viernes, 16 de septiembre de 2011

LOS DETALLES MARCAN LA DIFERENCIA




BECARIO A LA CANTONESA


Después del avión de Asturias-París, el de París-Hong kong, el tren a Kowloong, el taxi a la terminal de ferrys, el ferry a Zhongshan y el taxi al hotel por fin pude llegar y dormir en horizontal unas 4 horitas en el hotel. Pedazo de hotel… La cama es matrimonial, pero de matrimonio de 3, porque es enorme. También tiene SPA, piscina, sauna, jacuzzi, gimnasio, un chino que te abre la puerta a la calle cada vez que sales.

Pero nada tan delicado como el detalle del símbolo del hotel en la arena de los ceniceros las 24 horas del día. Obvia decir que hay una persona, quizá más, dedicada a retocar la arena y tamponar el icono cada vez que alguien accidentalmente (yo lo hice a propósito pero solo como comprobación científica) lo deshace con el cigarrillo.¿Cómo no?, hay testimonio gráfico de este pequeño detalle.





Desgracidamente lo del hotel se me va a acabar antes de lo previsto. Iba a quedarme 7 días viviendo en el lujo de lo grande y lo innecesario pero los chinos han hecho demasiado bien su trabajo y se termina el chollo en un día o a lo sumo dos. Me explico, Había un plazo de 7 días para buscarme un apartamento digno de ser habitable. Para nuestra sorpresa- la de mi jefe y la mía- nos han dicho que ya tienen la llave de uno. Nos hemos puesto a temblar pues no es muy famosa ni su diligencia  ni su gusto en la elección de vivienda para los visitantes (vamos, que las veces anteriores han gestionado unos cuchitriles de dar ganas de salir corriendo); pero como todo evoluciona y los chinos no se quedan atrás a lo mejor hay suerte. 

Texto y fotos Alejandro  Forascepi (fragmento).

jueves, 8 de septiembre de 2011

CUESTIÓN DE ESTILOS



1.
A punto de terminar la jornada laboral, Clara se sentía alegremente inquieta barruntando la inminencia de las vacaciones estivales. Este año había sido muy duro y necesitaba desconectar más que nunca pues, al esfuerzo del trabajo cotidiano, tenía que sumar las tensiones derivadas del proceso judicial incoado contra ella por su ex marido –después de 15 años divorciados, ¡maldito dinero! -Sus reflexiones se vieron interrumpidas por el agudo sonido del teléfono fijo. Desganada por el temor a que una urgencia de última hora retrasara su salida cogió el auricular. 

-Dígame –su tono serio traducía impaciencia.

-¿Estoy hablando con Clara Huerta?

-Sí, sí, al aparato, soy yo.

-Buenos días. Ponga  atención a lo que voy a decirle pues creo que le interesa. Se trata de  su ex marido –Respondió de inmediato un hombre de voz bien timbrada, con palabras correctas y educadas.

Al oír hablar del padre de sus hijos, el gesto de Clara se ensombreció y todos sus músculos se pusieron en tensión -¡No, por Dios, otra vez no!, ¿de qué se trata hoy?- pensó en silencio mientras esperaba ansiosamente a que su interlocutor continuara.

-No hay ninguna duda, tengo pruebas firmes de que es homosexual. Está haciendo daño  a mucha gente y sé que a usted también le ha perjudicado. Quiero ofrecerle mi ayuda para que no vuelva a ocurrir; cuente conmigo, estoy dispuesto a declarar donde haga falta –disparó el desconocido su discurso como una ametralladora, sin pausa, aceleradamente.

-Creo que se equivoca, seguramente ha habido un error y usted quiere hablar con otra persona -respondió temblorosa e incrédula, sin entender muy bien lo que estaba escuchando.

-No, no me equivoco, usted es Clara Huerta divorciada de Mario Fidalgo –replicó la voz, esta vez dolida y prepotente, para después seguir diciendo –Escúcheme bien. Por fin podemos terminar con sus malas artes, ya es hora de que ese malnacido deje de ir por ahí fastidiando impunemente. Reflexione, piénselo bien. Volveré a llamarla dentro de quince días –Y colgó bruscamente sin dejar espacio ni tiempo para ninguna pregunta o aclaración.

2.
Quedó bloqueada, no acababa de comprender y le costaba dar un sentido a lo que había oído. ¿Quién era el desconocido y qué datos tenía de su vida? ¿Qué motivos le inducían a hacer tan “generosa” propuesta? ¿Qué se ocultaba detrás del esperpéntico planteamiento? ¿Cómo se podía basar una amenaza en un delito que, ni legal ni socialmente, era considerado como tal? ¿A quién podría importar dicha información? ¿Qué tenían que ver sus desencuentros económicos con Mario con su orientación sexual?

Dándole muchas vueltas llegó a la conclusión de que su interlocutor, por razones que se le escapaban, albergaba un enorme resentimiento contra Mario y quería hundirle. Sabedor de que los últimos meses habían tenido confrontaciones importantes, quería usarla como aliada –en teoría ayudarla- con la excusa de haberle encontrado un punto débil, un arma para poder chantajearle y blindarse así contra posibles nuevas agresiones. Debía tratarse de alguien próximo a su círculo y seguramente a ella no la conocía; estaba bien informado del pleito sí, pero tuvo que localizarla en el trabajo, no en su teléfono privado.

Aún así, por más que se estrujaba el cerebro, seguía sin ver clara la fuerza del argumento esgrimido por el acusador, aunque había algo en sus palabras y en su tono que habían logrado transmitirle una desagradable sensación de gravedad e inmoralidad: como si detrás de las afirmaciones vertidas hubiera hechos terribles que de momento convenía reservar.

Daba igual, verdad o mentira, exagerado o realista, este no era su estilo. Si por desgracia, algún día su ex, de nuevo la volviese a atacar, emplearía siempre los medios que la ley pusiera a su alcance. Chantajes y amenazas no formaban parte de su manera de defenderse. De todas formas tenía que reconocer que la llamada le había dejado muy mal sabor de boca y pidió consejo a sus dos mejores amigos. Uno opinaba que no debía preocuparse pues, dada la poca coherencia del mensaje, el anónimo era sin duda un perturbado; el otro, mucho más práctico, aconsejaba dejarse querer y obtener toda la información posible: "información es poder". Ninguna de las dos propuestas le dio la calma que buscaba.

3.
A los pocos días del desagradable e incómodo incidente partió de vacaciones al Mediterráneo más azul. Mientras nadaba en las cálidas y transparentes aguas de Cala Turqueta su cerebro se iluminó –esa mágica luz- y halló la respuesta: sería ella misma quien llevara las riendas del asunto que le estaba quitando el sueño.

Nada más regresar escribió a su ex-marido un correo electrónico comunicándole que debía estar atento pues había alguien que quería perjudicarle. Le expuso con todo lujo de detalles la conversación telefónica y también su decisión: independientemente de la veracidad o no de la información, que por lo demás no le interesaba, podía estar seguro de que ella nunca contribuiría a difamar al padre de sus hijas ni a ponerlo en una situación remotamente embarazosa. Una cosa eran los pleitos matrimoniales y otra la mala fe y el mal estilo.  Con esta carta su conciencia quedó plácidamente tranquila, No esperaba respuesta.

Se equivocó pues a los pocos minutos, para su sorpresa, su misiva recibió contestación breve y clara: "En efecto, conozco a una persona bastante desequilibrada que está difundiendo esa calumnia totalmente falsa. Gracias por la información. Mario”

Con la seguridad de que nunca sabría a ciencia cierta toda la verdad de la espinosa historia, Clara dio el tema por zanjado con una gran sensación de alivio. El acusador de voz bien timbrada que había prometido llamar a los quince días, no volvió a molestarla.