En el pueblo jugaban a la comba en la calle; dos niñas "daban", moviendo en círculos la gruesa maroma desde los extremos, y las demás saltaban de una en una. A veces se acompañaban con canciones como aquella de:
"El cocherito leré,
me dijo anoche leré
que si quería leré
montar en coche leré..."
La que fallaba al saltar, "perdía comba" y tenía que "dar" hasta ser remplazada, en el tedioso sitio de las torpes, por una nueva perdedora. Podían estar la tarde entera salta que te salta, sobre todo en vacaciones. Algunas eran grandes expertas y nunca daban; otras, con menos maestría, a veces daban y a veces saltaban; mas, dando o saltando, casi todas disfrutaban de lo lindo con esta diversión sana y barata.
"El cocherito leré,
me dijo anoche leré
que si quería leré
montar en coche leré..."
La que fallaba al saltar, "perdía comba" y tenía que "dar" hasta ser remplazada, en el tedioso sitio de las torpes, por una nueva perdedora. Podían estar la tarde entera salta que te salta, sobre todo en vacaciones. Algunas eran grandes expertas y nunca daban; otras, con menos maestría, a veces daban y a veces saltaban; mas, dando o saltando, casi todas disfrutaban de lo lindo con esta diversión sana y barata.
Casi todas, porque Maripily, la más alta y con fama de empollona, tenía poca afición al juego milenario. No se arreglaba bien; su cuerpo desgarbado, sus enormes pies y su escasa agilidad, eran ingredientes suficientes para que fuera una auténtica patosa. Ella prefería leer o jugar a adivinanzas pero, si quería tener amigas, debía pasar por el aro, en este caso por la soga. Las pocas ocasiones en las que lograba llegar al lugar de saltadora, sólo conseguía que la cuerda se quedara atascada entre sus piernas. Por ello, y para no andar incordiando, decidió que era preferible ser “dadora fija”; gracias a su estatura y largo brazo movía la soga divinamente, pero se aburría tanto...
Su hermana, una de las mejores, sentía lástima por ella –no en vano dormían juntas todas las noches-. Un día convenció a dos compañeras para que "dieran" un rato y poder iniciar a Maripily en los rudimentos del jueguecito: a ver si así le iba cogiendo el tranquillo y no lo pasaba tan mal. Pero, ¡qué va!, a pesar de poner en ello empeño y coraje, sus zapatones se enredaban una y otra vez, saltaba a destiempo, se caía o se le paraba el cordel a la altura de las nalgas. ¡Menudo panorama!
En estas estaban, cuando por allí pasó una gitanilla de la vecindad que tenía más o menos su edad. Al ver a Maripily con tan poco arte, se puso a reír a carcajadas con todas sus fuerzas. Desternillada de risa le espetó: “Anda, pero ci no zabe zartá, con lo grande que é”.
Maripily sintió muchísima vergüenza, quería que se la tragara la tierra y desaparecer. Se preguntaba quién le habría mandado estar haciendo el ridículo de esa forma, en plena vía pública. Mirando a la gitanilla con los ojos húmedos de rabia, de impotencia y de humillación, no tardó en replicarle: “Yo no sé saltar pero ¿a que tú no sabes sumar?”.
La improvisada espectadora no se quedó callada, sin esperar un segundo, respondió: “¿Zumá? y ¿qué ez ezo?", girando la cabeza a derecha e izquierda con aire despistado.
El juego terminó bruscamente y las niñas, confusas y algo aleladas, se retiraron sin decir una palabra más.
Epílogo.
La improvisada espectadora no se quedó callada, sin esperar un segundo, respondió: “¿Zumá? y ¿qué ez ezo?", girando la cabeza a derecha e izquierda con aire despistado.
El juego terminó bruscamente y las niñas, confusas y algo aleladas, se retiraron sin decir una palabra más.
Epílogo.
Maripily no volvió a saltar a la comba, lo que le proporcionó gran alivio y tiempo para dedicarse a otros menesteres. De la gitanilla no se han vuelto a tener noticias pero, a buen seguro que hoy, suma y multiplica divinamente.
76 comentarios:
Muy bonito cuento. A mi me pasaba cuando quise aprender a bailar la jota aragones, tenia muy poca gracia.
Un abrazo
Todo se aprende, todo se adquiere. Es cuestión de tiempo y voluntad.
Yo he sido siempre tan torpe para todo que me he visto en esa tesitura infinidad de veces.
La crueldad de los niños tiene su parte positiva... Tienen mucho tiempo para rectificar y aprender, o para asumir su realidad y dedicarse a otras cosas.
Un Beso Saltarín, Ángeles.
Me gusta lo que nos has traído hoy, imagino que lo sabes, entre otras cosas, porque en algo me conoces y porque creo que… ¿te lo he dicho? Es una historia sencilla, tierna y natural, casi un cuento, como ya lo han calificado anteriormente; pero sobre todo bien escrita, y con la ligereza e ingenuidad que requieren los textos protagonizados por niños.
Como ésta que nos traes, yo he tenido cientos de vivencias: no sabía saltar, ni a la cuerda ni a la goma, no sabía jugar al “Quema”, ni a la “Lima”, ni… Es traumático no poder participar en los juegos de moda, no encuentras la manera de socializarte, de tener amigos; pero no hay mal que por bien no venga, como tú dices, y me hice amiga de los libros.
Una vez más, me ha encantado, compañera.
.
...jaja lo que debió haber dicho la pililanga de la mari a la gitanilla es... "jazí zalto yo"... ¿y qué? jajajaja...
Bueno, no está mal el cuentulis, es una bonita anécdota de aquellos tiempones...
Besos
Hola, Ángeles, me ha gustado mucho el cuento, me ha retrotraído a otros tiempos y lo has contado con una ternura sin igual.
Un beso.
.
...PD: no sé porque pero me gusta la palabra "tesitura", usada por Jl en el coment...
Hola, tierna y bonita tu entrada,
Ángeles, me trae agradables recuerdos, porque yo al contrario que Maripili, saltaba de maravilla,
pequeña y delgada... no tenia ningún tipo de problema.
Afectuosamente.
Angela.
Josefina:
¿También se reían de ti.
Gracias por tu visita, un abrazo Á
María Jesús:
A veces el tiempo necesario para adquirir una habilidad no merece la pena, y la voluntad (hoy dicen motivación) se pierde o nunca se ha tenido y lo que uno está haciendo es hacer lo esperado y no lo deseado.
De acuerdo contigo en que lo que interesa se consigue. Un abrazo y graias por tu visita Á
Como Maripili torpe para saltar a la soga, no sabía cómo saltar de miedo, entonces, tampoco, podía morirme tan fácilmente, que es de lo que fallece la gente por lo general, cuando padecemos un cáncer. Seguí como el que más, y aunque intentaba saltar de miedo, o saltar al miedo, no podía: había aprendido a ser escéptico de todo y pasé estos traspiés sin sufrir. Con un refriado la he pasado más mal. Nunca fui a hacerme exámentes de control ni nada. Durante la "enfermedad" (hace siete años) la quimio no me hizo perder el pelo, solo la barba en la parte derecha y la garganta donde ya nada crecerá, pues el cobalto hizo lo suyo al final. Tomaba licor durante el tratamiento, hacía ejercios con pesas, tenía novias... (nunca estuve más activo y fuerte en mi vida!).
Gracias amiga escritora Ángeles por la profundidad de tu cuento que me ha traído estas cosas a la memoria.
Abrazos,
Justo Poe.
P.D. Otro punto es no reconocer el mal ni contárselo a nadie, pues la cultura del cáncer es fatal: te matan antes de empezar a luchar. Cuando salí del cobalto, lo último, relaté todo a mi familia que vivía en mi pueblo, lejos de la capital. Me ayudó mucho ser ateo.
José:
La crueldad de los niños es espontánea, aunque yo creo que en fondo siempre existe un poso de inseguridad personal que les lleva a ridiulizar al otro parasentirsesuperiores: una teoría como cualquier otra.
Un abrazo pausado Á.
Ya veo que por aquí no somos muy atléticos que se diga. Lo que no sé es si escribimos porque somos torpes o somos torpes porque nos empeñamos en escribir.
Conste que yo saltaba bien, de las pocas actividades físicas en las que no hacía el ridículo.
...ah: dicen que tenía un tal linfoma no-Hodgkin agresivo.
Mercedes:
Quizás no es que no supiéramos sino que preferíamos hacer otras cosas y no poníamos suficiente interés, por ejemplo leer.
De hecho la crueldad de Maripily fue similar a la de la gitanilla, y a sabiendas de cuál era su punto fuerte, se desquitó como pudo.
Me paree que Maripily tampoco sabía sabía jugar a la goma y nunca aprendió a patinar.
"Hay gente pa to".
Un abrazo Á
Es verdad Alhami, esa respuesta hubiera sido mucho más airosa: ¿Qué no se saltar, ¡anda ya! es que no conoces el New jump?
A tener en uenta para la próxima tesitura.
Un abrazo y gracias por tu idea. Á.
Pues a patinar sí que aprendí yo, y era bastante buena, ¡qué puñetas!, ¡era la leche!
¡Cuánto tiempo Rampy!
Me alegra verte por aquí y que te haya gustado el cuento. Ya ves, en todas partes cuecen habas y cada uno da donde puede.
Un abrazo Á
Ángela:
Menuda suerte, como la hermana de Maripily. La verdad es que debía ser divertido saltar si perder comba: uni, doli, treli, quatoli...
Me alegro que la historieta te haya provocado tan entrañables recuerdos.
Un abrazo Á.
Poe Justo:
Para eso es para lo que precisamente es necesario no tener miedo a dar el salto, ni a hacer el ridículo por no tener pelo.
Maripily pudo elegir otra actividad más de su gusto y no doblegarse a lo que la moda y su rol de chica le exigía, en ese caso jugar a la comba era su cobardía y fue valiente el día que supo lo que quería.
Como tú lo supiste cuando plantaste cara a la muerte,superaste el miedo y venciste a "las ruedas de carro".
Enhorabuena y gracias por tu confidencia.
Un abrazo Á.
Qué bonito relato, Ángeles. Y qué bien escrito está.
Me has hecho volver a la infancia y me he "visto" jugando a la comba, cayendo al suelo, destrozándome las rodillas y mi madre poniéndome "mercromina"...
Pobre Maripily o Maripili, y qué buena hermana tuvo.
La conversación con la gitanilla, magnífica.
Un abrazo.
Ní:
Que yo soy muy ágil, ¿no me has visto cómo muevo el esqueleto?.
Era Maripily la torpona, aunque, creo que si se hubiera puesto a ello..., lo que pasa es que no le debía resultar muy entretenido y su subconsciente la traicionaba.
Un beso, guapa, ¿Qué tienes que decir de las fotos, con lo preciosa que te he puesto?
(a ver si encuentro la del piano, que la tengo en otro PC)
Gracias Mar:
En algunos pueblos del sur, había familias gitanas que vivían en casas, cerca de otras casas de payos.
En aquella época, incluso los sedentarios no solían escolarizar a los niños, al menos no iban a la clase de Maripily.
La verdad es que la gitanilla se lo pasó pipa...
UN abrazo y gracias or tu comentario Á
Me gusto mucho esta entrada, me trajo recuerdos antaños, te felicito Angeles un beso.
Nadie es perfecto algún fallo debía tener¿No?
Besitos Angeles,me encantó.
Querida Ángeles, me ha salido esa media sonrisa que se nos queda a veces al evocar la infancia. Me ha gustado tu relato, real como la vida misma. ¡Lo aburridísimo que era dar siempre! Ratifico que los críos son crueles, pero al menos de lo que yo recuerdo, muchas de esas "felonías" contribuyeron a formar mi carácter y además las tengo presentes. Será que perdono pero no olvido, jaja.
En serio, me acuerdo de barrabasadas que me obligaron a plantar cara y desde entonces hasta hoy.
Por cierto Mercedes, se me daba mucho mejor patinar que saltar a la comba.
Besos grandes, terremoto y no exagero.
Este texto me hizo rememorar ciertos saltos de infancia que fueron especialmente bellos momentos.
Un abrazo con buena vibra desde mi espíritu!
Porque no tengo una cámara a mano, que si no te pondría una foto de la amplia sonrisa que ha causado tu historia. ¡Muy bien!
¡Un beso!
Miguel
Gracuas Kurra:
Seguro que eras una buena y ágil saltadora. Me alegra de que te haya gustado. Un beso Á.
Morgana:
Creo que ése debía ser el problema de Maripily, que quería ser perfecta y hacer de todo.
Habría que darlñe un toque aún hoy .
Un abrazo Á
Isolda:
¡Qué tiempos aquellos!.
Es verdad que lo que no te mata te hace fuerte, pero es que a veces llos niños, con eso de que el filtro de la educación aún no funciona, puden llegar a hacer daño.
No en el caso concreto de Maripily que se defendió usando las mismas armas y ridiculizando a la ridiculizadora, sino cuando hay un defecto físico más o menos grave: suelen ser implacables, y hay que estar muy atentos y empezar a educar en respeto y diferencia desde la cuna.
A Maripily nunca le compraron patines, eran caros. Sí que tuvo una bici compartida, que consiguió ahorrando muchos años con sus dos hermanos. Sobre las ruedas no fue tan torpe, quizás porque le ayudaban a desplazarse con más velocidad.
Un abrazo Isolda.
lully:
Me alegro tu buena vibra y de ser yo en parte responsable de ella: un abazo Á.
Ana, Miguel:
Los recuerdos de "un tiempo feliz saltando en la calle" donde una disputa era leve y de risa, siempre nos iluminan la cara.
Me alegro de haber contribuido. A ver si inventamos un sistema de comentar con fotos.
Un abrazo Á.
Sonrisa…. Me ha encantado.
En aquellos tiempos, miraba a las niñas, jugar a esos juegos extraños, sin entender bien cuál era el misterio. No recuerdo si sabia sumar o no… :-)
Un abrazo.
José María:
Seguramente también a Maripily se le escapaba el misterio, pero "el rol es el rol" y para salirse de él, tuvo que ocurrir algo no previsto y desagradable.
Es un placer ir provocando sonrisas. Un abrazo Á.
Muchas veces hay que hacer alguna cosilla que "no es lo nuestro" para integrarse, pero cuando uno lo intenta, y no hay forma humana de conseguirlo, lo mejor es retirarse y seguir "a lo nuestro".
Yo de pequeña era un hacha en todos los juegos de calle, la comba, la rayuela, patinar, las canicas, los cromos...¡Ya podía hacer ahora todo tan bien como antes!
Encadores recuerdos.
Feliz fin de semana.
Un saludo.
Que lindo relato. Ángeles no todos nacemos con las mismas cualidades, ¿no te parece?
Muy buena entrada, con modismos y todo.
Un beso.
mariarosa
Nélida:
Retirarse a tiempo, eso sí que es una buena estrategia ¿verdad? ;-).
Besossss Á.
Disancor, Motivaciones azul :
El relato es sencillo pero encierra algo de enjundia, lo que pasa es que cuando se trata de niñas y de recuerdos gratos, la emoción nos inunda.
Un abrazo Á.
Lo sniños no son crueles, con malos, pero solo son sinceros; igual que los adultos pero sin callarse..
Jordim:
¿quién ha dicho que los niños sean malos?
Es sólo que a veces hacen pupa y en general, mieran más para sí mismos quepara los otros:normal.
Saludos y gracias por tu comentario
Á
Dezpuez de una minientrada ziempre hay una gran entrada. Entrañable. Ah, que en mi tierra hay un refrán que dice que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.
Un abrazo.
Ufff qué recuerdos más bonitos!!!
Yo sabía y me encantaba saltar a la comba, me pasaba horas y horas en la plaza jugando. Qué pena!!, ahora ya los críos sólo piensan en otro tipo de juegos.
Recuerdas el látigo?
Vaya latigazos daba si te equivocabas, jajaj.
Un bello cuento, me ha gustado muchísimo.
Besos
Al saltar la comba, le dijo el barquero... las niñas bonitas... no pagan dinero... (no tenía mal gusto el barquero, no...)
Pasa un estupendo fin de semana.
Saludos y un abrazo.
Flamenco:
De minientrada nada, sólo es el título para poder dolar la otra. Par mí fue una entrada en Sevilla por todo lo alto.
Los niños dicen la verdad, pero sin anestesia, por eso duele más. De todas formas, en esta ocasión, fue más bien un duelo de verdades y cada niña se quitó su espinita como pudo.
Un abrazo (hoy virtual) Á.
Princesa:
¿No deberiamos nosotros contribuir a que los niños siguieran jugando a la comba?.Somos responsables de sus activiades y juegos y las video consolas alguien se las compra.
Un abrazo Á.
Gracias Hiperión, los fines de semana siempre vienes por aquí.
Un abrazo Á.
A Ángeles la conozco desde la infancia, y seguro que hemos saltado a la comba juntas en algún momento. Ella como ahora siempre ha sido, alta, guapa y lista, o sea que doy fe de que no es Maripili. A los que la conoceís personalmente no os sorprenderá que su prosa sea fluida, alegre, vital, saltarina, porque hay mucha coherencia entre lo que es, y lo que escribe. No es fácil escribir con tanta naturalidad sobre temas que a todos nos conmueven. ¿Cómo lo hace?, no lo sé, pero lo hace. Yo creo que tiene que ver con la honestidad con uno mismo. Bajo la aparente sencillez de este texto, hay una metáfora nada desdeñable.En la vida a veces nos toca "dar"( el lenguaje nunca es inocente)para que otros salten, a veces somos nosotros los que saltamos, gracias a que otros dan, otras veces se nos enredan los pies con cosas que no os interesan nada, pero que nos vienen impuestas desde fuera, y cómo no, casi siempre aparece una "niña gitana" la poseedora del conocimiento práctico, que se ríe de nuestra torpeza, momento que aprovechamos para restaurar nuestra dignidad aunque sea con comparaciones imposibles "Si, Yo no sé..., pero tu no...", y nos quedamos tan anchos. Pues eso,.. la vida misma.
Bertina
Para Bertina:
Aunque este comentario no es de mi competencia, por así decirlo, me ha parecido tan completo y fluido que no he podido resistir la tentación de felicitarte. Como parte del trio de "Pienso, luego escribo", es para mí un orgullo tener comentaristas como tú.
Gracias.
Precioso relato lleno de vocación, Ángeles. Mientras lo leía casi estaba viendo a las muchachas de mi infancia saltando a la comba y cantando sus canciones, con aquel sonsonete dulce que alegraba las calles.
¡Y cómo entiendo a Maripily!
Yo, que también soy alto, mas no empollón, he pasado por lo mismo en mis clases de baile.
Un abrazo.
Elías
Querida Berta:
Aunque Mercedes "la jefa" ya te ha contestado, no voy a prescindir yo de mi derecho de autora.
Primero: gracias por participar en este juego literario; segundo: "te has pasao de halagos", pero te los consiento porque todo está permitido en los dulces recuerdos de la infancia y tercero: tu análisis de dadores, saltadores, tareas impuestas (por género, tradición , educación etc) y rebelión al hacernos conscientes de la cruda realidad es impecable.
Hay que ver las vueltas que da la vida, tantas como la maroma en nuestra infancia. Un placer tenerte en ese blog y en este momento.
Un abrazo Á.
Hermosa entrada querida amiga , que recuerdos más bonitos de infancia, saltar a la comba en las plaza o en el recreo del colegio era uno de mis juegos preferidos de antes cuando era niña.
Gracias por tu visita y comentario querida amiga.
Un abrazo de MA.
Elías, MA:
Volver a la infancia, aunque sea de una manera tan sencilla, es una manera de conocernos mejor.
Gracias por vuestra visita y un abrazo Á.
Este cuento es real, ahora bien no sabemos quien era la niña alta y desgarbada o la gitanilla. Me dá que a la niña alta la conozco, de todas formas el cuento encierra una moraleja y es que hay quwe saber hacerlo todo, asi que podía haber puesto mas empeño en aprender a saltar que tampoco era tan dificil, pues yo tambien saltaba ea. Un saludo.
Me habeis hecho recordar aquellos tiempos de mi juventud,
os ha quedado un bonito blog.
que disfrutes el fin de semana.
un abrazo.
¡Qué arte tienes Ángel, contadora de historias humanas, sencillas, honestas!
Llegas con tus letras, llegas.
Besos tesoro.
Bueno curro: tampoco hay que saber hacer de todo que puede uno dar en loco. Me conformo con hacer bien lo que hago, que tampoco está mal.
Un abrazo y gracias por tu comentario Á.
Encantador relato, Ángeles, y estupendo el mensaje.
Cada quien estamos en la vida para desarrollar una actividad personal, única y gratificante para nosotros mismos, y cuando esto se cumple, nuestro ejemplo cunde y se expande, a no dudar.
Felicitaciones, amiga.
Besos.
Ricardo:
pero ¿es que ahora no eres joven?, que sí, que eso se lleva en el alma y tú no paras. Coge una soga y verás...
Un abrazo Á.
Amiga Rosa:
Gracias por tu presencia permanente y a ver si compras una cuerda para que aprendan a saltar Luna y su hermanita, que siendo dos ya sólo necesitan una persona más para saltar a la comba, por ejemplo su joven abuela.
Besos Á.
Liliana:
Casi todo lo que nos ocurre lleva encerrado su mensaje, sólo hay que saber mirar.
Gracias por tu presencia en este lugar, un abrazo Á.
Me has hecho retroceder a mi infancia, jugaba a esto y creo que lo hacía más que aceptable ¡jajaja!
El cuento demuestra, que aunque se sea mala o patosa en algo, hay cosas que si las hacemos bien.
Me ha gustado mucho el cuento...
Buen fin de semana
Abrazos
Verónica, me alegro de haberte hecho retroceder a la infancia durante un ratito y de los buenos recuerdos. Es verdad que hay cosas que se hacen bien y otras no.
Gracias por tu comentario y un abrazo Á.
Felicidades a la escritora.
Siempre es digno de recordar la infancia que cada quien vivió.
:)
Cuidate mucho.
Un abrazo.
Gracias Natalia, intentaremos cuidarnos.
Un abrazo Á
Un bonito cuento con el que uno se sumerge fácilmente en los recuerdos de la infancia. ¡Aquellos entrañables años! Y cuanto han cambiado las cosas.
Yo no jugaba a la comba –los niños normalmente no lo hacíamos -, pero me resulta fácil adaptarlo a mis circunstancias de entonces. Gracias compañera por abrir ese cajón con tanta sencillez y encanto.
Un abrazo.
Estsuve dudando asi poner "las niñas jugaban ala comba" o dejar el ¡género más indefinido, por aquello de no hacer un relato sexista, pero
al fin comprendí que verdaderamente, los chicos tenías otras diversiones. y mantuve el femenino.
Supongo que vosotros también tendríais al torpe y al listillo que lo ridiculizaba, en fin, todo es distinto ero todo se igual también.
Gracias por tu comentario, un abrazo Á.
Buena entrada. Aprovecho para saludar y dejar mi huella e invitaros a visitar mi blog.
Un saludo
Hola, Ángeles:
Cada uno tenemos nuestras propias habilidades y torpezas, somos malos en unas cosas y buenos en otras, lo importante es saberlo equilibrar.
El relato es muy bonito y me ha llevado a la niñez, por aquí el juego se llama "Saltar al lazo" y competíamos entre equipos conformado por niñas y niños.
Gracias por visitarme,
Abrazos.
Pues aquí el más torpe. Siempre el más torpe. Ni en bici sé montar.
Por suerte nosotros no saltábamos a la comba, ni jugábamos al cielo, ni a la goma... A la goma era peor, mucho más difícil...
Nosotros pegábamos patadas al balón... Unos pocos jugaban al fútbol.
O jugábamos al escondite...
Había estado leyendo ésto hace días y veía aquí mis carencias y torpezas.
Seguramente Maripily no aprendíó a llevar el ritmo y quizá la gitanilla aprendiese a sumar, pero es posible que no aprendiese a leer.
El equilibrio es difícil.
Un abrazo.
Gracias por tu visita.
Las mejores palabras se traducen, o convergen, en historias con un sabor especial.
Me gusta el epílogo, lo que precede a las últimas palabras. Me gusta recordar a mi hermana saltando la comba, y yo, mientras, pensando que sería incapaz de moverme-saltar así...
Felicidades
Mario
Yo podría haber sido Marypili, pero bajita.
Este relato es una delicia, Ángeles. El epílogo, genial.
Besos
Publicar un comentario