Entrada de Merdeces Pinto
No creo que haya nada que dignifique más nuestra condición humana que el mero acto de perdonar y pedir perdón. Contemplad un grupo de niños jugando, con qué facilidad perdonan sus agravios. Me maravillan las grandes lecciones que te dan los más inocentes, y me niego a asumir que crecer sea perder la capacidad de perdonar.
Qué contenta iba tras aquel tesoro de colores que rodaba por el parque, convencida de que estaba allí por ella. Bajo dos ramilletes de trigo, en los que revoloteaban juguetonas mariposas, extendió sus brazos y, con paso inseguro pero decidido, venció la resistencia de su pañal y ¡ale!, qué mejor destino para aquella pelota que sus manitas. Pero, ¡ay!, sorpresa, cuando por fin alcanzó su ansiado objetivo, le salió al paso el que se sabía dueño de tal fortuna. Éste tenía más de cuatro años, ya le habían enseñado sus mayores el significado de lo tuyo y lo mío, y aquella contaba apenas veinte meses y, naturalmente, todavía, todo el universo era suyo. Rompió a llorar sin consuelo, le habían robado el mundo, que ocupaba todo su instante presente. Él, tan hombrecito y comprensivo, tan sensible aún a las lágrimas ajenas, no lo dudó. Por supuesto, el balón era casi lo más importante en su vida, pero casi, porque todavía sentía que había algo más significativo: vivir rodeado de sonrisas. Así que volvió sobre sus pasos y se la entregó; para siempre, claro, qué podía saber él de esas cuestiones del tiempo. Y ella, a pesar del profundo dolor que le había causado tamaña pérdida, arrastró sus lágrimas con los puños, se apartó el dorado flequillo, extendió de nuevo sus manos y sonrió.
118 comentarios:
Ojalá fuese tan fácil entre mayores. Siempre los niños nos dan lecciones magistrales de comportamiento e inteligencia.
Sencillo y bello texto Mercedes, con moraleja para el que la quiera ver.
Besos.
Emocionante y puro como esos niños que tantas veces se ven por los parques. Por desgracia los cuatro años son en seguida seis y...
Pero como decías esta tarde en otro lugar, todavía es posible la esperanza.
Aprendamos de los niños
Creo que no recuerdo ver llenar tan rápido y tan bien, un dique seco.
Aprender a valorar las cosas con el corazón y perdonar de igual manera... ¿requiere volver a nacer?
Mágico relato nos has traído hoy.
Un abrazo, Jefa.
Precioso relato el que nos traes hoy, porque los niños tienen alma pura...ojala perdurara para siempre.
Besos
Mercedes, amiga, gracias por esos pensamientos que nos regalas. Precioso tu relato. Yo creo que, pasada la cándida niñez, es conveniente como adultos considerar el perdón como un tema importantísimo. Yo creo que debemos empezar por perdonarnos a nosotros mismos, no como un deseo general, sino como una acción puntual frente a la enorme cantidad de errores que producimos. Sólo así podremos empezar a perdonar a los demás. Pero no basta sólo con perdonar, sino que debemos compensar el daño que hubiéramos podido causar. Dar nosotros el perdón suele producirnos un efecto muy cálido, hasta nos consideramos generosos, sin pensar en que el error de nuestros semejantes pueda ser una consecuencia de nuestras propias acciones. ¡Qué ejemplo taqn bonito el de esos niños! ¡Quién pudiera retener siempre esa generosidad infantil! Un fuerte abrazo.
Los niños¡belleza del alma!que bonito tu escrito querida Mechi,has visto que dentro de todo lo malo que me ocurrió en un largo mes de mi vida,tambien he tenido algo muy bello,un nuevo y bellisimo nieto.Besos gracias por ser,por estar.
Haces brillar una chispa de esperanza, en el fondo de un corazón oxidado :-)
Un abrazo.
.
...hola mi querida MP, amiga que bonito relato para ejemplificar lo que es vencer el egoísmo nato de la niñez, que se centra nada más en el deseo de recibir... más de pronto el niño se percata del placer que le causa la oportunidad de otorgar algo y de ese modo expresar su generosidad... y eso... eso es amor. amor de verdad
¿se puede dejar de perdonar a quien ama? ¿a quien nos ama, o a quien se ama?... no, no se puede... (a menos que se tenga un corazón de piedra)
Por eso el maestro Jahsúha decía unas palabras preciosas:
"...Al que mucho ama, mucho se le perdona..."
que así quede escrito y que así sea...
un gran abrazo y besos mil para todos
El muchacho es un caballero, un caballero de los que se derrite viendo las lagrimas de una dama. Y con inteligencia: prefiere una sonrisa a una pelota. Preséntamelo.
Un abrazo
Mercedes,el perdón es un acto que nos hace crecer interiormente.A medida que vamos creciendo estos valores de la inocencia se pierden por valores inculcados,o mejor dicho,la sociedad en la que vivimos,pedir perdón lbera el alma y nos proporciona felicidad.
Mil besos.
http://masalladelaberinto.blogspot.com/
Ahora posteo aquí.Tengo menos seguidores y estoy más tranquila.
Más besos.
Que bonita y tierna entrada, tan real como la vida misma.
Besos.
Soy Kurra
Para Elena:
Puede que no sea tan difícil, y que solo tengamos que olvidarnos de lo aprendido.
Me alegra que te gustara.
Besos para ti también.
Para Amando:
Claro que hay esperanza, no olvidemos que esos niños viven dentro de nosotros, solo hay que dejar que se manifiesten.
Gracias por estar.
Para Jose C:
Sí, puede que tengamos que volver a nacer o simplemente buscar dentro todo aquello que fuimos.
Sí estaba en dique seco, pero recordé que cualquier momento de tu vida puede ser muy evocador.
Otro abrazo para ti.
Para Princesa:
Claro que perdura, nadie se deshace tan fácilmente de lo que fue, es solo que hemos de recordar.
Siempre un placer verte por aquí.
Mercedes, el perdón no solo dignifica a las personas, sino que ademas las purifica, las perfecciona, las hace crecer. El perdón es ademas de un acto de humildad es una de inteligencia, de comprensión de que existe otros del YO.
Un saludo y es un placer leerte
Para Fernando:
Sabias palabras las que has dejado en tu comentario. Naturalmente, los dos apuntes que nos dejas son fundamentales en el proceso de perdonar: perdonarnos primero a nosotros mismos y reparar el daño causado antes de pedir perdón. Aunque para los niños este proceso sea mucho más sencillo.
Siempre son interesantes tus aportaciones. Muchas gracias.
Entre adultos la cosa cambia, en muchos casos no lloramor por las cosas porque realmente las deseemos, sino porque no queremos que el otro las tenga, y cuando las logramos o nos las conceden, dejamos escapar una risita guasona y hasta destruimos el objeto de la disputa, con la intención de hacer más daño aún a la persona a la que, de una u otra manera se lo arrebatamos. Sin embargo, afortunadamente, no todos somos así, no siempre es así, y algo de infantes queda en nosotros.
Besos
Para fiaris:
Nadie como tú para entender el alma de un niño. Me alegro muchísimo de que todo pasara.
Un abrazo muy fuerte.
Sencillamente, me ha encantado... qué preciosidad, de verdad :)
De la generosidad hay una parte principal que ya viene en los genes. Pienso que la gente es buena por naturaleza (al menos mejor). Luego vienen los valores adquiridos y ahí somos nosotros los culpables de transmitir las frustraciones y los egoísmos.
Sobre las lágrimas de unos se construyen las risas de los crueles.
Las lágrimas de unos riegan la ternura y la grandeza del corazón de otros.
Complejo y bello este mundo.
Un abrazo
Cuando eres ya mayor a veces el perdon es facil de decir solo es una palabra no dichas con el corazon, hay personas que se pasan toda su vida pidiendo perdon pero siguen cometiendo los mismos errores siempre.
Primavera
Una historia deliciosa, que parece intranscedente, pero a la que se puede sacar punta. Es cierto, los mayores, necesitamos primero reconciliarnos con nosotros mismos, luego el perdón viene solo. Egoístamente es mucho más fácil perdonar que mantener ese comecome por dentro.
Besos a los que tienen alma de niño.
Mercedes:
Tengo tres hijos; pero el menor que tiene nueve años, para mi es una caja de aprendizaje cotidiano. Aprendo yo más de él, que él de mi, es mi constante cable a tierra...Con Andrés aprendo a perdonar, a entregar amor por simplemente sentirlo, a reír por reír, a jugar...El ser humano se pierde cuando se siente mayor, piensan que siendo: serios, graves, orgullosos, altivos, son "adultos", ¿qué bobada no?. Ojalá nunca perdamos la capacidad de mirar como los niños, con los ojos llenos de amor, alegría, optimismo, libertad y sabiduría.
Un beso.
¡¡Ay que lindo Mercedes!!
A veces los adultos perdemos ese don de solidaridad que saben tener los niños. Es que a veces en la vida, todo nos cuesta tanto que nos volvemos egoistas.
Un tema para reflexionar y mucho...
Un beso.
mariarosa
Querida Mercedes:
Bonito relato, lleno de la delicadeza que es habitual en ti, hables de lo que hables.
Inteligentemente, partes de una anécdota entrañable, que todos hemos vivido como niños, padres o abuelos, para suscitar un tema de calado que nos afecta como adultos a nivel personal y nacional, en un país generador de odios terribles y con tantas victimas todavía pendientes de reparación.
Yo creo en el perdón si hay arrepentimiento. En la transición, los perdedores apostaron por una convivencia civilizada y perdonaron, a quienes nunca han pedido perdón, porque se creen en posesión de la verdad y siguen tratando a los que dieron su vida en defensa del Estado democrático de la República, elegido en las urnas, como apestados sin el derecho esencial a ser reconocidos y enterrados con dignidad.
Un beso muy fuerte, me encanta que hayas vuelto.
Elvira
ciudadanos.
Mercedes, al terminar de leer esta joyita, también he sonreído yo...
Besos.
Emotivo relato. De los niños recibimos, de cuando en cuando, magníficas lecciones de espontaneidad y generosidad.
Un abrazo.
Para Jose María Alloza:
Pues ya está, no se puede pedir más; no sabes cómo me alegro.
Otro abrazo para ti.
Para Alhami:
Me alegra que hayas encontrado en este sencillo cuento la esencia del significado del perdón, y que nos hayas dejado esa frase tan hermosa.
Gracias por dejar tus enriquecedores comentarios.
Para Javir:
Sí, no te equivocas en absoluto, el muchacho es todo un caballero, cuando quieras de lo presento.
Me alegra siempre verte por aquí.
Para Morgana:
Es cierto, el acto de perdonar nos proporciona gran felicidad, entonces, ¿por qué nos cuesta tanto hacerlo? Somos tan complejos... Tal vez si tomáramos ejemplo de los niños que fuimos...
Un abrazo.
Para Kurra:
Aunque no nos lo has dicho, yo sé que la entrada de hoy te gusta especialmente, tal vez porque la fotografía te llega de un modo muy especial.
Un abrazo grande, mamá.
Para Machacando Almendras:
Aportas algo a la entrada muy importante, ciertamente, el perdón es un acto de inteligencia, porque al fin y al cabo todos buscamos lo mismo, ser felices, y perdonar nos hace felices.
Me alegra mucho verte por aquí.
Para Narci:
En verdad es triste lo que tú apuntas, pero certero como el amanecer; a veces ni siquiera queremos lo que arrebatamos, solo tenemos la intención de hacer sufrir. Qué cosas... Llamemos a esos niños que duermen dentro de nosotros.
Besos.
Para Midhwen:
¡No puede ser!, no puedo creerme que estés aquí. Pues... qué decirte, que para mí es un honor saber que has disfrutado con un relato tan sencillo.
De veras, gracias por tu visita.
Para Man:
Querido amigo, sí que es complejo este maravilloso mundo, en el que todos somos capaces de lo mejor y lo peor; gracias a que la mayoría elegimos luchar por lo primero.
Muchas gracias por estar.
Un abrazo.
Para Primavera:
Es cierto amiga, por eso, como nos apuntaba Fernando, cuando somos mayores perdir perdón debe ir unico a la firme intención de reparar el daño.
Besos y hasta pronto.
Hay que ser extraordinariamente sensible para percibir una historia como esta. Los niños, o las historias de los niños, niños como estos, suelen pasar desapercibidas para la mayoría de la gente. Tú has sabido extraer algo valioso de esto.
Hay que ser extraordinariamente sensible para percibir una historia como esta. Los niños, o las historias de los niños, niños como estos, suelen pasar desapercibidas para la mayoría de la gente. Tú has sabido extraer algo valioso de esto.
Para Isolda:
Como algo te conozco, al mandar contigo besos a todos los que aún tienen alma de niño, sé cuántos serán para ti. Sé que sabes saborear las cosas sencillas y que por ello tienes la capacidad de disfrutar de este corto relato.
Para Taty Cascada:
Ay, no sabes cómo te entiendo. También yo aprendo de los pequeños de la casa cada día, que no dejan de sorprenderme y darme lecciones de amor, además de montañas de alegría.
Disfruta tus niños y sigue aprendiendo.
Un abrazo.
precioso relato, querida Mercedes.
comparto totalmente contigo que el perdón nos dignifica; nos permite además vivir más libres y leves internamente. el no-perdón es una pesadísima carga!
un abrazo fuerte!
Muy bonita y entrañable la historia, aunque poco frecuente en su extraordinaria generosidad y desprendimiento. Todo un ejemplo para los mayores y su egoísmo crónico.
Un saludo.
Y sería precioso que ella le propusiera compartir todo su redondo mundo presente. Las relaciones humanas deben fluir siempre en dos direcciones.
Exquisita estampa de infancia..
Para Mariarosa:
Le dedicas un adjetivo a mi relato que me gusta especialmente: lindo... qué bonita palabra. Muchas gracias.
Besos para ti también.
Para Elvira:
Somos muchos los que creemos en el perdón, pero ese que nace del corazón y del verdadero arrepentimiento, y que lleva consigo la firme intención de reparar el daño causado; pero, como tú muy bien nos recuerdas, todavía hay algunos que no se creen en el deber de pedir perdón ni reparar. Sigamos siendo niños, perdonémonos y nazcamos de nuevo cada día.
Es un honor para mí que tú puedas disfrutar estos minutos de lectura, recojas el mensaje y me lo devuelvas reconvertido en una reflexión como ésta. Gracias.
Para Jorge Torres Daudet:
Amigo y compañero Jorge, me quedo con esa sonrisa que me brindas y la guardo celosamente, me hará falta cada día.
Un abrazo.
Para disancor:
Es verdad que los niños son toda una escuela donde aprender, y también en tu casa, donde nos enseñas lecciones de humanidad continuamente.
Gracias por estar.
Para Ignacio Bermejo:
Pues ya veo que tú eres extraordinariamente sensible para saber sacar el jugo de una historia sencilla, sin aparente intención. Pero esto yo ya lo conocía de ti.
Muchas gracias.
Para Patricia:
No tengo ninguna duda de que alguien como tú comparte conmigo y con los amigos de esta casa el mensaje de esta entrada.
Un abrazo.
Para Cayetano:
Imagínate, ojalá esta ligera historia sirviese, aunque fuera solo un poquito, para despertar la inocencia que todos encerramos.
Me alegra mucho que alguien con tu profunda conciencia del mundo venga a leer a esta casa.
Gracias.
Para Cesar:
Ella lo hará, todo depende de que sus mayores también le enseñen con el ejemplo vivo lo que significa la generosidad.
Me agrada que te haya parecido exquisita esta estampa.
Tierno relato. Yo pondré la nota de discordancia con el resto; a ser empático también se aprende. Yo con 4 años jamás hubiera dado mi pelota. Hoy evaluando la importancia que le dan los demás a lo que tengo, lo haría sin dudarlo.
¡Hola!
Tan sencillo y a la vez, tan difícil...
saludos de J.M. Ojeda.
¡Qué ternura! Tu relato, tan entrañable, dibuja imágenes en la mente de quien lo lee, tiene el prodigio de mostrarnos la escena para poderla disfrutar.
La infinita inocencia de los niños está dentro nuestro pero nos negamos a dejarla salir porque el mundo nos sigue forjando a golpes de puño, no sea cosa que la perdamos de verdad...
Un beso grande, Mercedes.
Perdonar debiera ser consustancial al hecho de estar vivo, pues todos metemos la pata en más de una ocasión y no siempre con malas intenciones. Conocer y profundizar en el alma humana, implica perdonar. Además, quien perdona se ofrenda a sí mismo un gran regalo: la ausencia de rencor, algo que nos emponzoña por dentro y de lo que debemos huir a toda costa.
Me he sonreído con el texto. Está lleno de ternura.
Un abrazo grandote, querida Mercedes, y, por supuesto, mi cariño hacia ti en él.
Bonito, amiga, bonito. Creo que no es obligatorio perder la capacidad de perdonar al crecer. Incluso me atrvería a decir que debería crecer con el conocimiento.
Un abrazo.
Tú también lo crees ¿no?.
Para Ni la breve:
Bueno, tal vez ahora hagas lo que no hacías entonces, pero de cualquier manera tienes mucho de niña. Ya nos gustaría a muchos haber evolucionado como tú, y no involucionado.
Me alegra verte.
Para J.M Ojeda:
Parece, parece difícil, pero no sé yo si lo es tanto, podríamos discutirlo.
Gracias por estar.
Para Liliana G:
Nada me satisface más que me digas que mi relato dibuja en tu mente la escena como si estuviera viva. Gracias por venir, y hacer posible mi sueño.
Seamos niños.
Un abrazo.
Para Isabel Martínez:
Querida amiga, creo que nos negamos a perdonar porque necesitamos que el mundo esté en deuda con nosotros para poder justificar nuestros propios errores; así de triste. Pero, como tú dices, cuando profundizamos en el alma humana, nos vemos obligados a perdonar; no podemos vivir constantemente en deuda unos con otros, hay cosas más importantes que hacer, amarnos, por ejemplo.
Me alegra haberte hecho sonreír.
Otro sincero abrazo para ti.
Para Mateo Santamarta:
Claro que lo creo, si tú, con los agravios que has tenido que soportar, has crecido en perdón y sigue creyendo en él, cómo no voy a hacerlo yo.
Gracias, amigo Mateo.
Me gusta este tierno relato.
Besos Mercedes
El perdón,imprescindible para ser feliz. Porque el que no perdona es desgraciado de por vida.
Para Josefina:
Conociendo el momento tan tierno que estás viviendo con tu nieto Pau no me extraña que estés especialmente sensible a las historias de niños. Ya verás, ya mismo Pau te regalará cuentos como estos.
Besos para ti también
Todos hemos sido niños, pero de
adultos del menos esperado nada
le importa eso y lo malo que como
dice Maria Jesús no són nada
desgraciados.
Buena entrada.
Sol
Para María Jesús Paradela:
Así es, pero, mientras estemos vivos, estamos a tiempo de perdonar y ser perdonados, y librarnos de la pesada carga para el resto del camino.
Gracias por venir, sabes que valoro tus visitas.
Para Anónimo, Sol:
Por eso, porque, como tú dices, todos hemos sido niños, todos somos capaces de perdonar en cualquier momento de nuestras vidas, porque el niño que fuimos sigue siempre dentro de nosotros, aunque esté escondido, asustado al contemplar el adulto en el que se ha convertido.
Me alegra que te gustara la entrada. Espero verte de nuevo.
No es fácil...pero se aprende a amar amando y a perdonar perdonando.
Un beso.
Me resisto terminantemente, a perder todo lo que fuí ayer Mercedes, bueno mejor anteayer (que hace mucho tiempo de eso) jajaja.
Es lo que nos hace, que sigamos siendo humanos.
Abrazos amiga y feliz noche
Precioso texto, muy bien descrito ese gesto de generosidad. Saludos.
MERCEDES
Um besito
gracias
O meu dia de anos é sempre um dia muito especial...e com tantos amigos ainda melhor
um beijo e ...poesia
Un escrito precioso. Con la sensibilidad de la inocencia.
Muchas gracias por tú visita.
Un placer leerte.
¡Un fuerte y muy grande abrazo!
Miguel
Para Flamenco Rojo:
Así es, como todo en la vida, se aprende practicándolo, pero no me negarás que hay valores innatos que más bien nos empeñamos en perder.
Un abrazo.
Para Verónica:
Yo también lo intento, lo que no sé es si resistiré.
Gracias por ser tan fiel a esta casa.
Para Aro:
Me alegra que lo disfrutaras.
Saludos afectuosos para ti también.
Para Áfica en poesía:
Gracia a ti, amiga Lili.
Besos para todo Portugal.
Para Carolina:
No tienes que darme las gracias, me gustó tu casa.
Un abrazo.
Para anapedraza:
Otro fuerte abrazo para ti, Miguel.
De palabra todos perdonamos muy fácilmente pero me temo que no de corazón.
Besos.
Lo simple triunfa, para perdonar se debe ser simple, lo complejo busca al quinta pata...
Perdón, no sé, en lo personal me es fácil, me es difícil perdonar a quienes matan de hambre a tantos niños y anciandos, estando en sus manos la posibilidad de lograrlo, como ocurre en nuestro norte argentino pero los que tienen las riendas de este país no hacen nada...
Pero tus posts Mercedes traen tanta luz.
Gracias.
Alicia
Y sonrió... y sonreímos todos, con tu limpio relato, Mercedes, en el que me resuenan a mí ecos buenos de El Principito. Bueno, y también de Iker cuando aquello con su niña de los deportes, que le dió su balón de colores delante de todo el mundo, y todos también sonreímos entonces, porque eso sólo le sale a quien tiene un corazón de niño muy grande, igual que Iniesta que marcó el gol de su vida, y se levantó la camiseta para con palabras acordarse del amigo que ojalá desde lo alto estuviera viéndole. Un saludo
Por desgracia, "Crecer" es un ladrón de guante blanco... No nacemos desnudos y desamparados, ni con las manos vacías. Por el contrario, nacemos con toda una Vida por delante y se nos entrega todo un Mundo de posibilidades. Con el tiempo lo vamos perdiendo todo... Incluso la capacidad de perdonar.
Ya sé que se sale un poco de la línea central de tu post, pero me has dado pie a la reflexión.
Besos y Perdón, Mercedes.
Hermoso, hermoso , tal cual!!!!
Disfrutando a mis nietos, vivo momentos así y unos se da cuenta de que poco felices que somos los mayores!!!!
Cariños y buen fin de semana.
Para J. Lorente:
Querido amigo, permíteme, en primer lugar, decirte que verte por aquí es para mí una una especial alegría, porque siento que todo está bien.
También yo lo pienso, José, que nacemos con todas las posibilidades ante nosotros y que crecer es ir cerrando puertas, pero con que nos quede una sola puerta el camino puede ser infinito, ¿no crees?
Un abrazo enorme.
Para José Antonio:
Como es propio de ti, tu comentario en sí mismo es un post lleno de contenido y, desde luego, recoge con creces la esencia de este sencillo relato.
Gracias.
Para Abuela Ciber:
Sé lo que nos quieres decir, son vivencias muy hermosas, sus sonrisas son regalos inesperados.
Feliz fin de semana para ti también.
Muy agradecida por tu visita… bellas palabras
Y esa amistad que siempre puedo ver en tus
Comentarios a mi blog…yo admiro tu post
Y tengo una gran simpatía y cariño a tu
Persona.
Gracias sobre todo por tu amistad.
Un abrazo
Marina
Perdonar una ofensa no es fácil, ni de niños ni de mayores.
En este caso el daño -quitar el balón- ha sido compensado con la cesión del mismo; conseguido su capricho, es fácil que la niña haya olvidado la "ofensa".
En general las ofensas -verdaderas o sentidas- no suelen ser compensadas o reconocidas y así perdonar no resulta tan sencillo.
En todo caso, abogo por perdonar y perdonarnos, incluso aunque la pena sea grande y el dolor no resuelto. Una manera de arreglar el odio y el resentimiento es esa PERDONAR; la menor manera de curarse de "aquella ofensa" que a veces nos acompaña toda la vida.
Perdonar, no olvidar, pues de todo se aprende y quizás el recuerdo nos sirva para no a repetir.
No sé, me da la sensación de que no me he explicado muy bien.
Un abrazo jefa, hasta pronto Á.
Gracias, Mercedes por dejar tu huella en mi blog, ha sido un placer haber llegado hasta aquí y conocer tu manera de transmitir.
Un beso.
muy buen texto.
Mercedes, precioso texto mezclado de una ternura infinita y la llave generosa del perdon.
Es importante, mantener el álma libre del rencor, aunque a veces cueste perdonar.
Para Marina:
Gracias a ti, faltaría más, que desde el principio me brindaste tu amistad y te interesaste por mis textos.
Nos seguimos leyendo.
Un abrazo.
Querida Ángeles, te has explicado perfectamente, y estoy completamente de acuerdo contigo, como lo estoy con otros comentaristas que han apuntado en cierta manera lo que tú nos has dejado. Es cierto, es fácil perdonar para un niño, sobre todo si consigue lo que quería. Pero yo he podido comprobar que aun no consiguiéndolo los niños perdonan e incluso olvidan. Y, como tú bien dices, aunque no nos reparen la ofensa, deberíamos igualmente perdonar, por nuestro bien y por el de todos los que crecen a nuestro lado. Olvidar es otra cosa, cuando somos adultos ya no olvidamos y, dices bien, tampoco sería bueno, porque de lo vivido se aprende.
Un abrazo fuerte, para ti y la Tacita de Plata.
Para María:
No tienes que darme las gracias, me di un paseo por la blogosfera y paré un isntante en tu casa porque me gustó.
Espero que sigamos visitándonos.
Un beso para ti también.
Para Jordim:
Gracias por pasarte por aquí.
Para Maripaz Bugos:
Gracias compañera, me satisface saber que disfrutaste el pequeño relato y que te llevaste su esencia.
Un abrazo.
El perdón ennoblece a quien lo practica y difunde.
Y los niños nos dan sopas con honda en esa cuestión.
hasta que crecen, hasta que crecemos.
Ahí empiezan los problemas.
Un beso.
Para Elías:
Bueno, bueno, bueno... Qué arte tienes. Me alegra verte, aunque te haya traído a rastras.
Otro beso para ti.
Precioso ¿qué más decir que no te hallan dicho ya en 101 comentarios? Quiero recuperar esa parcela de mi niñez, todo sería sencillo si nos aplicáramos su forma pura de pensar y si nos importara lo que de verdad importa, la sonrisa. Un beso buenrollero.
Me gustaría que leyeras algo que escribí para mi hermana pidiéndole perdón, te dejo el en lace y si te apetece lo lees.http://masdemison.blogspot.com/2010/09/hermana-no-quiero-postergar-esto-por.html
Un fin de semana más me tienes paseando entre tus cosas. Siempre geniales. Buen weekend.
Saludos y un abrazo.
Una instantánea preciosa, que cualquiera puede observar en un parque, pero solo unos pocos pueden capturar en palabras. Enhorabuena.
No saber perdonar es una desgracia. A ellos es a los que más merece la pena perdonar.
Para Misón:
Nada hay que valore más en este mundo que la alegría, para mí, signo indiscutible de estar en armonía con el entorno.
Visité la página que me sugieres, te dejé un mensaje.
Siempre me alegra ver nuevos comentaristas por esta casa.
Un abrazo.
Para la Sonrisa de Hiperión:
Ya te echaba de menos.
Buen fin de semana para ti también.
Para Emi:
Gracias por pasarte para dejarme estas bonitas palabras. Sé que tú eres capaz de captar instantáneas como ésta y muchas más.
Gracias.
Hola, Mercedes:
Dichosos aquellos que conservan por siempre su corazón de niños.
Muy bonito y ejemplarizante tu relato.
Abrazos.
Para Rafael Lizarazo:
Te he leído lo suficiente como para saber que tú conoces bien el alma de los niños, como el que vive en tu blog. Sé que me entiendes.
Gracias.
Abrazos para ti también.
Una historia breve que dice mucho. Aprender a compartir, a saber que una sonrisa es más importante que etiquetar lo mío como "solamente mío", aprender a ser generoso desde la infancia... quien así escribe es que, inevitablemente, es así desde siempre. Un abrazo muy fuerte.
Para María Sangüesa:
Bueno, yo también fui niña y algo queda de ella, pero te aseguro que no siempre me resulta fácil perdonar. Aunque lo intento con todas mis fuerzas, porque es sano para mí y todos los que me rodean.
Gracias por tus palabras.
Para Abuela Ciber:
Muchas gracias por tus buenos deseos y sabias palabras.
Buena semana para ti también.
Bueno ya estoy por aqui, otra vez, despues de heberme soltao de la Trena.
Amos a ver que el blog se esta poniendo demasiado dulce y rosa. Doña Mercedes, ¿No sería Vd. esa niña que suplicaba y lloraba que le devolviesen el balon? porque es un fallo en el otro chico el pedir perdon y no una virtud, además seguro que en adelante esa niña tan buena y llorosa se convierte en una arpía y empieza a explotar esas dotes para conseguir todo lo que quiere y lo que es peor, ESTA SI QUE NO VA A PEDIR PERDON. Ea, he dicho. Un abrazo y no te cabrees.
Para Curro:
A buenas horas y dando coces. Así que me estás provocando… Pues sí, esa niña también fui yo; ahora bien, de lo que estoy segura es que ese niño tan caballero no fuiste tú. Que luego me convertí en una arpía (mujer perversa), creo que no; pero no porque no tenga la capacidad de serlo, sino porque procuro no tener personas a mi alrededor que me provoquen, para evitar tentaciones. Creo que me entiendes.
Me alegra verte por aquí.
Un abrazo, buscabocas.
Precioso micro-relato. Inocente y dulce, como ellos.
Me atrevo a recomendarte que eches un vistazo a mi post de hoy en el que hablo de Ediciones de La Discreta, la pequeña editorial en la que colaboro asiduamente. Creo que te puede interesar y, si es así, te agradecería que lo difundieras por donde puedas.
Un abrazo muy fuerte y gracias.
Para obiwan 1977:
Me alegra que te gustara el relato. Iré a visitarte en cuanto pueda.
Gracias por tu visita.
Me gusta la sencillez de este relato, la pulcritud que es la de los propios niños, y siempre me viene El Principito y aquello de que los mayores a menudo olvidan que fueron pequeños una vez. Yo una vez fui a buscar a mi niño interior, que se había quedado escondido en una cueva cerca de una playa de Málaga. Y lo encontré, desde entonces va conmigo para recordarme quién soy y tratar de evitar que me convierta en otro más huraño, más grave, menos espontáneo y alegre. Un saludo y felicidades por este blog que acabo de conocer, de un recién llegado a Alhaurín. :)
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