jueves, 30 de septiembre de 2010

III jornadas literarias "ÁBRETE LIBRO"

Redacta esta entrada: Ángeles Hernández

Fotografía del díptico:elaboración propia.;-(

Los días 25 y 26 de septiembre de 2010 se han celebrado en el magnífico marco de “La Casa Encendida" de Madrid las III Jornadas Literarias ¡¡ÁBRETE LIBRO!!. Organizadas por el foro del mismo nombre.

Allí estuvimos por primera vez Mercedes Pinto y Ángeles Hernández  procedentes  de Málaga y Navalmoral , con ganas de pasar un par de días agradables, de conocer a personas ya conocidas por otros medios, de aprender, de estar juntas...

El programa era ambicioso, para nosotras algunos temas más atractivos que otros pero, después de llegar desde tan lejos, no queríamos perdernos ni una palabra que allí se dijera. Nos perdimos, sin embargo la " Mesa redonda de Cuentos"; el AVE no quiso hacer una excepción y no puso un tren especial para que pudiéramos llegar a tiempo. Manuel Blanco, uno de los ponentes, nos contaría más tarde que estaba muy contento con el resultado y la participación de los asistentes. Él leyó dos cuentos, uno propio y otro ajeno, y junto con los otros dos componentes de la mesa Juan Villalba y Eva Pérez supieron crear un clima especialmente agradable y encantador. Manuel, autor entre otros libros de “Mi planeta de Chocolate”, estaba acompañado por su mujer y su niño de tres meses, que reconociendo sin duda la voz contadora de todos los días, gorgojeaba en la sala mientras su papá leía.

Con la maleta en la mano (rodando) y el pelo descolocado, entramos en la segunda mesa: "Mesa redonda de Ciencia Ficción" cuando estaba terminando la exposición de Rafael Marín al que no debió hacer mucha gracia que interrumpiéramos de manera tan abrupta sus sabias palabras. Ambos ponentes  Rafael Marín y Miguel Aguilera, moderados por José Ángel Muriel representan hoy día la avanzadilla nacional en la literatura de Ciencia-Ficción y/o Fantástica. Juan Miguel Aguilera comentó la superposición de ambos términos y citó a “Frankenstein” de Mary Shelley como la primera obra de este particular género literario. Personalmente me recomendó leer “La red de Indra”, su último libro que trata sobre “agujeros negros”, aprovechando este fenómeno físico como sustrato para tratar asuntos relacionados con emociones y otros aspectos de nuestra sociedad. Rafael Marín comentó, entre otras muchas cosas, que la literatura de ciencia ficción tiene un lector muy especializado y concreto, al que hoy día es difícil sorprender. Su libro más actual, “Piel de fantasmas” es un compendio de cuentos que Juan Miguel me recomendó encarecidamente, a pesar de confesar mi escaso interés en este tipo de literatura.

Terminada la mañana de trabajo, comimos el plato del día, en un restaurante cercano, con más de cuarenta personas, todas ellas asistentes a las jornadas. Allí departimos amigablemente con escritores y lectores, contando y escuchando, que conversación no nos faltó.

"Mesa redonda de  "Traducción."

Por la tarde la “Mesa redonda de Traducción” fue un descubrimiento intenso y muy interesante. Moderados por Fedra Egea, traductora a su vez de clásicos franceses, tuvimos la ocasión de conocer un poco los entresijos de este mundo oculto y desconocido para casi todos. José María Faraldo es traductor al español de literatura escrita en polaco y ruso. Se trata del mayor especialista de la obra del escritor polaco Stnislav Lem (Solaris es su novela más conocida) denso y difícil ya en su propio idioma, al que ha sabido captar su esencia y traducir con una calidad extraordinaria. Pilar Adón traduce textos ingleses, entre otros de Joice y Henry James. Con ellos aprendimos que existen dos escuelas en esta tarea:
     - La francesa, partidaria de traducciones que intentan hacer comprensible el texto original y lo que el autor pretende transmitir, traduciendo frases, más que palabras, con el fin de adaptarlas lo mejor posible al idioma final, a su léxico y estructura, aún sacrificando en ocasiones la literalidad exacta del original. Se trataría más bien de una reelaboración de un texto, escrito en un idioma diferente a aquel en el que va a ser leído. En este tipo de traducción la pericia del traductor como conocedor del idioma de destino es muy importante.
     - La literal: donde se traducen lo más exactamente posible las palabras del idioma original, aunque algunos giros, costumbres o expresiones, no tengan correlación similar con el de destino.
La participación de los asistentes con preguntas y comentarios fue muy animada, agotándose las dos horas previstas casi sin que nos diéramos cuenta.

También cenamos acompañadas por un grupito, esta vez más reducido de componentes del foro ”Ábrete libro”, entre los que quiero destacar a Julia y Lucia, entusiastas organizadoras de este evento, a las que desde aquí quiero felicitar. Agotadas por tan intensa jornada, pero muy contentas nos retiramos temprano. La edad no perdona...

Mesa "Novela de Viajes"
 El domingo 26, empezamos a las 10,20 h. La mesa y los ponentes eran una de las principales atracciones de este año: la “Mesa redonda: Novela de viajes” con Santiago Morata, Salvador Navarro y el mismísimo Javier Reverte. Para no extenderme demasiado, pues fueron muchos los asuntos tratados por ponentes y público, me limitaré a concretar una idea:
         -El Libro de viajes, a diferencia de la guía de turismo, es aquél en el que el protagonista y autor, relata lo que siente al ponerse en contacto con el lugar de destino: sus colores, olores, personas, costumbres, gastronomía e incluso paisaje y monumentos. Esto desde el punto de vista específico de lo que se viene llamando “Libro de viajes“. También pueden recibir esta etiqueta, otras obras en las que el viaje no es el tema esencial sino que, o bien se utiliza como pretexto para contar una historia o bien se trata de una novela en la que los hechos van acompañados de una descripción meticulosa y atractiva del lugar en el que suceden: Como ejemplos de esto último tenemos “El Quijote”, “La Odisea”, “La sombra del Faraón” de Santiago Morata, “Ulyses” de Joyce, o “ No te supe perder” de Salvador Navarro uno de los componentes de la mesa que recomendó encarecidamente a los presentes la obra de Reverte: “Dios el diablo y la aventura”.
La mesa, como todas, nos supo a poco debido al interesante diálogo que se estableció entre los del estrado y los del patio.

Tan intensa actividad intelectual y emocional tuvo su merecido premio con un vino español/café, que en la terraza soleada de “la Casa Encendida” nos fue ofrecida por la organización, favoreciendo aún más ( ya sabemos que todo se facilita alrededor de una mesa) el encuentro -yo por ejemplo aproveché para darle el CV de mi hijo a un ingeniero industrial que además escribe novelas-; madre no hay más que una.
Mesa Redonda "Novela de Intriga"
Y ya llegamos a la cuarta y última ponencia. La más difícil de organizar, la que tuvo a Julia y Lucía en un ¡Ay! hasta última hora, la que nunca debió de llamarse  "Mesa redonda: Novela de Intriga” para no hacer honor a su nombre y no crear tanta incertidumbre acerca de la presencia o ausencia de los ponentes invitados. Los que figuraban  en el programa inicial no pudieron acudir a la cita por problemas familiares y de salud, y a última hora hubo que echar manos de autores tan versátiles, entretenidos y sin embargo buenos escritores, como Jerónimo Tristante creador del detective Victor Ros y Jorge Díaz, guionista de la intrigante serie televisiva “Hospital Central”, y novelista, moderados por Javier Oliva que ejerció su papel prudente y discretamente para no quitar espacio a los invitados protagonistas. Tuvimos ocasión de charlar con él largo y tendido en el café de la tarde y desde aquí le envío un afectuoso saludo.
        Intriga, según el diccionario de la RAE es el manejo cauteloso…o bien la espera impaciente, ansiosa…por la resolución de una pregunta; es decir que, desde este punto de vista, podemos decir que casi todas las novelas tienen intriga, pues siempre vamos a querer conocer qué es lo que va a ocurrir en la historia que estamos leyendo. De esa manera logra el escritor mantener al lector atento hasta el final, e incluso a las posibles nuevas aventuras que sus personajes vivirán, en el caso nada improbable de que se proyecten sucesivas entregas.
Específicamente se habla de “Novela de Intriga” cuando se trata, fundamentalmente y como eje principal, de la resolución de un enigma, relacionado con un crimen más o menos explícito, o cualquier otro motivo que genere la búsqueda de una solución concreta. Existen múltiples tratados explicando la técnica para que una novela de intriga consiga su objetivo: mantener la atención expectante del lector desde el principio al fin, que en resumen son:
         1. La existencia a priori de una buena idea que esté bien elaborada.
         2. La creación de unos personajes con un perfil claramente definido, que justifique su manera de actuar y por qué hacen lo que hacen.
         3. Un final bien hilado, no necesariamente feliz, que responda claramente al suceso que se plantea, en el que todo cuadre, con los propios recursos que a los largo de la trama vayan apareciendo.
Se habló también de la novela negra, como subtipo en el que está implícita la denuncia social, del fenómeno editorial generado con la trilogía Millenium, de los personajes que cobran vida propia y pueden obligar al autor a modificar sus proyectos iniciales, de la importancia de una trama bien estructurada en la que el autor sepa desde el principio de donde parte y a dónde quiere llegar, de...

Y así, hasta agotar y sobrepasar el horario previsto para el desarrollo de esta mesa redonda, en la que los ponentes de última hora, consiguieron transmitir sus inquietudes como autores y crear un clima nada intrigante pero sí ingenioso, entretenido y de gran interés y calidad. Lástima que el tiempo fuera tan breve.

Comimos con Jero, Jorge y Javier (ponentes), con organizadores, y con otros participantes del foro “ábrete libro” en un coqueto restaurante del barrio de Lavapiés donde, por no variar, continuamos la conversación y el intercambio de información.

Las despedidas, el brindis, los proyectos para el próximo año, la sensación de un fin de semana especialmente pleno y amistoso, nos tuvieron ocupadas hasta la hora en la que el AVE, que no espera a nadie, debía recoger a Mercedes para su regreso al hogar y a su inmersión en la novela que en estos momentos le tiene sorbido el seso. Su compañera de aventuras, o sea la que les habla, regresó al pueblo en su utilitario a través de la N-V. El solitario viaje  me habría de servir para reflexionar sobre todo lo que, en las últimas cuarenta y ocho horas, había aprendido y disfrutado y tener las ideas muy claras acerca de lo difícil que le resulta en estos momentos, a un autor desconocido, que su obra vea la luz y sea expuesta en las librerías.

Mi más profunda admiración para todos los que dedican su tiempo y energías a escribir, terminar una novela, e intentar por todos los medios a su alcance que sea publicada y leída.

martes, 28 de septiembre de 2010

El anciano y el rugby


Entrada escrita por Ángeles Hernández



Crédito fotográfico: Ángeles Hernández
                                            
El anciano se llamaba José e iba acompañado por su hija. Entró en la consulta despacio, desganado, el brazo izquierdo flexionado blandamente, mientras arrastraba con poco esmero la pierna del mismo lado, como queriéndola dejar pegada al suelo para no avanzar. En su rostro no había ni un solo indicio que mostrara alegría o simplemente sosiego: ceño fruncido, profundos surcos verticales en su anguloso rostro, comisuras hacía abajo, mirada huidiza, opaca y fija en el vacío, eran su manera de expresar sin palabras, la tristeza, el hastío y el cansancio que desde hacía menos de un año se habían apoderado de su vida.

Pocos meses atrás, casi con la misma edad de hoy, nadie hubiera calificado de "anciano" a la persona ágil, jovial, vital, aguda e inteligente que José representaba; su rasgo más característico era la  enorme sonrisa que, iluminando su cara,  llegaba a todos los que le conocían. Y así fue hasta que un mal día, súbitamente, un trombo maldito dejó sin riego la mitad de su cerebro y sin función la mitad izquierda de su cuerpo. Con enorme esfuerzo consiguió mejorar, pero  él sabía  que ya nunca volvería a recuperarse del todo.

-Buenos días, José -,le saludo muy cortés el terapeuta -¿qué le trae por aquí?
-Ésta, que se ha empeñado -susurró para su camisa el interrogado, señalando a su primogénita.
-Quiero decir que por qué ha venido usted a este lugar -volvió a insistir el profesional, un hombre de mediana edad y aspecto bonancible que, con cordialidad no fingida, le animaba a responder.
-¿Y yo qué sé? -dijo José con un gruñido, sin apartar la vista del suelo.
-A ver; vamos a ver si nos podemos entender. Se lo pregunto de otra forma, ¿qué es lo que le pasa?, ¿cómo se encuentra?
-Mal, fatal, me encuentro muy mal.
-O sea que mal… ¿Le duele algo? –El psicólogo iba recogiendo sus respuestas para poder enhebrar un atisbo de conversación.
- No. No tengo dolores, simplemente soy un inútil ¿le parece poco? Desde que me dio el ataque no puedo valerme de esta mano; además la pierna tan floja me impide moverme con facilidad y tampoco puedo conducir. ¿Cómo voy a estar si no puedo hacer nada? –Esta vez José se excedió en su habitualmente escaso lenguaje y la charla pudo proseguir:
-Pero usted andar, anda ¿no? .
-Para lo que me sirve… Sigo siendo un inválido y ya nunca podré volver a hacer  lo que me gustaba.
-¿Nada? ¿Ni siquiera leer, ver la tele, dar un paseo con los amigos?...
-Nada. Tengo la cabeza como vana, vacía y no aguanto un libro ni dos minutos. Con lo que me gustaba leer…
-¿Entonces ahora tampoco lee?, eso no se lo impiden ni la pierna ni la mano.
-Tampoco. Me canso, me aburre y no lo soporto.

El psicólogo insistía e insistía en su afán por encontrar un mínimo motivo que pudiera suscitar el interés del anciano. Sin darse por vencido, con suma paciencia y gesto  agradable prosiguió:

-A ver José, dígame algo que le gustaría hacer en estos momentos -La respuesta no se hizo esperar.
-Mover la mano y la pierna sin dificultad, como antes.
-Algo más -El profesional no iba tirar la toalla tan pronto.
-Bueno, si tengo que seguir así, lo único que me apetece es estar  todo el día echado en la cama, para amodorrarme  y no pensar; no se me ocurre otra cosa -respondió el enfermo con gesto de displicencia, harto ya de la conversación absurda que parecía no conducirle a ninguna parte.
-Pero ¿de qué está cansado, si no hace nada?
-De todo, de la vida que llevo, de aguantar a mi mujer que cada día está peor de la cabeza,  de dar tanto trabajo a los demás, de tener que pedir ayuda… Así, la verdad, no me merece la pena seguir viviendo. Total ¿para qué? Si viera usted como está mi campo este año. Era la envidia de los vecinos, lleno de flores, con el césped siempre verde, ¡qué bien lo pasaban allí los hijos, y sobre todo los nietos! Y todo lo hacía yo solo, con estas manos, la buena y la otra, la que ahora está tonta y no me responde.
-¿No hay nadie que pueda ayudarle?
-Sí, algunos de los chicos  lo intentan, pero no lo hacen como yo. Además, ellos tienen sus ocupaciones, bastante aguantan  con llevar casi un año cuidándonos a su madre y a mí. Encima eso, inútil yo, inútil mi mujer, ¿es esto  vida para una persona? ¿Cómo quieren que esté  contento con este panorama? –José estaba enfadándose, su débil voz adquiría por momentos un tono desagradable.
-Pero sus hijos le tratan bien ¿no? Le cuidan, le  echan una mano. Debería estar muy orgulloso de lo bien que les ha educado.
-¿Y de qué les sirve? Ninguno va a devolverme lo que he perdido.
-Claro, claro. Eso es verdad, lo que ha perdido probablemente no vuelva a recuperarlo, al menos no como usted quisiera. Pero ¿realmente cree que no hay algo que pueda merecerle la pena?
-No -Fue la respuesta tajante y escueta de José.
-…
-Bueno...El otro día estuvo mi nieto, Pelayo que acaba de terminar ingeniería, con la segadora y las otras herramientas...
-¿Y…?
-Ese sí que trabaja como a mí me gusta. ¡Vaya tío!, debería verle. Es jugador de rugby. Tiene unos brazos y unas piernas...está hecho un toro, y con una fuerza que sólo con una mano me levantó en volandas. En un par de días dejó la parcela  arreglada, no paró. Anda que no hemos pasado buenos ratos juntos, ya me ayudaba cuando  era bien pequeño.  Si supiera usted lo que me dijo el otro día... -El viejo empezaba a animarse y, mientras  hablaba  de su nieto, sus profundas arrugas parecían irse difuminando lévemente.
-Cuente, cuente. ¿Qué le dijo Pelayo? -le invitaron continuar.
-Me dijo: "Abuelo, eres para mí un ejemplo, el que yo quiero seguir para mi vida. Me gustaría llegar a ser como tú" –confesó José con humildad, como si no acabara de creerlo del todo.
-Pero ¿Pelayo le vio como está hoy?,  tan triste y tan  negativo –tiró un poco de la cuerda el hábil entrevistador.
-No creo, sólo ha pasado unos días por aquí este verano, tenía que estudiar. Supongo que cuando estaba  trabajando a mi lado yo no  estaría  de tan mal humor.
-Entonces, ¿a qué ejemplo se refería el jugador de rugby? No parece que le diera demasiada importancia al hecho de que ahora usted no fuera capaz de usar los aperos.
-... -José no respondió pero sus ojos brillaron  durante unos instantes.
-Estoy seguro de que a él no le dijo que no le merecía la pena  seguir viviendo.
-No, no se lo dije.
-¿Qué opina usted del ejemplo que todavía puede dar aunque ya no pueda segar? ¿Va a negar a sus nietos esa energía y esa riqueza espiritual que pocos pueden recibir?
-Según lo cuenta usted Doctor suena bien; a lo mejor tiene razón y todavía puedo servir para algo, no se me había ocurrido verlo de esta manera –José hablaba pausadamente, sin demasiado entusiasmo pero en su rostro, casi imperceptiblemente, iba empezando  a desaparecer el gesto de profunda amargura con el que entrara en el despacho.
-¿Cuántos nietos tiene?
- Ocho. Ocho tesoros: el pequeño de cinco años y la mayor de treinta, todos listos y guapos, como sus padres. Los mayores, los que me conocieron en mis buenos tiempos, me quieren muchísimo. Los pequeños… -No continuó la frase.
-Bueno, creo  que  hoy ya hemos hablado bastante, no le voy a cansar más ¿Qué le parece si continuamos la conversación otro día?


Apoyado en su muleta, José volvió a salir por donde había entrado, el paso algo más seguro y levantando el pie del suelo con cierta soltura. Su hija, que esperaba en la sala,  le preguntó:

-¿Qué tal papá?, ¿cómo te ha ido? 
-No sé, ya veremos, a ver si éste no es uno más. Tengo que volver dentro de unos días -José no dio más explicaciones, ni tampoco se las pidieron.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Energía


Entrada publicada por Jose C.




Imagen obtenida de Internet









Cuando piensas y observas la vida, la naturaleza, la creación, la existencia, etc., inevitablemente te cruzas constantemente con la energía. Estamos tan acostumbrados a ella que si pasas con tu pensamiento por las cosas demasiado deprisa es fácil no advertir su constante y fundamental presencia. Cuando nos alimentamos, usamos un medio de transporte, encendemos una lámpara, etc., sabemos que estamos haciendo uso de ella pero, por supuesto no nos paramos a pensarlo cada vez que ejecutamos alguno de estos cotidianos actos. Si le prestas un poco de atención recordarás que es algo maravilloso que descubriste cuando la conciencia se empezó a manifestar en ti, resultando después muy interesante apreciar su universal radio de acción, como fluye a través de todo, su gran diversidad de formas y los efectos que produce en todo lo existente. La energía es a nivel práctico la herramienta por excelencia para la creación y dependiendo de la manera de usarla, los resultados son variados. Según del nivel de conciencia, cada ser puede hacer uso de ella como crea conveniente, lo cual, en el caso del ser humano, hace posible el libre albedrío. No creo que con mi exposición sobre este tema os vaya a revelar nada nuevo, pero precisamente por su cualidad de cotidianidad creo que merece la pena darle un repaso y observar como influye en todo y así quizás cada uno pueda hacer sus particulares descubrimientos y/o recordatorios, sobre todo en el plano etéreo.

Por ejemplo, para hacer ejercicio físico se requiere energía que proviene de la alimentación del cuerpo físico, pero ¿a dónde va esta energía? Se acumula en los tejidos del cuerpo físico dándole fortaleza, consistencia y formas saludables. Pero se transforma también en una forma de energía no perceptible por los sentidos físicos que se manifiesta en la mente: sensación de relajación, vitalidad, cierta forma de poder. Y esta segunda forma de energía –al igual que la primera en su plano- nos permite hacer nuevas cosas que con anterioridad a la práctica del ejercicio no nos sentíamos capaces de hacer. Por tanto, conforme aumenta nuestro nivel de energía lo hace también nuestro poder y nuestra libertad.

Al tener una relación sexual “sana” se experimenta un flujo de energía muy especial que también se produce con otras actividades compartidas amorosamente. Es curioso como de tal acto -el sexual, llamémosle “sano”- se produce un excepcional aumento de energía en los que participan y esta energía se manifiesta en lo mental -por no hablar ya de lo espiritual- posibilitando nuevas capacidades y perspectivas sobre la vida más elevadas que antes del acto. ¿Pero de donde proviene esta energía? Lógicamente, si se está bien alimentado será más fácil encontrar este gratificante efecto –de ahí la importancia de cenar o almorzar bien antes- pero no toda la energía resultante proviene de lo físico, pues es evidente que hay un aporte extra y bastante potente que seria de tipo ¿espiritual, de conciencia……? No se, pero el caso es que existe.

En el caso de una relación con satisfacción unilateral hay una parte receptora –la beneficiada- y otra que cede su energía, quedando esta última sumida en una profunda decepción, con sus consecuentes emociones.

El aporte energético que nos proporciona el contacto con la naturaleza -que no se aprecia en la ciudad- sería otra variedad de flujo energético. No se si es posible calcular como esto afecta a las emociones positivas que se ven mermadas en ausencia de la naturaleza y su harmonioso funcionamiento, pero se puede entender que la Tierra en su estado natural funciona como un ser que es muy capaz de aportar energía mas allá de la que somos capaces de extraerle mediante las tecnologías que hemos inventado.

Hay por tanto una forma de energía que precisa un cedente y un receptor, igual que en la relación entre un huésped y un parásito, y otra forma en la que varios seres suman sus energías, obteniéndose un beneficio para todos. En este segundo caso no sale la cuenta, porque la energía resultante es mucho mayor en cuanto que esta salió de la suma de energías inferiores de ellos mismos; es decir, en el caso de dos participantes 1+1 debería sumar dos y sin embrago, suponiendo que cada uno haya doblado esa energía el resultado total sería 4; 4 de ahora – 2 de antes = 2 ¿De donde sale esta diferencia? No se, pero esto es realmente fantástico.


La forma de vida de cada cual depende de cómo canalice la energía compartida con su entorno y con qué propósito. Evidentemente no todos tenemos las mismas preferencias con respecto a la manera de hacer fluir la energía. Entre aquellos que solo saben utilizarla en el modo parásito – huésped y los que procuran unir energías para obtener la maravillosa multiplicación que a todos beneficia extraordinariamente, hay un amplísimo abanico. De todo este abanico me llama especialmente la atención la posición de la clase gobernante y sus lacayos, que nos suele demostrar de forma magistral como sustraer energía de millones de seres con consentimiento de estos o sin él. Como resultado de esta relación, los receptores de energía obtienen una posición prominente que les debe aportar una magnífica energía, a juzgar –y perdón por la expresión- por el tremendo interés que manifiestan por conseguirla.


Y aquí lo dejo ya por hoy, no vaya a ser que tenga exceso de energía y suelte todo lo que me queda en el coco, quedándome si material para próximas entradas.

Muchas gracias a tod@s, en especial a aquellos que se hayan desprendido de la energía suficiente para leer la entrada completa.

Abrazos.







contador

lunes, 20 de septiembre de 2010

Quinito el gitanillo




Entrada de Mercedes Pinto

A raíz de los últimos acontecimientos relacionados con los gitanos, sin entrar en cuestiones políticas, de las que ni entiendo ni quiero entender, he extraído una escena de una de mis novelas en la que, tal vez de una forma un poco simple, ilustro cómo desde pequeños somos adoctrinados en el racismo. Es una conversación entre niños, nada profunda y con un lenguaje muy básico y ligero, propio de chiquillos de seis a ocho años, pero inocente y directo.



Por supuesto, pienso que nada de lo que hay bajo el cielo pertenece a persona alguna, y por tanto nadie tiene derecho a decidir quién puede o no vivir aquí o allí. Si de algo debemos defendernos es de la maldad, que, por supuesto, no pertenece a etnia o raza alguna; ¡Ojalá fuera tan fácil y los rasgos físicos nos alertaran de que estamos ante un malhechor!


Fragmento extraído de “Estela”:


A unos trescientos metros de la calle donde vivían, en una zona olvidada del barrio, había un pequeño asentamiento gitano. A pesar de que estaba relativamente cerca del mundo (la vega, la antigua carretera, el colegio de las Agustinas, la calle de Estela y el mismo barrio), era como si no existiera, como si fuera un gran agujero que todo el mundo evitara por temor a ser tragado. También sus escasos doscientos habitantes eludían perturbar el mundo circundante. Los niños tenían prohibido acercarse allí, y claro, esto estimulaba su efervescente imaginación y se inventaban mil historias para explicar la existencia de aquel inaccesible y misterioso mundo. Estaban convencidos de que era justo en aquel lugar donde habitaban todos los monstruos de cuentos e historias que habían escuchado de sus mayores. En alguna parte tenían que vivir, ¿no?


Hacía una tarde de primavera especialmente ventosa y se habían refugiado en la choza, a la espera de que el viento les concediera una tregua. En aquel momento, se encontraban siete, tres de ellos no eran de la pandilla, pero el Canijo había sido compasivo, teniendo en cuenta lo intempestivo del tiempo, y les permitió subir. Todos alrededor de la mesa aportaban sus opiniones:


—Una vez pasé muy cerca y los vi, yo creo que casi todos son niños. Fue este invierno. Parecían viejos chicos, muy despeinados y sucios. No llevaban zapatos y jugaban en los charcos como si no tuvieran frío —aportó Falín.


—Mi hermano les lleva algunas veces la leche que nos sobra en la vaquería, pero nunca me deja acompañarlo. Estoy seguro de que allí no hay vacas y por eso son tan pobres —dijo el Canijo.


—Y no van al colegio, a lo mejor no tienen madre —habló Mamen.


—Yo creo que tienen una enfermedad muy contagiosa. Una vez oí contar a mi padre que hay un país donde a los enfermos contagiosos se los llevan fuera de la ciudad para que no les peguen su enfermedad a los demás. Por eso no van al colegio ni pueden salir de sus chabolas —dijo Silvia.


—Pues yo, una vez que vine con mi madre de casa de mi tía, que vive muy cerca de las chabolas, y era muy de noche, vi que había mucha gente alrededor de un fuego muy grande. Mi madre y yo pasamos mucho miedo y tuvimos que cruzar la explanada muy corriendo —apostilló la Pitu.


—Seguro que hacen fuego para echar a los enfermos que mueren —aclaró Silvia muy orgullosa de haber llegado a una conclusión que corroboraba su versión.


Estela escuchaba muy atenta sin decir palabra.


—En el otro lado de la autovía viven muchos más, pero esos me parece que no son tan contagiosos, porque mi madre dice que muchos de ellos venden en el mercadillo de la plaza, y ella les compra fruta y verdura, y el otro día le compró a uno media docena de calzoncillos para mí, y mi madre nunca dejaría que me pusiera unos calzoncillos de un enfermo contagioso —habló de nuevo Falín.


—Pues yo creo que esos también son contagiosos, porque algunos vendedores tienen pupas —dijo Pedrito, el hermano de Falín, que no tenía más de seis años.


—¡No es verdad! —gritó Estela—. Son niños como nosotros. —Se dio cuenta de que se había pasado y bajo el tono avergonzada.


—¿Y tú qué sabes? —preguntó Falín incrédulo.


—Lo sé. Están sucios porque no tienen cuarto de baño, sólo tienen un grifo muy grande para todos.


—¡Venga! ¡Qué tontería! ¿Un grifo para todos? —exclamó la Pitu, la más pija.


—Y encienden fuego porque no tienen luz, para hacer la comida y calentarse; pero no están enfermos, son mucho más fuertes que nosotros, ni siquiera van al médico, porque no lo necesitan. —Todos la escuchaban boquiabiertos, atónitos, aunque les había robado de un plumazo todo el esfuerzo imaginativo que habían puesto en otorgar misterio a la trama; la seguridad de sus afirmaciones les había impresionado—. Por eso pueden caminar sin zapatos, porque nunca se hacen sangre y tienen las plantas de los pies como unas suelas. También viven con ellos personas mayores, no están solos y…


—¿Quién te lo ha contado? —preguntó el Canijo.


—Conozco a uno, se llama Quinito. Es de nuestra edad… Lo he visto algunas veces al salir del colegio en el descampado y he hablado con él. Dice que está viviendo en las chabolas con sus abuelos y su hermana pequeña hasta que vuelvan sus padres. Me ha contado un montón de secretos sobre su familia y…


—No me lo creo —intervino Mamen.


—¡Es verdad! Os digo que es verdad.


—¿Qué secretos te ha contado? —preguntó Falín.


—Dice que antes vivían en otra ciudad, muy lejos de aquí; que sus padres los dejaron con los abuelos para irse a trabajar en un circo; que su padre es domador de leones y su madre hace cosas muy difíciles sobre un columpio que está muy alto…


—¡Hala! —exclamó Pedrito.


—Dice que él no es pobre y que sus padres viven en una casa muy bonita, llena de cosas como las nuestras, pero con ruedas, como un camión gigante; y que su padre le prometió cuando se marchó que volverían a recogerlos a su hermana y a él. Quinito cree que seguramente ya habrán vuelto a por ellos, pero que no los habrán encontrado porque no saben dónde están, que una gente muy mala los echó de la otra ciudad donde vivían y, claro, si sus padres han ido allí a buscarlos… Pasa mucho tiempo recogiendo chatarra para venderla y que su abuela pueda comprar comida. Cuando termina su trabajo se sienta al otro lado de la autovía a esperar a su padre, porque está seguro de que lo está buscando y muy pronto pasará por allí y él lo verá, porque su casa tiene el dibujo de un gran león pintado y él lo verá pasar seguro.


—Entonces ¿no va al colegio? —preguntó el Canijo.


—No, como tiene que trabajar…


—¡Qué suerte!


—Pues yo prefiero ir al colegio y aprender que estar todo el día buscando chatarra entre la basura, ¡qué asco! —exclamó la Pitu—. ¡¿No sabe leer ni escribir?!


—¡Jo!, sí que tiene suerte. A mí, cuando sea mayor, me gustaría ser domador de leones, he visto a uno en la tele y es un trabajo muy chuli —dijo Pedrito.


—Tú quieres ser de todo, ayer querías ser bombero —protestó el hermano mayor de Pedrito.


—Pues sí, ¿qué pasa?


—Yo he estado en su casa —volvió a hablar Esti; su historia estaba causando tal expectación que no se resistió a contar lo inconfesable.


—¡Esti! ¿Has estado en las chabolas? Como se enteren tus padres verás —le recordó Mamen.


—No-pa-sa-na-da, se lo he dicho a mi abuelo.







contador

viernes, 17 de septiembre de 2010

"Ha venido un ángel"

Entrada publicada por Ángeles Hernández


Crédito fotográfico: Ángeles Hernández
                             

       Llevo varios meses en otro lugar. Quiero volver a casa de una vez por todas y que mi hija, que se llama igual que una loca que anda por aquí, pero que yo sé que no es mi hija, sino otra con el mismo nombre que ¡Dios sabe qué querrá!, vuelva a visitarme y a comerse esas bolitas doradas por fuera y blancas por dentro…¿cómo se llaman? , sí hombre, ésas que hay que freír en un líquido espeso muy caliente… que tanto le gustaban. Que venga la que yo parí y se vaya esta tonta que me tiene hasta las narices con tantas pastillas, metiéndome en un tubo para que me vean la cabeza, y que mañana me quiere llevar a la capital  a no se qué especialista.  No pienso ir, ya estoy harta, que vaya ella. 

       Porque ahora me tienen en un piso grande donde no encuentro nada, en el que las cosas desaparecen -seguro que me las quitan las que vienen a lavar a mi marido y a pasearlo-. Aunque, bien pensado, el anciano que vive conmigo tampoco debe ser mi hombre; el mío es fuerte como los árboles duros que había en mi pueblo y sonríe constantemente. Éste, que se le parece un poco (calvo, con nariz griega), y que se pasa el día sentado y mirando al suelo, no tiene nada que ver con el que me casé.

       Ayer sí, ayer estuve en mi hogar. Vino un chico muy simpático a cenar –pobrecillo, si aquí ahora ya no hay comida, debió irse muerto de hambre- . Seguramente porque la mesa estaba casi vacía, se dedicó a pasear por todas las habitaciones y me llamó para preguntarme por los cientos de cuadros que hay colgados de las paredes. Y eran los míos, los que pinté a los catorce años en el colegio de las monjas, cuando le dijeron a mi padre que se me daba bien el dibujo y que sería bueno que me apuntara –pagando- al taller de pintura: los cartones a carboncillo y pastel con barcas en el río y cielos tristes, los de flores de colores y el grande, el que tiene dos niños con un un burrito, enmarcado por una greca que también hice yo misma. Reconocí otros más modernos que compuse cuando nos vinimos a vivir aquí y, ya de casada, recuperé la afición: mis bodegones de frutas, perdices, conejos, jarras de vino y pan antiguo; los paisajes enormes para llenar la pared y el de los ciervos saltando que siempre fue el preferido de mi marido. Ese joven y yo los miramos todos, uno a uno. Su interés al preguntar detalles, su mirada encandilada por la finura de las composiciones y los alegres colores, me devolvieron a mi ser. Volví a sentirme contenta, dicharachera, simpática, espabilada y no paraba de contarle, sin ninguna dificultad para encontrar las palabras adecuadas, los porqués, cuándos o cómos de cada una de mis pinturas. No sé cuánto tiempo estuvimos disfrutando del recorrido, pero su entusiasmo por lo que un día estas manos fueron capaces de hacer y esta cabeza capaz de concebir, me devolvieron al lugar en el que siempre he querido estar: mi hogar durante cincuenta años, en el que nacieron mis hijos, en el que los educamos, en el que mi marido, que era nuestro sosten, trabajaba mucho mucho mientras le esperaba pintando, cocinando o cosiendo, en el que fuimos felices y yo era la reina de las croquetas. Pero el chico simpático y con ojos muy abiertos se fue, y sin su sonrisa acogedora vuelvo a estar perdida. 

         De nuevo no soy yo, otra persona más torpe, a la que no le salen las palabras ni conoce a nadie de los que la acompañan, ocupa mi ser. ¿Dónde me habré ido? Sigo con la esperanza de que el milagro, en el  que alguien miró mis pinturas y se interesó verdaderamente por ellas, pueda volver a suceder. A ver si esta vez ya es para siempre y empiezo a ocuparme de mí misma y de los míos; pero de los míos de verdad, no de esos fantoches que me rodean, que no me entienden y a los que no entiendo.

      Por cierto, ¿cómo llegaría hasta aquí? ¿Cómo llegaría hasta mí? Mejor no tratar de investigar. ¿Para qué si al fin y al cabo ni soy nadie ni lo son ninguna de las personas y cosas que me acompañan en este lugar que tampoco es nada? ¿Será que ya estoy muerta? Muerta, o al menos desaparecida, está la que lleva mi nombre, en la que no me reconozco. De todas formas, me hace ilusión pensar que ayer Dios me hizo un regalo y durante unas horas me envió a un ángel. Un ángel disfrazado de hombre que, con la mirada de sus ojos abiertos como platos y el entusiasmo de su atención, me hizo volverá ser YO. Puestos a elucubrar ¿por qué no? Mi teoría es tan válida como cualquier otra y a mí me hace feliz. 

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Recomenzamos

Entrada de Mercedes Pinto



Queridos seguidores, la mayoría ya amigos, comienza para mí un nuevo curso bloguero que afronto con entusiasmo y entrega. En esta nueva andadura habrá algunos cambios en esta casa, que seguro serán de vuestro agrado: ahora seremos tres: Ángeles Hernández, a quien ya conocéis por su colaboración en “Morir buscando la belleza” y acertados comentarios en este blog; José Carlos, de cuyos textos lleváis dos meses disfrutando y que muchos comentáis con interés, y una servidora, que seguiré la misma línea literaria de siempre. Los post de los tres serán rotativos y colgados, más o menos, cada cuatro días para que tengáis tiempo suficiente de comentar y a su vez nosotros podamos contestaros sin premura. Naturalmente, también os visitaremos siempre que nos sea posible. Un abrazo de vuestra amiga Mercedes Pinto.
Os dejo con ellos:



Queridas y queridos todas y todos: Soy Ángeles Hernández, lectora empedernida desde siempre  y aficionada a escribir desde hace poco. Conozco a Mercedes Pinto gracias a este blog, donde empecé a  participar como comentarista en febrero de 2010, cuando su novela por entregas: "Maldita", iniciaba su andadura. Me ha propuesto que colabore con ella y con José Carlos publicando relatos  en "Pienso luego escribo". Para mí es un honor doblemente agradable: primero por la confianza que me otorgan y segundo porque esto es una prueba más, de que  las nuevas tecnologías pueden ser  una manera estupenda de aprender y de conocerse. Continuaremos en contacto. Gracias también a vosotros, lectores, motivo principal de que algunos hayamos decidido arriesgar estos textos. Un fuerte abrazo de Ángeles.

Hola a tod@s, soy Jose C., el que os lleva casi todo el verano dando la tabarra cada vez que se me ocurre compartir alguna de mis inquietudes. Para mí es un auténtico placer colaborar en este excelente blog que es seguido por tantos y tan fascinantes lectores y bueno, si se me permite, seguiré en mi línea colaborando con Ángeles y Mercedes durante este nuevo curso, que espero disfrutemos tod@s.


Abrazos para tod@s.

sábado, 11 de septiembre de 2010

El preciado oro

Entrada publicada por Jose C.



Imagen extraída de http://bullspreadblog.blogspot.com/


Navegando esta noche entre documentación histórica, me he encontrado de pasada con el preciado mineral, y por una curiosa inspiración me he preguntado por el auténtico valor del oro, es decir, para qué sirve.
Pues bien, después de buscar un rato he encontrado cosas que ya sabia, como que a los deportistas les gusta mucho ganar la copa de oro, igual que a los clérigos les gusta mucho beber “La Sangre de Cristo” en ella, que a muchísima gente le gusta lucir joyas de oro –y si además tienen diamantes, que tampoco se bien su utilidad, mejor aún- que también a muchísima gente le gusta tener en su poder cuanta más cantidad de oro mejor, y de lo más interesante: que los estados procuran tener sus reservas de oro bien repletas, igual que la gente. Bueno, también es verdad que se utiliza como moneda de cambio para pagar bienes, servicios e ideas y por eso el dinero de un país suele estar respaldado por la cantidad de oro almacenado en ………, a saber donde lo tienen! ¿Y esto por que?
Pero realmente, lo que es utilidad para cubrir necesidades reales de los humanos, la verdad, no he encontrado mucha. De hecho, no parece haber mejor explicación a su magnífico valor que el cumplimiento de una ley de mercado – o marketing- que dice que un bien es preciado en función de su -relativa- escasez ya que esto le da un valor de exclusividad, es decir, al alcance de unos pocos, lo cual no me acaba de convencer, por que total, para lo que sirve.
Así que, con objeto de salir de la ignorancia respecto a este valorado material y por supuesto compartir impresiones, me gustaría mucho que contarais lo que sepáis o penséis sobre esta cuestión.

Ah! Se me olvidaba, que me ha parecido ver por ahí que ahora también a alguna gente le ha dado por ingerir oro ¿Qué curioso, no?

Abrazos,

Jose C
.

sábado, 4 de septiembre de 2010

¿El universo lo creó la física?




Entrada publicada por Jose C.





Imagen extraída de reino.org.
Este hecho no crea vínculo alguno con la intención de la entrada.

Stephen Hawking vuelve a ser noticia y en esta ocasión la mayoría de los medios publican algo así como que: descarta que Dios creara el Universo, que no es lo mismo que afirmar que su intervención no es necesaria para explicar la existencia del mundo y de todo lo que le rodea, tal como lo cuentan en otros.

Parece que el científico está hoy más convencido de que el origen de la Creación son las leyes de la física, sin que con ello niegue la posibilidad de que Dios pudiera ser el autor de esas mismas leyes.

De momento, en mi opinión, solo es un nuevo revuelo por la confrontación entre la ciencia moderna y la religión tradicional aún muy viva en el pensar de la masa. Habrá que esperar a poder desmenuzar –si es posible- las últimas conclusiones de Hawking publicadas en su nuevo libro, para tener mejor criterio. Pero por el momento, me da la impresión de que la ciencia y las nuevas creencias espirituales se acercan vertiginosamente para encontrarse con un creador que aporta la conciencia –el empujón- para que El Universo se desarrolle usando la inteligencia presente en toda la creación.

El problema para la ciencia -como ya comenté en otra ocasión- es que no sabe encontrar donde se inicia la conciencia previamente a lo físico. Tal vez, si de vez en cuando los científicos dejaran por un rato los números a parte y leyeran tendencias espirituales distintas a las tradicionales -inculcadas como dogma durante siglos- se les ocurriría la fórmula de la creación, eso si, usando sus portentosas mentes.

En todo caso, la noticia me agrada por intuir en ella el acercamiento comentado, aunque, a veces me pregunto si no nos estarán volviendo a comer el coco con nuevas conspiraciones …….. y es que después de ver lo que hay está uno siempre con la mosca detrás de la oreja, porque, entre tras cosas –quizás más preocupantes- a los editores y al propio Hawking les va a venir de perlas el revuelo.

Solo tenéis que usar vuestro buscador de Internet favorito y ver artículos al respecto.

Abrazos,

Jose C.