lindo ¿no?, porque encima los trenes y su traqueteo, todo debía recordarles su suerte. Me recuerda la peli Dos en la Carretera con Hepburn y Finney que en luna de miel se bañan en la playa, se tumban al sol...se duermen y cuando despiertan están tan quemados que no soportan ni rozarse. Se miran fastidiados... y sonríen, porque se quieren. Saben que tendrán tiempo cuando les pase la fiebre. (y es muy simbólico a la vez)
Un abrazo
Saludos blogueros

Liliana G. dijo...

Ángeles, una dulzura de cuento, así de simple y de tierno. Son de estos cuentos que sabiendo que comienzan bien, terminarán bien, el final abierto así lo promete. Y como el final lo imagina el lector... ¡yo los hice súper felices! :)

Un beso grande, me encantó este relato de vida.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Me ha gustado mucho la narración, Ángeles. Es detallista y muy amena. Además, su final está envuelto en una ternura preciosa.
Como te ha señalado Alma, qué bonito eso de "confianza sin estrenar".
Un beso.

Thornton dijo...

Me gusta subrayar frases que me llaman la atención y ya te puedes imaginar que he subrayado la de "confianza sin estrenar", a la buchaca.

Bueno, han cogido el tren para Madrid y qué más, ¿no pensarás dejarnos así?

Besos.

Conchi dijo...

Hola Ángeles, preciosa historia, bueno creo que a todo el mundo le encantaría vivir algo así tan romántico, es magistral, mis felicitaciones y un abrazo en la distancia.

Ángeles Hernández dijo...

Gracias amigos por vuestros comentarios, esta vez se me ha complicado la vida y no os puedo contestar a todos como a mí me gusta y m maestra me enseñó.

Espero no perder las buenas costumbres. UN ABRAZO Y GRACIAS A TODOS. Á.

Anónimo dijo...

¿Es a ésto a lo que llaman un coitus interruptus?
Es la noche de bodas que todos los románticos hemos soñado alguna vez.
NANDO

Ana J. dijo...

Ay, que me ha encantado!!!!!
Un besazo