HABLEMOS DE LITERATURA, LO QUE NOS GUSTA A NOSOTROS

"MI PLANETA DE CHOCOLATE" DE MANUEL CORTÉS BLANCO

No conozco personalmente a Manuel Cortés Blanco, pero desde la primera vez que oí su voz por teléfono supe que hablaba con alguien especial. Además de un excelente médico (premio Ulysses a la investigación 2010) y un cuentista extraordinario, como a él le gusta que lo llamen (finalista del premio internacional Vivienda de Relato), su calidad humana está fuera de toda duda (tiene los derechos de autor cedidos a Aldeas Infantiles SOS). Yo no lo sabía cuando lo llamé hace unos meses para que me ayudara a organizar mis presentaciones en Zaragoza, a lo que accedió encantado, pero estaba hablando con alguien que aportaría mucho a mi vida, cosa difícil en los tiempos que corren. Algunos de vosotros ya conocéis algo de Manuel, porque la reseña de mi cuento “La caja mágica” está escrita por él y la tenéis dos entradas más abajo, Como habréis comprobado, además de todo lo que os he contado, ha realizado campañas de vacunación en países subdesarrollados. Todo un ser humano, sin más. Naturalmente, como soy una persona agradecida y curiosa, en cuanto lo “conocí” quise saber algo de su obra y me compré “Mi planeta de chocolate”, y de esto quiero hablaros hoy.

“Mi planeta de chocolate”, es un canto a la esperanza, a la fe en que todas las cosas buenas están a nuestro alcance. Es la historia de Benito, desde que es abandonado en una inclusa hasta que llega a la vejez; su viaje en el espacio y tiempo. No quiero desvelar el argumento, que es en sí mismo una aventura que se disfruta y de la que se aprende; pero no puedo dejar de contaros que está lleno de ternura, de frases sabias que son perlas desparramadas por toda la novela, de la documentación y, sobre todo, tengo que contaros que es de esos libros que hablan de niños que realmente hablan como niños. Tal vez por esto destila tanta ternura y llega directamente al corazón. No hay texto más decepcionante que aquel en el que los niños protagonistas parecen viejos. Hay que llevar un niño dentro para hablar como un niño, y ser muy inteligente para conseguir que el lector conecte con el corazón de los personajes. Dice Manuel de él mismo que tiene una pluma algo peculiar, pero yo añado que para nada complicada, muy al contrario, su texto fluye sin encontronazos, con un lenguaje muy cuidado y un ritmo suave y mantenido. Hay una frase que se repite en el libro que cobra un profundo sentido cuando lo lees: “Cuando tengas que elegir entre dos opciones, toma siempre la que tenga chocolate”. ¿No sentís curiosidad por saber por qué? Os adelanto, es un libro delicioso, como el chocolate.

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